miércoles, 24 de abril de 2013

Entre el cielo y el infierno I

Os vengo a dejar el capítulo uno de mi nuevo fic con Onew... Que lo disfrutéis.


Introducción





Capítulo 1: La verdad detrás de la puerta


No sabía cuantas veces había releído ese libro. Cuantas lágrimas al llegar a ese final trágico que tanto la afectaba. Por alguna razón cada mes volvía a él como un imán. Se preguntaba a si misma porqué recurría a esa historia si al final siempre la ponía tan mal ¿Masoquismo? No, se trataba de otra cosa. Algo que no estaba dispuesta a aceptar.

Se sentó recostando su espalda en aquel sillón viejo y desgastado que le acompañaba desde que tenía uso de razón. Era lo único de “color llamativo” que destacaba en esas cuatro paredes. Todo lo demás iba de un tono grisáceo a marrones totalmente apagados. Si no fuera por la única ventana que iluminaba débilmente ese lugar, su hogar, podría decirse que estaba rodeada por colores oscuros y sombríos. A muchos les asustaría entrar en ese sitio, en ese sótano. Pero para Hope era su casa, donde se sentía protegida del terrible exterior. Un exterior que jamás había visto. Por increíble que pareciera ella nunca se atrevía a contradecir las órdenes de su tío Larry. Este, por años, le aseguraba que lo de fuera podría dañarla. Incluso leyendo como era en sus libros, alguna que otra vez, intentaba convencer a su tío para que la dejara salir si quiera unos segundos. Ella jamás lo desobedecería. La tentación era patente pero si Larry decía que estaba segura allí dentro no lo iba a poner en duda.

Ese libro le encantaba, no sólo por la definición del exterior, si no por el comportamiento que adquirían los protagonistas en situaciones desconocidas y extrañamente atrayentes para ella. Hope intentó imaginarse fuera de su encierro. Observando el cielo que se describía en ese libro y donde el personaje disfrutaba del aire fresco. Se encontró sintiendo la hierba entre los dedos al acariciar la superficie en la que se recostaba. En su mente no era ese viejo sillón, en su imaginación era el liviano suelo del campo a la orilla de un lago. Las nubes blancas y el cielo completamente azul. Oh dios. Su vientre revoloteaba con aquella sensación de total paz. Hasta que aparecía esa figura. Dándole la espalda, un hombre joven por la forma de su cuerpo. También aspiraba suavemente pero algo no estaba bien con él. Un pequeño detalle hacía que Hope se estremeciera cada vez que soñaba con aquella escena. En el libro la muchacha terminaba por zambullirse en el lago. Sola. En su sueño, ella avanzaba hasta meter sus pies en el agua y al mirar hacía delante ese hombre extendía su mano sin ni siquiera volverse a mirarla. Su perfil era siniestro y podía entrever una macabra sonrisa. No describiría como miedo, ni tampoco recelo, lo que comenzaba a crecer en su interior al ver ese ser invitándola a algo, que ni ella misma sabía. Era ardor, calor y tentación. Sí, tentación. Sus ojos se abrían justo cuando extendía su mano para ¿Aceptar esa invitación? ¡No! Nunca debía dejarse llevar por ese demonio. Su tío los llamaba así. Esas personas que incitan a uno a hacer el mal.

Conocía la razón por la que la encerraba allí. Era propensa a aceptar el mal. Era una pecadora. Muy en el fondo lo sabía y quizás su tío podía evitar que se convirtiera en uno de esos demonios. Comprendía cuando Larry le explicaba que la gente ya no valoraba las buenas costumbres. El respeto no existía ahí fuera. Hope asentía devastada ante su supuesta realidad. Era débil y de fondo maligno por lo que tenía que cuidarse de la gente que la incitara a perderse en el pecado.

Larry había sido siempre un feligrés altamente fiel. Era estricto en sus visitas a la capilla del pueblo y cada tarde recitaba un trozo de la biblia a su sobrina Hope. Hoy se estaba demorando. Al salir de ese sueño tormentoso. La muchacha comenzaba a extrañar la visita diaria. Era la única vez que entraba con ella. Para las comidas usaba aquella trampilla en la puerta de la entrada. Le tenía miedo, eso lo había asumido hace mucho tiempo. Pero también notaba su cariño hacia ella. Al fin y al cabo la estaba protegiendo ¿No?

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-Vamos a entretenernos un raro ¿Qué te parece?- Comentaba aquel chico al que parecía su gemelo. Ambos pasaban por simples mortales pero sus ojos decían todo lo contrario. Sus iris del color de la sangre distaba demasiado de ser de un humano. Sus facciones podían hacer delirar a cualquier mujer que se les cruzara y ellos sabían perfectamente el efecto que causaban.

-Key... Estoy cansado. Vamos a por la cena y déjate de jugar- Espetó el hermano.

-Anda, no seas así. Sabes que te gusta, puedo sentirlo. No lo olvides- Esto provocó una mueca divertida en los labios de su hermano. Sus miradas parecían estar conectadas en un vínculo más allá de lo se podía apreciar a simple vista.

-Sólo por esta vez Key, no tengo ganas de ver el culo blanquito de un arcángel hoy. Me repugna tratar con ellos. Son tan irritantes...- Habría puesto sus ojos en blanco si no fuera por la oscuridad que rodeaba ese iris inyectado en rojo carmesí.

-Así me gusta Kay. Veamos que podemos hacer para caldear el ambiente- Sin decir más se acercó a la granja que habían acechado por varios minutos. El otro lo siguió de cerca con las manos en los bolsillos de su pantalón. Ambos parecían, dentro de lo que cabía, personas normales. Ropas un tanto siniestras pero que pasaban por ser de estilo punk y gótico. Negros hasta los dientes. Se podrían definir como “chicos malos”.

El hombre maduro al abrir la puerta sólo encontró a dos muchachos un tanto raros. Nunca pensó lo que representaban y mucho menos lo que se proponían hacer en esa repentina visita. Los miró de arriba a bajo. No aprobó sus vestimentas aun así preguntó la razón por la que estaban ahí.

-¿Qué desean jóvenes?- Ellos simplemente sonrieron, ganándose una disgustada mirada del hombre. Ya tenían su desaprobación. Aquello no los disgustaba, al contrario, comenzaban a divertirse.

-Señor Larry... Hemos oído que tiene usted una sobrina escondida en el sótano- Los ojos del susodicho se abrieron al escuchar su nombre. Algo no iba bien. Nadie sabía sobre la existencia de aquella muchacha. Sólo sus padres fallecidos y él mismo. Quiso cerrar la puerta de golpe pero el pie de Key no lo dejó completar la acción. -¿A que se debe semejante aberración?- Desesperado, intentaba empujar fuerte para que no entraran pero con un simple toque de Kay la puerta cedió por completo, haciendo que el pobre hombre cayera de culo. Sintió un escalofrío al ver que los rostros de aquellos muchachos habían cambiado. Sus ojos no eran los de personas normales. Estaba frente a seres peligrosos y desconocidos para él. Su corazón se encogió sobremanera, estaba notando lo que parecía ser una angina de pecho. Ya había padecido de ello hacía dos años atrás y maldecía padecerla de nuevo en esas circunstancias. Kay se puso de cuclillas frente a él con una falsa sonrisa, como si supiera por lo que estaba pasando. Su hermano continuó hablando sin ni siquiera molestarse por girar hacia ellos. Recorría el salón hasta las escaleras, olfateando sonoramente. Estaba jugando, sabía perfectamente donde se encontraba la joven. Volvió su mirada al hombre adolorido y derrotado en el suelo. Este intentó reprimir un grito al sentir una punzada fulminante en su brazo y pecho. Por nada del mundo consentiría que descubrieran el escondite de Hope y tampoco mostrar su debilidad por la dolencia adquirida.

-No sé de qué hablas joven- El hilo de voz hizo reír a Kay.

-Estará asustada ahí abajo... Pobrecita. Lo más seguro es que deseé que alguien la libere de su encierro y le enseñe los “placeres del exterior”- Dejó de fingir para acercarse al hombre maduro y lamerse los labios provocativamente. El gesto asqueó a Larry temiéndose lo peor. Su sobrina corría peligro y su maldito cuerpo cedía ante el inoportuno infarto que en segundos lo dejaría incapacitado.

-¡No, por favor!- Gritó con su último esfuerzo cuando vio a Key yendo hacia la puerta del sótano.

-¡Bingo! Viejo, he olido a tu querida sobrina desde la otra punta del pueblo. Tiene un olor... Mmm no quieras imaginar lo que me provoca hacerle a esa pequeña- Entrecerró sus ojos degustando la escena que su mente perversa formaba en ese momento.

-¡No!- No pudo evitar sollozar antes de que su corazón le propinara otro duro y punzante golpe.

-¡Oh pobre! Me hubiera gustado que presenciaras como disfrutaba tu sobrina de mis atenciones...- Esas palabras de la boca de Key terminaron por destrozar al hombre moribundo acabando con su vida.

-Ups pensé que aguantaría más...- Comentó Kay, con todo juguetón, a su hermano. Golpeó la frente del recién fallecido como si fuera un trozo de carne podrida y se acercó a Key.

-Veamos qué tenemos aquí...- Se dispuso a abrir esa puerta con el método normal. Normal cuando se trataba de no usar sus poderes para no atraer a los incisivos arcángeles. Giró la manilla lentamente y con toda la parsimonia del mundo. La tensión les encantaba. Ver las caras angustiadas de los simples mortales los excitaba y mucho más verlos rogar por sus vidas.

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Hope escuchó ruidos arriba cuando despertó de su sueño. Le había extrañado el retraso de su tío y más oír esos incesantes sonidos en la planta superior. Dejó el libro en aquel sillón y comenzó a subir las escaleras. Al poner la oreja escuchó risas ¿Risas? Un escalofrío recorrió su espalda. Luego la voz proveniente de su tío gritando en negativa la asustó casi provocando que aporreara la puerta y preguntar a su tío qué estaba pasando. Sabía que algo no iba bien. Sabía que esas personas estaban haciendo daño a Larry. Oh dios ¿Qué debía hacer? No tenía forma de salir de allí para ayudar a su tío y mucho menos maña para intentar salvarlo de dios sabe quien. Se sintió impotente, por no decir aterrada, al notar que no sólo era una persona si no dos. Dos hombres que hablaban sobre ella. Eso le heló la sangre. Su tío ya no se oía ¿Qué le habían hecho? No quería ni pensarlo. No, eso no podía ser.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el pomo de la puerta. Uno de ellos lo estaba girando lentamente ¿Quería volverla loca? Instintivamente bajó por los escalones torpemente y se refugió detrás de la estantería donde coleccionaba sus libros más preciados. Era inútil, comprendía que esos muchachos no eran estúpidos y que la encontrarían tarde o temprano. Pero en un hueco pequeño de su mente la esperanza, que le daba nombre, le sugería resguardarse allí.

Su pulso fue en aumento al verlo entrar. Un tipo peligrosamente atractivo la buscaba con la mirada. Esta era encendida en sus ojos rojos. Terriblemente rojos en un fondo negro espeluznante. Los bellos de la nuca de Hope se electrizaron. El miedo ahora instaba en sus venas sin dejarla respirar con normalidad. Una extraña sensación la confundía entre tanto temor. Algo que jamás podría comprender. Una voz en su mente la incitaba a ir con él. Sí, esta comenzaba a tentarla para que se descubriera ante ese desconocido. Ante la negativa de su cuerpo, en lo más profundo deseaba encararlo. Sin saber a qué se exponía. Sin saber lo peligroso que podría llegar a ser ese hombre. Algo perverso le ordenaba salir de su escondite.

Otro individuo, idéntico al primero, se adentró en el pequeño sótano. La voz era más fuerte, sentía la conexión entre esos dos. Y como, por instinto, deducía que ellos eran los propietarios de aquella siniestra llamativa en sus pensamientos. La vulnerabilidad la atormentaba. El imán que la arrastraba hacia ellos cada vez era más fuerte. Y ver, como en un descuido, uno de ellos clavó sus penetrantes ojos en ella, la hundió por completo. Estaba acabada. El mal presumía su poder delante de ella.

-Hola gatita... Key, creo que ya hemos encontrado a nuestra mascota- Kay sonrió sin moverse. Sólo girándose sobre si mismo. Dándole una falsa libertad a Hope. Esta tragó saliva al ver como el hermano se acercaba a ellos.

-Mmm sólo viéndole esa preciosa cara me imagino todo el cuerpo. Tendremos diversión por horas...- No podía creer que fuera a ser violada por esos dos extraños. Nunca se había enfrentado a una situación así pero por sus libros sabía que si dos hombres hablaban así de una mujer no tendrían muy buenas intenciones con ella.

-No cariño. Nadie te va a violar. Venimos a mostrarte algo que te encantará. Ademas, tú al final lo pedirás- Espetó Key sin desviar la mirada de Hope.

¿Le acababa de leer la mente? ¿A qué se estaba enfrentando? ¿Quién eran esos hombres? Kay se acercó a la estantería para rodearla y ver como la muchacha se sentaba en el suelo intentando, en vano, alejarse de él. El hueco no la dejaba hacer nada más y verse indefensa sólo la hizo sollozar sin consuelo.

-No llores. En tu sueños así lo querías ¿No?- Al escuchar aquello su boca se abrió por completo, al igual que sus ojos. Sus pensamientos estaban expuestos y ahora, más que nunca, se sentía desnuda ante esos dos muchachos. La mano del que se había atrevido a acercarse se le puso en frente. Justo como en su “pesadilla” ¿Por qué sentía la tentación de ceder? Le harían daño, eso lo sabía. Entonces... ¿Por qué su cuerpo deseaba agarrar su extremidad sin importar lo que le fueran a hacer después?

Al decidirse mentalmente algo la desistió de hacerlo físicamente. Una cegadora luz apareció de la nada. Hope tuvo que taparse los ojos ante el fuerte destello y sólo pudo escuchar un sonoro “Mierda” por parte de uno de los jóvenes y volver a su posición anterior. Cruzó sus brazos para abrazar sus rodillas y hundió su cabeza entre ellas. No quería saber nada de lo que sucediera allí. Su imaginación intentó trasladarse a otro tiempo, a otro lugar...

-Hijo de puta. ¡Ah!

-¡Maldición, te lo dije imbécil! ¡Agg!

Después de esos dos gritos notó como la repentina luz se apagaba y la oscuridad volvía a inundar aquel sótano. Se atrevió a abrir los ojos. Todo estaba espeluznantemente en su lugar. Como si no hubiera pasado absolutamente nada...


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Entre el cielo y el infierno by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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