-¡¿Anna?!
-¡¿Evans?!
Ambos
se miraron incrédulos, Anna seguía apuntándolo, así al ver que
era Evans, bajó la pistola. Él se relajó ante ese gesto.
-¡Casi
me da un infarto! Pensé qué era esa bestia- Anna suspiró en señal
de alivio, pero tenía una sensación de decepción, en cierto modo,
podría haber sido el momento de identificar a esa criatura.
-Lo
mismo pensé de usted, casi la mato. Perdone pero ¿Qué hace aquí?-
Antes de que ella contestara, dirigió su mirada al escritorio, la
libreta estaba abierta...
-Perdón,
solo hojeé un par de páginas... Apenas entendí nada. Escribir así
debería estar penalizado por la ley...- Sonó como una niña pequeña
al ser regañada, tapando su falta atacándolo a él.
-Lo
mio es arte...- Fingió modestia, pero sabía que su letra era casi
imposible de leer.
-Su
letra insulta, incluso al arte abstracto, agente- observaba como
Evans cerraba la libreta. Vio lo que pareció una mueca de fastidio
en su rostro.
-¡Auch!
Eso me ha dolido más que el mordico... ¿Qué hacía aquí, Anna?-
Se volvió hacia ella, con la libreta ahora en las manos.
-Necesito
su ayuda- Evans averiguó, sin necesidad de una explicación, a que
se refería.
-No
se involucre, solo entorpecerá la investigación, yo me encargaré
de todo- No tapó sus oídos porque tenía ocupadas las manos con la
libreta, pero cerró sus ojos ante la reacción de Anna.
-¡No!
¡Mi hermano está ahí fuera! Y ¡¿Usted quiere que me quede de
brazos cruzados?! Bien, solo pedía su ayuda. Si no está dispuesto a
cedérmela, actuaré por mi cuenta...- Soltó la pistola en la cama y
con decisión comenzó a caminar hacia la puerta. Evans la agarró
por el brazo con fuerza, impidiéndole avanzar. Ella mostraba una
mueca de triunfo. Había conseguido lo que quería.
-No
cargaré con su muerte en mi conciencia, ahora coja esa pistola.
Espero que si la ocasión lo requiere, sepa usarla... ¡Dese prisa!-
Su disgusto era evidente, aun así cedió a la petición de esa mujer
tan terca ¿Por qué había cedido? La miraba mientras cogía el arma
de su cama.
Evans
salió de su ensoñación. Fue a hacia la entrada, su abrigo estaba
colgado en el perchero, detrás de la puerta. Guardó su libreta en
uno de los bolsillos del gabán y comenzó a ponérselo de espaldas a
Anna.
Ya
tenía el arma en la mano y giró para ver que estaba haciendo el
agente, lo observó ponerse la gabardina, sonrió. No duró mucho esa
sensación... Su corazón sintió una fuerte punzada, la mano derecha
de Evans tenía una cicatriz. En ese instante recordó como su
hermano hundía la daga de plata en la mano el animal en esa noche
fatídica...
Todo
estaba claro ahora... Lo apuntó de nuevo con el revólver.
-Sabía
que no iba a dar mi brazo a torcer, fingía oponerse, pero solo ha
montado este paripé para ganarse mi confianza ¿Esperaba llevarme de
la mano al bosque y allí matarme?
-Anna...-
Giró sobre sí para mirar a la joven. Anna estaba apuntándole con
su propia pistola. Subió sus manos por encima de la cabeza.
-Él
le atravesó la mano con una daga de plata. Usted ocultaba esa
cicatriz, pero se ha descuidado agente ¡Sólo contésteme! ¡¿Dónde
esta mi hermano?!- Sujetó ahora el arma con las dos manos.
-Escúcheme,
por favor...- Su tono era tranquilo.
-¡¿Donde
está?!- Las lágrimas volvían a mojar su rostro.
-¡No
lo sé! ...No sé donde está su hermano, es lo que intento
averiguar... Anna, si pudiera recordarlo... Sabría que fue usted la
que anoche me hizo esta cicatriz...- Mostró la herida de la palma de
su mano, esta totalmente abierta. Este hombre... ¿Esperaba que ella
lo creyera? No le dio tiempo a pensar nada más... Otra vez punzadas
en su cabeza. Ya estaba con las manos a los dos lados de su cara...
“Tenía
que encontrar alguna pista que la llevara hacía su hermano. La luz
de la luna le ayudaba a guiarse mejor, pero lo conocía a la
perfección. Algo brillaba de entre las hojas de aquel claro, al
acercarse se dio cuenta que era la daga que el abuelo le regaló a
Ariel, y con la que este hirió a esa bestia. Aun tenía restos de
sangre... la observó bien, era realmente preciosa, nunca se fijó en
ello...
Sonrió,
en lo que fue reconocer la valentía de su hermano, al usarla tan
ágilmente. Era un buen soldado y su entrenamiento podría haber
hecho que aun siguiera con vida. Esa era su única esperanza, que
Ariel siguiera vivo.
Algo
la obligó a mirar hacia atrás, podría jurar que escuchó crujir
las hojas caídas. Eran pasos cada vez más cerca, pero al girar, no
había nadie. No supo que le recorrió por el cuerpo cuando volvió
la mirada hacia delante. Esos ojos... Tan cerca... Estaban a
centímetros de ella.
La
criatura estaba mirándola, no lo soñó. Esa bestia enseñaba lo que
le pareció una macabra sonrisa. Anna comenzó a retroceder, pero la
seguía sin separarse un ápice de la joven. Algo en el suelo la hizo
tropezar y cayó de espadas. La daga fue a parar cerca pero no lo
suficiente, no podría alcanzarla. Era su fin, ese monstruo la
mataría allí mismo. Se inclinó hacia ella y comenzó a rugir,
sabía que iba a atacarla en cualquier momento, por eso cerró sus
ojos fuertemente.
Fue
inesperado, se escuchó un fuerte golpe, pero ella no sintió ningún
dolor. Abrió los ojos, no estaba... Un rugido, un aullido... Miró a
su derecha, había dos criaturas luchando ¿Qué estaba pasando?
Ambas tenían el mismo aspecto, pero una de ellas, la había salvado
segundos antes ¿Porqué? ¿Porqué estaba luchado con su igual para
protegerla? ¿O simple casualidad encontrarse en medio de una pelea
entre bestias? Observaba como se propiciaban golpes que para un
humano serían mortales. Una de ellas pudo agarrar a la otra entre
sus brazos, le apretaba tanto que Anna escuchaba impotente los
gemidos de dolor de la criatura apresada. Pero esta le asestó un
mordisco en el cuello a la otra. Un aullido fuerte resonó en el
bosque, la bestia herida calló de rodillas al suelo, la sangre
brotaba de su garganta. Al verse herida retrocedió unos pasos antes
de huir corriendo, desapareció en la oscuridad rápidamente.
Anna
seguía inmóvil ante la escena, entonces miró a la otra criatura,
aún estaba ahí ¿Que debía hacer? ¿Cual de las dos era? ¿La que
estaba apunto de matarla hace unos instantes? O ¿La que la salvó de
su muerte inminente? Su mente se quedó en blanco, la criatura se le
acercaba lentamente. Anna se dio cuenta entonces, tenía la daga a
sus pies. No dudó la recogió y con un impulso se abalanzó hacia el
ser que la miraba. Le hizo un corte certero en la mano. No lo habría
logrado si la bestia hubiera tenido la intención de hacerle daño,
la criatura solo se cubrió con la mano. Aun herida la seguía
mirando, no se quejó de dolor, solo la observaba. Esos ojos... No
eran como los de la bestia que atacó a su hermano, ni la que hace
segundos estaba apunto de acabar con su vida. Ese ser la había
protegido y ella le había herido. Soltó el cuchillo, se sentía
culpable ¿Qué pasaría ahora? Sin más, se puso a correr, quería
volver a casa. Su mente estaba confundida y no le dejaba pensar con
claridad, solo quería llegar a casa...”
-¡¿Anna?!
¿Otra vez?- Ahora Evans estaba frente a ella, la miraba preocupado.
Fue ahí cuando se dio cuenta. Esos ojos, aun siendo humano, eran los
mismos que el ser que la había salvado...
-Tú,
tú me salvaste de esa criatura. Tu eres un...- Intentó transmitir
tranquilidad, pero parecía aterrada.
-Si,
desgraciadamente también soy un hombre-lobo, Anna- Se apartó de
ella, quizás la asustara con su sola presencia, no quería
incomodarla. Ella se sentó en la cama un tanto mareada.
-Gracias,
Dan- El hombre se giró hacia ella, sorprendido, como si no creyera
lo que acababa de oír. -No quería hacerte sentir que tenía miedo
de ti. Tengo miedo, pero de la misma situación. Estoy dispuesta a
ayudarte a resolver todo esto y a traer de vuelta a mi hermano ¿No
sabes quién es la criatura en su forma humana?
El
joven estaba demasiado impresionado, Anna acababa de descubrir su
verdadera naturaleza y en vez de huir le ofrecía su ayuda. No
respondió a la pregunta hasta segundos después, debía asimilar la
reacción de la mujer que tenía frente a él.
-Llevo
en este pueblo una semana, creí que el caso por el que estaba aquí
no tenía nada que ver con la muerte de esas chicas...- Estaba ahora
andando por la habitación haciendo gestos con las manos para que
Anna entendiera la magnitud de la situación. -...Pero cuando estaba
apunto de averiguar quien era el responsable de las desapariciones,
ayer apareció esa chica muerta, cuando el cazador la dejó en la
calle observé, entre la gente, el cuerpo. Esas heridas solo podrían
ser de un licántropo. Todo estaba claro, pero ¿Cómo podría haber
escapado esa muchacha de un ser tan mortal?
-Nos
la encontramos en el bosque, esa bestia la había dejado sin un
brazo, mi hermano... se sacrificó por nosotras...- Anna interrumpió
al joven para aclarar su duda.
-Sí,
lo entendí anoche. Sabía que volvería a cazar, así que me adentré
en el bosque... Llegué a una especie de cabaña, lo que vi no se
puede describir con palabras, simplemente fue espeluznante...
-Sé
lo que viste. Te he mentido un pelín, antes alcancé a leer un poco
de lo que tenías en tu libreta...- Se disculpó dulcemente. Sabía lo que Evans había visto, calaveras en
las estanterías de esa casa y un altar dedicado a la Luna.
-Deduje
que ese licántropo llevaba a raja-tabla las convicciones de serlo,
matar solo en Luna llena y conservar sus “trofeos” como signo de
fe hacia su raza y condición. Salí de allí dispuesto a matar a esa
bestia, no podía arriesgarme a que nadie descubriera lo que era y
siguiera matando a inocentes. El resto ya lo sabes...- Paró de
pasearse por la estancia y miró a la joven.
-¿Tú...-
Evans sabía perfectamente que iba a preguntar Anna.
-Nunca
he llevado al extremo mi condición de hombre-lobo, en ese sentido
soy... ¿Vegetariano?- Puso un especial énfasis en la palabra
“vegetariano” ayudándose con sus manos, imitó unas comillas con
ellas. Anna sintió cierto alivio al escuchar eso, sonrió.
-Lo
que no entiendo es ¿Porqué tengo estas lagunas mentales? Además el
resto del día me siento tan mal, en un principio pensé que era por
todo lo que está pasando pero ya no lo veo normal- Se tocaba las
sienes ahora.
-Sospecho
que te han estado suministrando ínfimas cantidades de Escopolamina.
Como fármaco, es recetado para mareos y náuseas. Como uso
improcedente produce perdida de conciencia por unos minutos, perdida
de memoria y lagunas mentales. Según la dosis puede llegar a
provocar la muerte- El joven tenía sus brazos cruzados y estaba
apoyado en la pared.
-¡¿Envenenada?!
¿Para qué?- Se encontraba levantada, se pasaba la mano a lo largo
de su frente. Estaba muy confundida. De pronto recordó el bote que
encontró en el almacén de su tienda. “Mareos” era la nota
superpuesta en él y la verdadera etiqueta del bote que se
transparentaba. “Escopolamina” Pero... ¿Qué hacía ese
medicamento en su tienda? Los únicos que tenían acceso a ese
almacén eran su hermano, Jessica y ella...
-A
mí también me parecía bastante raro pero esta mañana lo entendí,
todas las veces que nos hemos encontrado, te he visto tan perdida...
Pero cada vez has recordado algo... Lo que me ha llevado a pensar que
te estaban envenenando...- El joven volvía a andar por la
habitación, parecía una costumbre adquirida. -El asesino no quería
que recordases nada, siempre has estado tan cerca de la verdad...
Quería desviar mi atención hacia ti... Quería hacerme pensar,
hacerte pensar que eras culpable... Al principio lo creí, te vi allí
espiando al cazador y al comisario... Tu olor.. desprendías el olor
característico de un hombre-lobo, entonces comencé a seguir tus
pasos- Anna recordó cuando vio la figura entre los arbustos del
parque. -pero anoche me quedó claro que eras inocente... Tenía que
ser alguien que estuviera tan cerca de ti que te transmitiera su
olor...
Oscuridad por Laura Ramírez Patarro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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