Bueno pues aquí está la tercera parte de esta historia, ya sabeis, comentad que os parece, me gustaría saber vuestra opinión...
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Oscuridad: Capítulo 3
-Anna, ya
está el desayuno- La voz resonó en su cabeza como en un sueño, pero
sabía que era la voz de su amiga Jessica desde la cocina. Una punzada de
dolor le recorrió la sien, al pasar su palma de la mano por ella se dio
cuenta que su pelo estaba mojado ¿Sudor? No demasiado mojado para que
fuera sudor, maldijo darse cuenta de que el día anterior fue real... Se
fue a dar una ducha quizás el agua la haría sentirse mejor...
Bajó las escaleras en un suspiro, casi cae
rodando por ellas al tropezar, pero reguló al llegar abajo. Jessica
sonrió cálidamente al ver a Anna, aunque esta podía ver un matiz de
preocupación en su rostro...
-¿Te bajó la temperatura?- Se le acercó y posó la mano en su frente.
-Sobre eso... me he despertado con el pelo
mojado, que recuerde ayer no me acosté con el pelo húmedo...- Su mano
sacudió su pelo recién lavado y observó como el entrecejo de su amiga se
fruncía en la confusión.
-¿No recuerdas nada de lo de anoche?
-¿Qué debería recordad?- Dicho esto Jessica se sentó frente a ella, tomo sus manos entre las de ella en señal de apoyo...
-¿Jessica?
-¿Jessica?
-Ayer por la madrugada me levanté a
revisar que tal estabas pero al llegar a tu habitación no estabas amiga,
así que pillé mi abrigo y salí a buscarte. Recordé que a ti y a tu
hermano os gustaba ir al bosque cuando os enfadabais, así que supuse que
estabas cerca del río meditando todo lo de ayer, pero antes de entrar
allí... Vi como salías de entre los árboles, estabas empapada y corrías
como una descosida... No sé lo que te había pasado pero estabas tan
nerviosa... Temblabas, así que no pregunté, al llegar a casa te ayudé a
cambiarte, aun así tenías fiebre. Al llevarte algo caliente para beber
vi que estabas dormida... He preferido esperar a que despertaras para
que me contaras... ¿Qué te pasó en el bosque?- Su mirada era cálida,
pero también transmitía acusación, tenía razón debía decirle lo que
pensaba. Al fin y al cabo, era como su hermana.
-Jessica... no recuerdo nada... esto es nuevo para mí...
-Anna confía en mí...
-...Llevo dos noches sin recordar lo que
pasa en ellas, no encuentro una explicación lógica para todo esto, pero
creo que me estoy volviendo loca...- Su tono reflejaba su angustia, los
últimos segundos sus manos agarraban las de su amiga más fuerte de lo
normal. Aflojó ya que no quería hacerle daño, tampoco quería preocuparla
con lo que sospechaba en lo más profundo de su mente...
-Anna... averiguaremos donde esta Ariel y
que es lo que te está pasando, cueste lo que cueste amiga- En un
repentino movimiento tiró de sus manos y la abrazó fuertemente. Anna
agradeció el tierno abrazo pero no podría calmar lo que sentía.
Cruzaba la calle, para abrir la tienda,
hacia días que no la abría debido a todo lo que estaba pasando. Esperaba
que al llegar su hermano pudieran hacer frente a las pequeñas deudas
que acumulaba. Ariel era bueno con las cuentas y su vuelta podría salvar
el negocio. Mientras pensaba en él, eso que tanto estaba evitando
pensar, se hizo realidad...
-Otra chica ha aparecido muerta en el
bosque, dicen que podría ser un oso, pero el agente Carry no quiere
aclarar nada, mi marido tampoco me dice nada. Yo tengo miedo, ese oso
podría llegar al pueblo y estaríamos todos en peligro- La voz provenía
de la mujer del cazador, estaba hablando al lado de su tienda, con la
chica de la floristería. Escuchando con temor, dejó en sus manos un par
de flores que andaba colocando, en el escaparate, al aire libre.
Algo en el fondo de su alma estalló... Dos
noches, dos cadáveres y ella cerca de las dos antes de encontrarlas
muertas... ¿Fue ella? ¿Ella las mató? Todo la apuntaba, su corazón
palpitaba fuertemente y no la dejaba respirar con normalidad. Todo
estaba claro... menos una cosa ¿No era un animal lo que las mató? ¿Era
una especie de criatura maligna? Eso era una estupidez, ella no creía en
esas cosas, pero en esas circunstancias... ¿No intentaba convencerse de
que no creía en eso para evitar hacerse ver culpable? ¿De verdad podía
ser? Tenía que averiguar lo que era en realidad... Pero de pronto todo
se volvió negro...
-Querida, dame agua, parece que ya abre
los ojos- La mujer del cazador la estaba mirando, tenía un trozo de
algodón en una de sus manos y en la otra un bote de lo que parecía
alcohol.
-¿Qué... qué ha pasado?- Volvió en sí poco
a poco, intentó levantarse pero la mujer la obligó a permanecer
sentada, hasta que se encontrara mejor.
-Anna, querida, acabas de desvanecerte frente a tu tienda ¿Estás comiendo bien?
-Señora tengo que irme, tengo que detener
esto, tengo...- Volvía a ver como todo se tambaleaba, pero no podía
quedarse allí. No ahora que sabía que ella misma podría ser un peligro,
para todos, para su hermano ¿Donde estaba su hermano? Quizás ella misma
lo había matado como a las demás chicas... ¡No! Ella jamás dañaría a su
hermano...
-¡Anna, estás delirando, cálmate y
descansa muchacha!- Gritó desconsoladamente pero Anna ya estaba de pie y
aun tambaleándose caminaba hacia la puerta.
No podía hacerle caso tenía que ir a la
comisaría, debía entregarse, era un peligro si volvía la noche y estaba
libre, debía estar encerrada. Quizás el agente Carry le dijera que era
en verdad, en que clase de bestia se volvía por las noches... Salió de
la floristería donde las dos mujeres la habían llevado minutos antes al
desmayarse. Estaba corriendo tan deprisa que sus ojos llorosos
comenzaban a secarse con el aire frió de la mañana.
El policía salía de una de las celdas, los
cuerpos de las muchachas estaban allí, maldecía el pueblo por no tener
un hospital. En ese lugar nunca pasa nada como eso, la gente moría de
vejez y cuando eso ocurría se enterraban al día siguiente. Esto jamás
había pasado, aunque por un segundo su mente recordó la gente
desaparecida todos esos años atrás. Aquello era diferente, la gente
ahora aparecía muerta. Esos cuerpos debían tener un lugar decente para
una autopsia, también un forense, que viviera allí y no tener que venir
de la ciudad para investigar en ese pueblo, ahora maldito...
Anna lo vio volver a su escritorio,
sentándose con desgana la miró y le indicó que se sentara frente a él,
podía ver la respiración fuerte de Anna. Necesitaba recobrar el aliento
antes de hablar con el agente, este esperó a que ella recuperara la
compostura.
-¿Tu hermano sigue desaparecido?
-Así es, ¿Ya puede ayudarme?
-Si, pero tendrás que rellenar esto
muchacha- del primer cajón del escritorio sacó un formulario, lo giró
hacia la joven y le brindó una pluma que puso encima del papel. Era
bastante llamativa, marrón con sus bordes dorados. Al cogerla vio que
era mas ligera de lo que pensaba y al escribir la tinta salía sin
esfuerzo, pero Anna ya no pensaba en eso. El formulario estaba allí
esperando a ser rellenado, pero ella no pensaba rellenarlo... Ella había
llegado allí con otras intenciones.
-¿Anna? ¿Se encuentra bien, muchacha?- El
agente la miraba sorprendido puesto que hace unos segundos ella andaba
dispuesta a rellenar el formulario y de pronto la observó. Tenía una
mueca en su rostro que no pudo reconocer...
-Agente ¿Cuándo viene el forense?- La
joven dejó la pluma encima del formulario muy lentamente. El hombre
observó que temblaba, toda ella se sumía a un incesante temblor...
-Muchacha, aunque venga, yo sé lo que va a
decir, hay un oso cerca del pueblo. No pasa nada si te mantienes
alejada del bosque y el mayor tiempo posible en casa...
-Agente... Usted no lo entiende ¡No es un
oso!- Anna ya estaba de pie, sus puños golpearon la mesa en su
frustración, pero estaba dispuesta a decirle todo lo que pensaba al
hombre que tenía enfrente. Así ella estaría encerrada para que no
pudiera hacer mas daño ¿Le creería? Lo que estaba a punto de decir era
una locura... No, definitivamente debía contárselo, le daba igual si le
creía o no, debía terminar con todo...
-¡¿Anna?!- Él también estaba ahora
levantado, se notaba el sobresalto, nunca le había pasado una situación
así, la chica parecía que iba a estallar.
-¡No es un oso! Usted... yo no he venido esta vez para el caso de mi hermano, yo he venido a pedirle ¡A exigirle que me...
La puerta de la comisaria se abrió de par
en par, esto interrumpió a Anna que giró su rostro hacia el estrepitoso
sonido. Antes de poder ver nada por la fuerte luz de la mañana, la
figura, que irrumpió en la comisaria, habló...
-Comisario...
debo hablar con usted- Su tono era mas bien el de una exigencia, ambos
le observaron incrédulos. Era un tipo bastante alto, lucía un pelo
estratégicamente despeinado. Un abrigo largo, que le llegaba hasta las
rodillas, una bufanda de hilo y unos guantes de cuero le cubrían. El
frío que hacía fuera, con una fuerte corriente, por el portazo, entró
rápidamente en el lugar e hizo temblar aun más a Anna. Era un forastero,
jamás lo había visto en el pueblo, quizás un periodista que se hizo eco
de los asesinatos o quizás alguien desconocido del que debía cuidarse.
Su porte transmitía demasiada seguridad, Anna solo se preguntaba porqué
entró así en ese mismo instante...Quizás... ¿Lo hizo conscientemente
para evitar que ella se entregara? Pero ¿Cómo iba a saber ese hombre lo
que ella iba a confesar? Sus ojos se cruzaron, fue ahí cuando Anna supo
que el sabía algo. Algo que quizás podría cambiarlo todo...
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Oscuridad por Laura Ramírez Patarro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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