Introducción
Capítulo 1: La verdad detrás de la
puerta
No sabía cuantas veces había releído
ese libro. Cuantas lágrimas al llegar a ese final trágico que tanto
la afectaba. Por alguna razón cada mes volvía a él como un imán.
Se preguntaba a si misma porqué recurría a esa historia si al final
siempre la ponía tan mal ¿Masoquismo? No, se trataba de otra cosa.
Algo que no estaba dispuesta a aceptar.
Se sentó recostando su espalda en
aquel sillón viejo y desgastado que le acompañaba desde que tenía
uso de razón. Era lo único de “color llamativo” que destacaba
en esas cuatro paredes. Todo lo demás iba de un tono grisáceo a
marrones totalmente apagados. Si no fuera por la única ventana que
iluminaba débilmente ese lugar, su hogar, podría decirse que estaba
rodeada por colores oscuros y sombríos. A muchos les asustaría
entrar en ese sitio, en ese sótano. Pero para Hope era su casa,
donde se sentía protegida del terrible exterior. Un exterior que
jamás había visto. Por increíble que pareciera ella nunca se
atrevía a contradecir las órdenes de su tío Larry. Este, por años,
le aseguraba que lo de fuera podría dañarla. Incluso leyendo como
era en sus libros, alguna que otra vez, intentaba convencer a su tío
para que la dejara salir si quiera unos segundos. Ella jamás lo
desobedecería. La tentación era patente pero si Larry decía que
estaba segura allí dentro no lo iba a poner en duda.
Ese libro le encantaba, no sólo por la
definición del exterior, si no por el comportamiento que adquirían
los protagonistas en situaciones desconocidas y extrañamente
atrayentes para ella. Hope intentó imaginarse fuera de su encierro.
Observando el cielo que se describía en ese libro y donde el
personaje disfrutaba del aire fresco. Se encontró sintiendo la
hierba entre los dedos al acariciar la superficie en la que se
recostaba. En su mente no era ese viejo sillón, en su imaginación
era el liviano suelo del campo a la orilla de un lago. Las nubes
blancas y el cielo completamente azul. Oh dios. Su vientre
revoloteaba con aquella sensación de total paz. Hasta que aparecía
esa figura. Dándole la espalda, un hombre joven por la forma de su
cuerpo. También aspiraba suavemente pero algo no estaba bien con él.
Un pequeño detalle hacía que Hope se estremeciera cada vez que
soñaba con aquella escena. En el libro la muchacha terminaba por
zambullirse en el lago. Sola. En su sueño, ella avanzaba hasta meter
sus pies en el agua y al mirar hacía delante ese hombre extendía su
mano sin ni siquiera volverse a mirarla. Su perfil era siniestro y
podía entrever una macabra sonrisa. No describiría como miedo, ni
tampoco recelo, lo que comenzaba a crecer en su interior al ver ese
ser invitándola a algo, que ni ella misma sabía. Era ardor, calor y
tentación. Sí, tentación. Sus ojos se abrían justo cuando
extendía su mano para ¿Aceptar esa invitación? ¡No! Nunca debía
dejarse llevar por ese demonio. Su tío los llamaba así. Esas
personas que incitan a uno a hacer el mal.
Conocía la razón por la que la
encerraba allí. Era propensa a aceptar el mal. Era una pecadora. Muy
en el fondo lo sabía y quizás su tío podía evitar que se
convirtiera en uno de esos demonios. Comprendía cuando Larry le
explicaba que la gente ya no valoraba las buenas costumbres. El
respeto no existía ahí fuera. Hope asentía devastada ante su
supuesta realidad. Era débil y de fondo maligno por lo que tenía
que cuidarse de la gente que la incitara a perderse en el pecado.
Larry había sido siempre un feligrés
altamente fiel. Era estricto en sus visitas a la capilla del pueblo y
cada tarde recitaba un trozo de la biblia a su sobrina Hope. Hoy se
estaba demorando. Al salir de ese sueño tormentoso. La muchacha
comenzaba a extrañar la visita diaria. Era la única vez que entraba
con ella. Para las comidas usaba aquella trampilla en la puerta de la
entrada. Le tenía miedo, eso lo había asumido hace mucho tiempo.
Pero también notaba su cariño hacia ella. Al fin y al cabo la
estaba protegiendo ¿No?
---
-Vamos a entretenernos un raro ¿Qué
te parece?- Comentaba aquel chico al que parecía su gemelo. Ambos
pasaban por simples mortales pero sus ojos decían todo lo contrario.
Sus iris del color de la sangre distaba demasiado de ser de un
humano. Sus facciones podían hacer delirar a cualquier mujer que se
les cruzara y ellos sabían perfectamente el efecto que causaban.
-Key... Estoy cansado. Vamos a por la
cena y déjate de jugar- Espetó el hermano.
-Anda, no seas así. Sabes que te
gusta, puedo sentirlo. No lo olvides- Esto provocó una mueca
divertida en los labios de su hermano. Sus miradas parecían estar
conectadas en un vínculo más allá de lo se podía apreciar a
simple vista.
-Sólo por esta vez Key, no tengo ganas
de ver el culo blanquito de un arcángel hoy. Me repugna tratar con
ellos. Son tan irritantes...- Habría puesto sus ojos en blanco si no
fuera por la oscuridad que rodeaba ese iris inyectado en rojo
carmesí.
-Así me gusta Kay. Veamos que podemos
hacer para caldear el ambiente- Sin decir más se acercó a la granja
que habían acechado por varios minutos. El otro lo siguió de cerca
con las manos en los bolsillos de su pantalón. Ambos parecían,
dentro de lo que cabía, personas normales. Ropas un tanto siniestras
pero que pasaban por ser de estilo punk y gótico. Negros hasta los
dientes. Se podrían definir como “chicos malos”.
El hombre maduro al abrir la puerta
sólo encontró a dos muchachos un tanto raros. Nunca pensó lo que
representaban y mucho menos lo que se proponían hacer en esa
repentina visita. Los miró de arriba a bajo. No aprobó sus
vestimentas aun así preguntó la razón por la que estaban ahí.
-¿Qué desean jóvenes?- Ellos
simplemente sonrieron, ganándose una disgustada mirada del hombre.
Ya tenían su desaprobación. Aquello no los disgustaba, al
contrario, comenzaban a divertirse.
-Señor Larry... Hemos oído que tiene
usted una sobrina escondida en el sótano- Los ojos del susodicho se
abrieron al escuchar su nombre. Algo no iba bien. Nadie sabía sobre
la existencia de aquella muchacha. Sólo sus padres fallecidos y él
mismo. Quiso cerrar la puerta de golpe pero el pie de Key no lo dejó
completar la acción. -¿A que se debe semejante aberración?-
Desesperado, intentaba empujar fuerte para que no entraran pero con
un simple toque de Kay la puerta cedió por completo, haciendo que el
pobre hombre cayera de culo. Sintió un escalofrío al ver que los
rostros de aquellos muchachos habían cambiado. Sus ojos no eran los
de personas normales. Estaba frente a seres peligrosos y desconocidos
para él. Su corazón se encogió sobremanera, estaba notando lo que
parecía ser una angina de pecho. Ya había padecido de ello hacía
dos años atrás y maldecía padecerla de nuevo en esas
circunstancias. Kay se puso de cuclillas frente a él con una falsa
sonrisa, como si supiera por lo que estaba pasando. Su hermano
continuó hablando sin ni siquiera molestarse por girar hacia ellos.
Recorría el salón hasta las escaleras, olfateando sonoramente.
Estaba jugando, sabía perfectamente donde se encontraba la joven.
Volvió su mirada al hombre adolorido y derrotado en el suelo. Este
intentó reprimir un grito al sentir una punzada fulminante en su
brazo y pecho. Por nada del mundo consentiría que descubrieran el
escondite de Hope y tampoco mostrar su debilidad por la dolencia
adquirida.
-No sé de qué hablas joven- El hilo
de voz hizo reír a Kay.
-Estará asustada ahí abajo...
Pobrecita. Lo más seguro es que deseé que alguien la libere de su
encierro y le enseñe los “placeres del exterior”- Dejó de
fingir para acercarse al hombre maduro y lamerse los labios
provocativamente. El gesto asqueó a Larry temiéndose lo peor. Su
sobrina corría peligro y su maldito cuerpo cedía ante el inoportuno
infarto que en segundos lo dejaría incapacitado.
-¡No, por favor!- Gritó con su último
esfuerzo cuando vio a Key yendo hacia la puerta del sótano.
-¡Bingo! Viejo, he olido a tu querida
sobrina desde la otra punta del pueblo. Tiene un olor... Mmm no
quieras imaginar lo que me provoca hacerle a esa pequeña- Entrecerró
sus ojos degustando la escena que su mente perversa formaba en ese
momento.
-¡No!- No pudo evitar sollozar antes
de que su corazón le propinara otro duro y punzante golpe.
-¡Oh pobre! Me hubiera gustado que
presenciaras como disfrutaba tu sobrina de mis atenciones...- Esas
palabras de la boca de Key terminaron por destrozar al hombre
moribundo acabando con su vida.
-Ups pensé que aguantaría más...-
Comentó Kay, con todo juguetón, a su hermano. Golpeó la frente del
recién fallecido como si fuera un trozo de carne podrida y se acercó
a Key.
-Veamos qué tenemos aquí...- Se
dispuso a abrir esa puerta con el método normal. Normal cuando se
trataba de no usar sus poderes para no atraer a los incisivos
arcángeles. Giró la manilla lentamente y con toda la parsimonia del
mundo. La tensión les encantaba. Ver las caras angustiadas de los
simples mortales los excitaba y mucho más verlos rogar por sus
vidas.
---
Hope escuchó ruidos arriba cuando
despertó de su sueño. Le había extrañado el retraso de su tío y
más oír esos incesantes sonidos en la planta superior. Dejó el
libro en aquel sillón y comenzó a subir las escaleras. Al poner la
oreja escuchó risas ¿Risas? Un escalofrío recorrió su espalda.
Luego la voz proveniente de su tío gritando en negativa la asustó
casi provocando que aporreara la puerta y preguntar a su tío qué
estaba pasando. Sabía que algo no iba bien. Sabía que esas personas
estaban haciendo daño a Larry. Oh dios ¿Qué debía hacer? No tenía
forma de salir de allí para ayudar a su tío y mucho menos maña
para intentar salvarlo de dios sabe quien. Se sintió impotente, por
no decir aterrada, al notar que no sólo era una persona si no dos.
Dos hombres que hablaban sobre ella. Eso le heló la sangre. Su tío
ya no se oía ¿Qué le habían hecho? No quería ni pensarlo. No,
eso no podía ser.
Sus pensamientos fueron interrumpidos
por el pomo de la puerta. Uno de ellos lo estaba girando lentamente
¿Quería volverla loca? Instintivamente bajó por los escalones
torpemente y se refugió detrás de la estantería donde coleccionaba
sus libros más preciados. Era inútil, comprendía que esos
muchachos no eran estúpidos y que la encontrarían tarde o temprano.
Pero en un hueco pequeño de su mente la esperanza, que le daba
nombre, le sugería resguardarse allí.
Su pulso fue en aumento al verlo
entrar. Un tipo peligrosamente atractivo la buscaba con la mirada.
Esta era encendida en sus ojos rojos. Terriblemente rojos en un fondo
negro espeluznante. Los bellos de la nuca de Hope se electrizaron. El
miedo ahora instaba en sus venas sin dejarla respirar con normalidad.
Una extraña sensación la confundía entre tanto temor. Algo que
jamás podría comprender. Una voz en su mente la incitaba a ir con
él. Sí, esta comenzaba a tentarla para que se descubriera ante ese
desconocido. Ante la negativa de su cuerpo, en lo más profundo
deseaba encararlo. Sin saber a qué se exponía. Sin saber lo
peligroso que podría llegar a ser ese hombre. Algo perverso le
ordenaba salir de su escondite.
Otro individuo, idéntico al primero,
se adentró en el pequeño sótano. La voz era más fuerte, sentía
la conexión entre esos dos. Y como, por instinto, deducía que ellos
eran los propietarios de aquella siniestra llamativa en sus
pensamientos. La vulnerabilidad la atormentaba. El imán que la
arrastraba hacia ellos cada vez era más fuerte. Y ver, como en un
descuido, uno de ellos clavó sus penetrantes ojos en ella, la hundió
por completo. Estaba acabada. El mal presumía su poder delante de
ella.
-Hola gatita... Key, creo que ya hemos
encontrado a nuestra mascota- Kay sonrió sin moverse. Sólo
girándose sobre si mismo. Dándole una falsa libertad a Hope. Esta
tragó saliva al ver como el hermano se acercaba a ellos.
-Mmm sólo viéndole esa preciosa cara
me imagino todo el cuerpo. Tendremos diversión por horas...- No
podía creer que fuera a ser violada por esos dos extraños. Nunca se
había enfrentado a una situación así pero por sus libros sabía
que si dos hombres hablaban así de una mujer no tendrían muy buenas
intenciones con ella.
-No cariño. Nadie te va a violar.
Venimos a mostrarte algo que te encantará. Ademas, tú al final lo
pedirás- Espetó Key sin desviar la mirada de Hope.
¿Le acababa de leer la mente? ¿A qué
se estaba enfrentando? ¿Quién eran esos hombres? Kay se acercó a
la estantería para rodearla y ver como la muchacha se sentaba en el
suelo intentando, en vano, alejarse de él. El hueco no la dejaba
hacer nada más y verse indefensa sólo la hizo sollozar sin
consuelo.
-No llores. En tu sueños así lo
querías ¿No?- Al escuchar aquello su boca se abrió por completo,
al igual que sus ojos. Sus pensamientos estaban expuestos y ahora,
más que nunca, se sentía desnuda ante esos dos muchachos. La mano
del que se había atrevido a acercarse se le puso en frente. Justo
como en su “pesadilla” ¿Por qué sentía la tentación de ceder?
Le harían daño, eso lo sabía. Entonces... ¿Por qué su cuerpo
deseaba agarrar su extremidad sin importar lo que le fueran a hacer
después?
Al decidirse mentalmente algo la
desistió de hacerlo físicamente. Una cegadora luz apareció de la
nada. Hope tuvo que taparse los ojos ante el fuerte destello y sólo
pudo escuchar un sonoro “Mierda” por parte de uno de los jóvenes
y volver a su posición anterior. Cruzó sus brazos para abrazar sus
rodillas y hundió su cabeza entre ellas. No quería saber nada de lo
que sucediera allí. Su imaginación intentó trasladarse a otro
tiempo, a otro lugar...
-Hijo de puta. ¡Ah!
-¡Maldición, te lo dije imbécil!
¡Agg!
Después de esos dos gritos notó como
la repentina luz se apagaba y la oscuridad volvía a inundar aquel
sótano. Se atrevió a abrir los ojos. Todo estaba espeluznantemente
en su lugar. Como si no hubiera pasado absolutamente nada...

Entre el cielo y el infierno by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Permissions beyond the scope of this license may be available at https://www.facebook.com/LaCulturaKPopYJPop.
No hay comentarios:
Publicar un comentario