AVISO: Contiene ciertos temas que para alguna persona puede ser algo fuerte, pido por favor que te abtengas de leer si eres sensibles a ciertas situaciones como el lenguaje soez, la violencia de género y la violación.
Capítulo 1: Inocencia perdida
Capítulo 2: Traumas del pasado
Enero de 2012 / California
-¡Sung Hye! Por favor, siempre has
sido razonable- Exclamó la madre a su hija, intentando hacerla
entrar en razón.
-¡Te he dicho mil veces que no me
llames así! ¡Sung Hye está muerta! ¡Murió aquel día! ¡Alice,
yo soy Alice! Y no, no tengo nada más que hablar, me quedaré aquí,
id vosotros. Mi vida está aquí- La joven lucía totalmente
enfurecida y aunque no viera a su madre podía adivinar su posición
escupiendo sus palabras hacia donde esta estaba. Llevaba diez años
ciega y sus otros cuatro sentidos se habían agudizado a la
perfección. Su cambio extremo ocultaba su infelicidad imposible de
erradicar, por el terrible suceso del que fue víctima pero su
actitud la hacia no recordarlo tantas veces al día. Su crueldad
hacia los demás, sobretodo los hombres, aliviaba levemente su miedo
e inseguridad. Temía caer, caer y no poder volver a levantarse.
Desde que se mudaron a Estados Unidos para hacer una nueva vida y
olvidar el pasado no dejó de intentar superar todo aquello. A su
manera lo había hecho aunque su madre lo encontraba un método
bastante radical “hacer daño a los demás no te hará borrar lo
que pasó” una y otra vez recordaba sus palabras. Las odiaba. Eso
no la ayudaba en absoluto, en cambio forjar un muro frío
impenetrable le parecía más seguro.
Enterarse de la situación de su padre
en los negocios la sacó de aquella burbuja de mentiras que se había
fabricado. Estaban en bancarrota, tenían dos opciones: Regresar a
Corea e intentar salvar la empresa matriz o vender todo aquel imperio
por un valor diez veces más bajo de lo que en verdad valía. Un
dilema que había llevado a su progenitor a una profunda depresión y
que ahora, por fin recuperado, le encontraba solución. Debían
mudarse de nuevo a Corea para volver a recuperar su negocio, desde
cero. Algo que Alice no aceptaba, por más que lo pensara no quería
tener que regresar al escenario del peor día de su vida. No,
definitivamente no. California le había brindado la frescura y la
libertad de nuevos amigos, trabajo y sobretodo una vida “feliz”.
Su ceguera no era impedimento para nada que se propusiera, tenía
recursos específicos para poder ejercer sin ningún tipo de problema
en el trabajo y sus compañeros admiraban su desempeño. Siempre era
llamada la “dama de hielo” por su carácter frío y calculador
pero de algún modo se sentía plena. Oler de nuevo el aire de Corea
solo la haría retroceder bruscamente en el tiempo derrumbando
cualquier barrera en su interior.
-Alice, hija... Yo sé porqué no
quieres volver pero ¿No crees que es un paso que debes dar tarde o
temprano? Superarlo para que nada te cohiba en tu futuro, debes
resolver ese asunto mi amor. Yo te quiero feliz y no nos engañemos,
no lo eres- Esas palabras le habían dolido más a ella que a su
propia hija. Debía decirlo, debía recuperar a su niña, a su alegre
Sung Hye, y no dejar que esa muchacha cruel que tenía ante sus ojos
se la arrebatara para siempre.
-¡No volveré! Si quieres matarme
hazlo ya, porque lo único que harás obligándome a ir es matarme,
¡Matarme lentamente!- Sabía que su madre tenía razón, pero no
podía ni si quiera pensar en tener que enfrentarse a ello. Sus ojos
amenazaron con soltar un par de lágrimas. “No, llevas mucho si
llorar, no lo harás ahora” se ordenó mientras le daba la espalda
a su madre. -Solo déjalo estar, no cederé. Id solo vosotros- Se
dispuso a subir las escaleras no sin antes haber palpado la
barandilla para guiar sus pasos. Su madre tuvo el impulso de ayudarla
pero sabía a la perfección la reacción de su hija en esas
ocasiones. Las malas palabras al sentirse inútil. Simplemente la
observó alejarse, hacia su habitación, con sollozos casi
inaudibles.
Junio de 2012 / Corea del sur
Ambos estaban desnudos en aquella cama,
sus cuerpos chocaban suavemente, el roce con su piel lo tenía loco.
Jonghyun estaba totalmente extasiado con aquella mujer. Quizás con
ella sí podría...
-Oh, Jonghyun no aguanto más- Entre
gemidos la tipa exigía más de su atención que por supuesto tenía
intención de darle. Con gran maestría sus manos trabajaban allí
donde ella podría perder la cordura. Su espalda se arqueaba para
sentir aún más pero eso no era suficiente para ella, necesitaba
algo más. -Por favor...- La calló con un beso hambriento, algo que
disgustó a la joven con un leve gruñido al alejarse. Esta
necesitaba otra cosa.Volvió a besarla ferozmente para seguir por su
cuello, sus manos se detuvieron por un momento para dejar paso a su
boca, esta recorría todo su cuerpo pero no terminaba por complacerla
algo que la estaba volviendo loca. -¡Joder, te quiero ya!- Los ojos
de Jonghyun se abrieron completamente, aquellas palabras activaron
algo en su mente. Algo que parecía enterrado pero con esa simple
frase resurgió como una mala hierva.
Maldición.
Flashback
-¡Joder, te quiero ya!- Aquel tipo
gritó a la niña, esta estaba a punto de ser violada por él. La
tenía agarrada por su cabeza, presionándola en la mesa, tanto que
su cara se deformaba levemente. Tenía sus ropas todas rajadas,
algunas magulladuras se asomaban por sus brazos y cintura.
Jonghyun observaba por la rejilla una
de las taquillas donde lo habían encerrado sus amigos por perder una
apuesta. La tarde había comenzado bien ya que no habían tenido
ningún pleito con los celadores, estaban apostando a que no dudarían
sin pestañear seis minutos, Jonghyun perdió así que el castigo
sería estar en aquel rincón sin moverse por unas horas. Lo que no
adivinó fue la terrible escena que presenciaría justo enfrente de
sus ojos. Cerró sus ojos pero los gritos de la niña taladraban sus
oídos. Aquel tipo la ultrajó sin piedad y sin querer emitió un
leve sollozo, rápidamente se tapó la boca con la mano. El celador
dejó de agredir a la muchacha y la dejó devastada apoyada en la
mesa con sus lagrimas brotando sin control. Estaba ahora muy cerca de
su escondite, tan cerca... Sus pensamientos lo iluminaron, de pronto
abrió con todas sus fuerzas la puerta de aquella taquilla y el pico
superior de esta se clavó en la sien del desgraciado. Calló
inconsciente al suelo a lo que el muchacho corrió hacia la joven,
agarró su mano y tiró de ella.
Fin del Flashback
-Largo- Musitó Jong al borde de las
lágrimas.
-¿Qué?
-¡Qué te largues!
-Desgraciado ¿Cómo te atreves?- La
joven estaba totalmente incrédula. Su libido había caído por
completo algo que la hizo empujar a Jonghyun y sacárselo de encima.
Se puso de pie para comenzarse a vestir con un rostro totalmente
molesto.
-¡Sí, lo sé! ¡Lárgate!- Ya estaba
sentado mientras intentaba aminorar el dolor del brusco bajón que su
propia mente había producido en su cuerpo. Sus manos se encontraban
sobre su cara ocultando las lágrimas.
-Vas de semental y solo eres un maldito
impotente. Me das asco- Escupió la joven antes de cerrar la puerta
tras de si de un portazo. Jonghyun aún seguía inmóvil en aquella
cama. Recordando ese acto tan grotesco, ese recuerdo tan doloroso.
Después de reaccionar se dirigió a la
ducha, dejó salir el agua helada, necesitaba sentir en frío para
despertar su mente de aquello que lo destrozaba por dentro. Ya eran
años en los que intentaba tener una relación plena, pero
fracasaban. Por un detalle u otro siempre volvía a ese recuerdo y no
lo dejaba complacer a nadie. Su frustración se reflejaba en otros
ámbitos menos en la música. La música era lo único que lo alejaba
de su miserable vida, su odio a su padre y su impotencia.
Sonó el teléfono móvil, al terminar
de vestirse lo observó, era un mensaje de su asistente. Al parecer
uno de sus proyectos estaba saliendo bien. Nunca le había gustado
ser un empresario pero nadie podía negar su buena mano para los
negocios. Se dirigió hacia allí sin más.
-¿Qué tenemos?
-Pues fijate una sorpresa... ¡La
apelación ha sido aceptada! Podemos volver a juicio. ¡Jonghyun,
podremos meter en la cárcel a todos esos desgraciados!- Sentenció
Hyo Jo, era su secretario y amigo de la infancia. Ambos habían
estado en aquel internado, desde que salieron no dejaron de intentar
descubrir al mundo lo que allí dentro sucedía y ahora habían
apelado una sentencia interpuesta hace años que quedó prescrita, al
parecer habían logrado reabrirla.
-Me estás tomando el pelo- Un
incrédulo Jong se había parado en seco mirando a su amigo.
-No Jonghyun, esto es real. ¡Esos
cabrones ahora si irán a la cárcel!- Aseguró Hyo Jo con
entusiasmo. Sin previo aviso Jonghyun se abalanzó sobre él en un
abrazo de oso. Ambos comenzaron a saltar, por fin tendrían lo que
tanto deseaban. Justicia.
Octubre de 2012 / Corea del sur
-¡Hija! ¿Cómo estás? ¿Has comido?
¿Claire te está ayudando en todo?- La mujer se aferraba al
auricular del teléfono móvil. Estaba en el jardín de aquel
edificio. Era la empresa con la que su marido había levantado aquel
imperio ahora caído. Ese lugar era uno de los espacios para
relajarse, había una cafetería al aire libre y los trabajadores
charlaban cómodamente en su descanso mañanero. Ella estaba siendo
bastante activa y al parecer sus ideas daban buenos frutos, su
cónyuge le agradecía enormemente la ayuda. Ambos se llevaban muy
bien y su relación siempre se había basado en la confianza mutua
hasta que su hija sufrió el más terrible ataque. Después de casi
diez años de esfuerzo por seguir adelante, por fin tenían
recompensa. Aunque Sung Hye no estuviera con ellos, sabían de su
progreso en esos meses, estaba yendo a un psicólogo y por lo visto
había mejorado, su comportamiento estaba siendo suave y gentil
últimamente.
-Ya, mamá estoy bien, sí. Tranquila
estoy más que bien ¿Cómo va todo?- Escuchó por aquel aparato.
-Pero hija, cuanto te extraño. Por
aquí las cosas están yendo muy bien y papá... Si vieras lo animado
que está...
-¿Y por qué no lo compruebo
personalmente?- Los ojos de la madre se agrandaron ¿Qué quería
decir con eso su niña?
-¡¿Qué?! ¿Vas... Vas a venir?- Su
corazón bombeaba tan rápido que sintió que se le salía del pecho.
Estaba feliz pero debía asegurarse, quizás había entendido mal.
-No, no voy a ir- Toda aquella
felicidad se desplomó por completo del cuerpo de la mujer. -No voy a
ir porque ya estoy aquí- La voz estaba por el teléfono pero también
cerca, muy cerca como si estuviera detrás suya. Giró su cuerpo sin
pensar, ahí estaba. Su niña estaba en Seúl, junto a ella. Su Sung
Hye había decidido enfrentarse a su pasado. Estaba tan orgullosa. Ni
siquiera se dio cuenta de que alguien la acompañaba.
-¡Alice, mi vida!- Corrió hacia ella
como si su vida dependiera de ello y la estrechó entre sus brazos
fuertemente. La muchacha que estaba al lado de Sung Hye esbozó una
sonrisa al ver el reencuentro, soltándole brazo. -No tú también,
te debo mucho. ¡Gracias por traer a mi pequeña, gracias!- Tiró de
la joven hacia el abrazo para tenerlas a ambas cobijadas dulcemente.
-Jaja mamá vas a asfixiarnos- Comentó
alegremente Alice, simplemente era maravilloso escucharle aquel tono
afable. Tantos años intentando escucharla feliz y ahora estaba
lográndolo. Quizás tenía bastante camino para volver a ser aquella
niña risueña de entonces pero era un avance que su madre alababa
considerablemente.
-¡Te tengo aquí, a mi Sung Hye! A la
que esperé por años, estoy orgullosa. Muy orgullosa- Aún seguía
abrazándolas con ímpetu.
-Ya mamá...- La imagen brillante que
había mostrado solo era para complacer a su madre. El motivo del
viaje era para enfrentar sus miedos su actitud había mejorado pero
solo para con su familia. Aquella psicóloga se lo había hecho ver,
debía enfocar su ira hacia otro lado. Sin entender aún, la joven
seguía descargándola hacía los hombres. La doctora O'well
intentaba reparar aquel odio pero necesitaría mucho más tiempo,
aquel trauma debía ser curado de a poco, con calma. Volver a Seúl
podía ser un avance si la joven visitaba a su colega allí, este la
atendería con los mismo métodos que ella había empleado para poder
ayudar a la muchacha.
Claire era su amiga, le había
acompañado en esos años en Estados Unidos también era coreana y
ella era la única que sabía sobre lo que jamás nombraría a otros.
Yong Mi, como era su nombre coreano, había sido su apoyo. A su lado
varios incidentes habían pasado a ser leves conflictos, sabía
calmarla hasta en sus peores broncas. Ver que cedía ir con ella a
Corea le dio la confianza suficiente para llegar con, por lo menos,
algo de esperanza. Sus padres estaban ahí, su amiga también y
quizás podría curarse ahí, algo bueno tendría el volver a su
ciudad natal ¿No?

No puedo verte by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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