Espero que os guste, dejad comentarios como siempre :D lo agradeceré mucho ^^
Capítulo 1: Ojos que no ven...
Capítulo
2: Una paradoja inverosímil
-según
Taekwoon-
El
muchacho quedó pasmado por la desfachatez de su amigo. Irse de su
propia fiesta de cumpleaños, personalmente le daba lo mismo pero...
Sung Hee había estado esforzándose toda la mañana para organizarle
aquella sorpresa ¿en qué estaba pensando? Espera, ¿de verdad
pensaba que ella se había sentido mal por lo de hacía unas horas?
Volvió
a mirar a sus compañeros y vio como, olvidando la escena minutos
antes, comían y bebían de todo lo que se encontraban en las mesas.
Ni se preocuparon de que el cumpleañero desapareciera así como así
de allí. Negó con la cabeza, se apretó con los dedos pulgar y
medio el entrecejo, y fue tras Hakyeon. Algo no iba bien y no tenía
ganas de lamentar alguna locura que su estúpido amigo fuera a hacer
allá donde fuese.
-¡Leo!-
Esa
voz lo desvió de su cometido. Era Iseul ¿le estaba hablando? Sí,
con un paraguas verde, luciendo una ropa algo extraña en ella pero
que le daba un toque aniñado e inocente que lo volvió más loco si
pudiera. Y una sonrisa, una que particularmente siempre lo hacía
desearla más. Sus ojos estaban fijos en él y aquello le hizo
estremecerse. Su pelo estaba húmedo y antojable, como un dulce que
debía ser para él. Se giró totalmente hacia ella, aquello era
imposible, el simple hecho de que le dirigiera la palabra no podía
ser verdad. Siempre había sido recelosa de hablarle. Ambos tenía
absoluta popularidad y atención allá donde se presentaran pero no
había relación alguna entre ellos. Interactuaban sólo y
sencillamente cuando había reuniones, Leo era el capitán del equipo
de fútbol y ella la presidenta estudiantil y básicamente se veían
para acordar horarios y poco más. Incluso había escuchado que le
daba miedo hablar con él, que su porte serio y a veces ofensivo,
hacía huir a la muchacha. La veía como una frágil joya la cuál
debía cuidad y proteger, aunque fuera en la sombra. Con la esperanza
de que alguna vez ese miedo se desvaneciera, sin embargo, jamás
pensó que fuera tan de repente.
-¿Leo?-
Oír su nombre de nuevo en esos labios lo dejó noqueado. -¿Ocurre
algo?- Ella fruncía el entrecejo. Hasta con esa mueca la encontraba
preciosa. -Te noto tenso y he visto a N salir corriendo como un
condenado- ¡Oh no! Se había propuesto perseguir a su amigo, y
cuando se proponía algo lo cumplía hasta las últimas
consecuencias. Sí, por mucho que deseara entablar conversación con
Iseul tenía que cuidar de ese imbécil. Mientras, la oportunidad de
su vida se esfumaba. Maldición. -¿Os habéis enfadado? Mira que
siempre...-
-Lo
siento Iseul, dime ¿por donde se ha ido?- Ella indicó con su
pequeña mano la puerta trasera del centro y él corrió sin
prestarle más atención, maldiciéndose una y otra vez por deberse
tanto a ese par de tontos.
-Le
habla la más popular del instituto y ¿ni me mira? Va a ser verdad
que es un témpano de hielo, aunque sea el tío más guapo del campus
es un payaso- Dicho esto Iseul se dirigió al pabellón, con una
sonrisa falsa en su cara. La costumbre ya la hacía verdad, aunque ni
sintiera la más mínima alegría.
---
-¡Sung
Hee!- Gritó Hakyeon al verla.
No
esperaba encontrarla ahí, en un banco medio desorientada y temblando
por estar empapada, como una vagabunda. ¿Tanto le habían afectado
sus palabras? No, algo no iba bien. Corrió hacía ella y le ayudó
cuando intentó incorporarse. Sin importarle la lluvia se sentó
junto a Sung Hee y le pasó su propia chaqueta por los menudos
hombros.
-¿Dónde...?-
-Calma,
despacio Sung Hee ¿qué te ha pasado? ¿Qué haces aquí sin un
paraguas? ¡¿Estás loca?!- Se precipitó con las preguntas,
zarandeando a la muchacha por los brazos sin medir su fuerza.
-¡Ah!-
Gimió. -¡Hakyeon, me haces daño!- Se quejó, al fin él se dio
cuenta de su desmesurada reacción.
-Oh,
perdona, perdóname Sung Hee, yo...- Aflojó su agarre, no obstante,
sus manos seguían en los hombros de la chica. -Me he asustado, yo
quería pedirte perdón por lo de esta mañana, jamás pensé que te
lo tomarías así- Sung Hee seguía sobándose la cabeza, intentando
recordar porqué estaba ahí. Las palabras de Hakyeon se escuchaban
tan lejanas para ella... -Estaba bien que no vinieras a mi cumpleaños
pero sentarse en un banco, sin paraguas y dejando que el agua te moje
toda...- La miró de arriba a bajo y se arrepintió al instante.
Carraspeó. -No era para tanto, no era para tanto- Se rascó la nuca
avergonzado. -Por cierto, gracias, gracias por organizarme la fiesta
y por... y por intentar que lo pase bien en mi día- Sus ojos
esperaban encontrar los de ella pero no fue así.
Hakyeon
la miró, esperando que contestara algo, sin embargo, se dio cuenta
de que no había escuchado nada. Lamentablemente estaba absorta en
sus propios pensamientos. Se sintió terriblemente solo.
-Hakyeon...
¿qué hacemos aquí? ¡Está lloviendo!- Gritó Sung Hee de pronto.
Al
verla reaccionar no supo como corresponderle. Estaba tan confundido
que no hizo más que dejarse guiar por ella, lo agarraba de la muñeca
mientras tiraba de él con fuerza, tanta que consiguió levantarlo y
hacerlo correr a su vera.
---
-¿Dónde
demonios habrá ido este idiota? ¿No era más fácil quedarse en el
pabellón y llamarla?- Taekwoon maldecía resguardado, en un
soportal, de la lluvia copiosa que en esos momentos caía. Se le
hacía imposible continuar y más teniendo hasta la ropa interior
empapada. Sacó su móvil del bolsillo y suspiró notablemente, al
menos el aparato resistía condenadamente bien el agua. -Contesta o
cuando te vea lamentarás que me haya mojado hasta los malditos
calzoncillos por buscarte-
Danzaba
de un lado a otro, harto de esperar a que le cogiera la llamada. En
una de las veces que sus ojos se dirigieron al techo sintió como
alguien topaba con él. Le rozó parte del costado antes de seguir su
camino sin pausa, casi corriendo. Se giró rápidamente y alcanzó a
verle una media melena, un porte altivo y un movimiento tosco de sus
caderas. Definitivamente era una mujer, sin embargo, sus andares
desgarbados la hacían demasiado masculina. Había mucho espacio en
aquel soportal ¿Fue algo fortuito o intencionado? Una desesperada
por rozarse con un chico guapo, sí, seguramente era una de esas.
Suspiró volviendo a marcar el número de Hakyeon sin darse cuenta
que aquella extraña se volvía ligeramente para hacer algo que el
joven jamás sabría.
Fue
un simple destello lo que le hizo colgar y mirar a su alrededor ¿un
relámpago? No, eso había sido más cerca, más leve. Anduvo hasta
una de las esquinas y se asomó por ella. Curiosamente avistó dos
personas corriendo hacia donde estaba. Demonios, eran Sung Hee y
Hakyeon. ¿Aquel chispazo le había indicado el lugar dónde buscar?
Él no bebía a esas horas de la tarde ¿cómo iba a creer eso si no
era por una buena borrachera?
Se
sacudió el pelo mojado cuando salió de su refugio. Cruzó los
brazos en el pecho esperando que uno de los dos se diera cuenta de
que estaba ahí, inmóvil, con un cabreo monumental por estar
empapado y preocupado por ellos dos. Escuchó a Hakyeon hablarle a
Sung Hee.
-Espera,
espera Sung Hee ¿qué te pasa? Me estás dando miedo, es como si
hubieras visto un fantasma-
Entonces
la mente de la muchacha explotó, los recuerdos comenzaron a llenarla
por momentos. Demasiado rápido, demasiado para asimilarlo. Con un
grito se presionó las sienes intentando parar las imágenes, el
cuello de Iseul partiéndose, el golpe que le propinó ese ¿demonio?
Jamás sabría calificar aquello que mató a su compañera y la dejó
noqueada. Su cuerpo se sintió demasiado débil y cayó, pero no al
suelo. Tanto las manos de Hakyeon en sus brazos y el pecho del recién
llegado Taekwoon la salvaron de otra caída.
-¡Sung
Hee!- Gritaron ambos chicos.
-¡Sung
Hee! ¡Hakyeon, ¿qué ha pasado?!- Preguntó Leo ayudando a su
amigo, con cuidado pudieron llevarla al soportal donde minutos antes
se protegía de la lluvia Taekwoon.
-No
lo sé Leo, de verdad que desde que la he encontrado está rara.
Estaba recostada en un banco dejando que el agua la empapara ¡es de
locos!-
Dicho
esto la hicieron sentarse en el suelo apoyada en la fría pared. Leo
parecía mantener la calma que a los otros dos se les había acabado.
El susodicho agarró el rostro de la muchacha entre sus manos para
que lo mirara, supiera que estaba ahí y se tranquilizara. -Sung Hee
¿qué sucede? ¿Qué te está pasando? ¿Alguien te ha hecho algo?-
-A
mí no, a mí...- Comenzó a decir Sung Hee entre sollozos. -¡Iseul!
¡Leo, Iseul!- Le agarró por los hombros, sus ojos se abrían
totalmente a medida que sus recuerdos le brindaban la grotesca
escena, aquella donde la más popular de la universidad moría
asesinada por algo que ni pudo ver. -Iseul está... está muerta,
yo... yo misma lo he visto...-
-¡¿Qué?!-
Leo no podía creerlo, acababa de verla. Quizás su amiga estaba
delirando, quizás tuviera fiebre por estar tanto tiempo expuesta al
temporal. -Eso es imposible Sung, ¿cuándo? ¿cuándo dices que
ha...?- Cortó sus palabras, era difícil decirlo.
-No
lo sé, no lo sé Leo pero... pero la he visto, he visto como eso la
mataba, lo juro. Yo...- Sus palabras salían despedidas sin un orden
establecido, su cerebro iba mucho más rápido y se maldijo por
parecer una loca dando razonamientos sin sentido.
-Estás
delirando, es imposible. Acabo de cruzármela Sung- ¿Trataba de
convencerla o convencerse a sí mismo? No, seguramente era efecto de
un mal sueño por la fiebre pero... ¿qué le había pasado para
estar allí sola y dejarse en un banco como si se acabara el mundo?
-Leo,
yo también creo que necesita descansar. Vamos al hospital- Se
pronunció Hakyeon.
-¡No!
¡No! ¡Yo sé lo que he visto! ¡Ella, ella está...!-
Intentaron
levantarla, sin embargo la muchacha comenzó a batallar por
permanecer en el suelo, pataleando e impidiendo que la cargaran sin
hacerle daño.
-¡Sung
Hee!-
-¡Os
lo demostraré!- Sin tiempo a detenerla se puso de pie, tiró la
cazadora de N a un lado y corrió lejos de ellos.
No
tuvieron otra opción que seguirla sin importarles la tormenta que
comenzaba a azotar las calles acompañando a la lluvia que aún
seguía mojándolo todo. Los guió inconscientemente hasta el
callejón donde había pasado todo. Su mandíbula se desencajó al
ver que no había rastro del cadáver de Iseul. ¡No! Lo que ella
había visto era real, tan real como que se llamaba Sung Hee. Se dejó
caer en sus rodillas, lamentando que hubiera una ínfima posibilidad
de que todo fuera fruto de su imaginación.
-Sung
Hee... por favor, no hagas esto más difícil. Vas a enfermar- La voz
de Hakyeon parecía derrotada, sintió de nuevo la chaqueta de su
amigo cubrirle el torso. -Por favor, vamos al hospital, estás
ardiendo- La mano del moreno se posaba en su frente, notando que en
realidad tenía fiebre.
No
podía luchar más, dejó que la levantara y se apretara contra ella
en un abrazo. Por un momento su mente se trasladó de aquella
terrible tarde. Leo, que odiaba ese tipo de escenas carraspeó y, con
el efecto deseado, se separaron.
-No
sabes lo preocupado que estaba... yo...- Se sinceró N antes de que
algo más lo interrumpiera.
-¡Oh
dios!- Chilló Sung Hee. Se alejó de él, se agachó y agarró algo
del suelo. -Esto...-
Si
volvía a hablar de ello la tomarían definitivamente por loca.
Decidió guardar lo que había encontrado y volvió junto a Hakyeon,
este la miró un tanto extraño, como lo hacía Taekwoon.
-Vayamos
al hospital- Dijo N.
-Estoy
bien, vamos a la universidad y celebremos tu cumpleaños. Con algo
caliente se me pasará- Aseguró la chica.
-Pero...-
Espetó de nuevo.
-No
voy a ir al hospital- La mirada de Sung Hee era fulminante, siempre
que la usaba no había nadie que pudiera llevarle la contraria. -Paso
de joderte el cumpleaños cabezota, así que vamos al pabellón si no
queremos caer los tres enfermos- Tras utilizar una encantadora
sonrisa los otros dos se dieron por vencidos.
---
Al
llegar Sung Hee tragó saliva, ahí estaba Iseul, tan esplendida como
siempre. Le sonrió falsamente, como lo hacía habitualmente y apretó
aquel objeto, que había encontrado en el callejón, fuertemente
contra su pecho. Estaba dispuesta a averiguar de qué iba todo
aquello, ella no estaba loca, ella lo había visto y demostraría a
los demás que su mente no le había jugado una mala pasada.
Leo
sonrió en dirección a Iseul, no fue hacia ella puesto que le podía
más la felicidad de verla a salvo que ir a resolver el pequeño
problema de haberla dejado hablando sola. Simplemente disfrutaría
que su muerte sólo fuera un lapsus de su amiga.
-¿Qué
hacíais fuera?-
La
que cuestionaba era Mi Cha, viendo como los tres estaban pasados por
agua. La mayoría se rió de la versión estúpida que había contado
Hakyeon, sin embargo, era la más convincente de las que tenían en
mente, y mucho más que la verdad en si misma.
-Eres
un estúpido- Insultó Leo mientras escurría su camisa a la altura
de su cintura.
-Por
lo menos he inventado algo ¿qué has hecho tú?- Bordeó triunfante
Hakyeon.
-No
partirte la cara cuando tenía que haberlo hecho- Agredió
contundentemente mientras se alejaba hacia las mesas, debía comer
algo antes de soltar su enfado en plena fiesta.
Al
coger un par de galletas vio a Sung Hee acercarse a Iseul. Eso
significaba problemas, se fue hacia ellas para controlar la situación
si se ponía fea.
-Iseul-
La llamó quedamente.
-¿Qué
quieres Sung? ¿Algún problema después de quedarte encerrada en el
patio trasero jajaja menuda tonta- Y esa fue la genial versión de
Hakyeon.
-Vengo
a devolverte esto- Sacó de su escote un medallón verde esperanza,
tenía la forma de un dragón y sus bordes eran plateados como la
cadena que lo sujetaba. -Se te ha caído al venir aquí ¿lo
recuerdas?- Incisiva en su tono alargó el brazo para que Iseul
recuperara su colgante, aquel que le había visto por la mañana,
antes de ser sometida y asesinada por ese ser inexistente. Los ojos
de la dueña del medallón se abrieron dándole la razón suficiente
a Sung Hee para creerse a si misma, en lo que había ocurrido en
aquel oscuro callejón.
-Eso...
eso no es mío- Fingió la muy zorra. -Lo habrás imaginado, como
todo lo demás ¿no es así Sung?- Un cuchillo directo al pecho.
Ahora estaba segura de que esa, la mujer que estaba delante suya no
era Iseul, no lo era. ¿Entonces? ¿Quién era? Mejor dicho ¿Qué
era?
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