Oscuridad: Capítulo 4
Anna estaba observando a aquel
individuo, había algo en él que le impedía apartar la mirada. No
alcanzó a entender de qué se trataba pero la voz del agente
irrumpió en sus pensamientos...
-¿Quién es usted?
-Siento haber entrado de esa forma
pero hace bastante frío ahí fuera, soy agente federal, me llamo Dan
Evans- Mientras cerraba la puerta con una mano, con la otra sacaba de
su bolsillo lo que parecía una placa.
-¿Qué le trae por aquí, agente?- El
comisario se acercó afablemente al joven, al fin y al cabo eran
colegas de profesión. Evans guardó su placa y también se acercó
con seguridad.
-Usted llamó hace dos días
informando de un cadáver, al parecer desmembrado por un animal...
-Así es, aunque ahora son dos
cuerpos, yo solicité un forense, solo para confirmar lo que ya
sabemos agente Evans...- Su tono era el de un veterano intentando
enseñar a un novato.
-Cierto, por eso estoy aquí, revisaré
el caso, supuestamente fue un oso quién mató a esas dos chicas pero
nunca se sabe...- En ese mismo instante su mirada tornó a un lado,
hacia Anna, la miró fijamente. Fue como si por un segundo un
cuchillo la atravesara, pero el joven se limitó a volver la mirada
hacia el otro hombre. -Así que mientras el forense llega, me
gustaría estar seguro de lo que está pasando aquí
-Pues esta claro agente...
-Enséñeme donde están los cuerpos
Comisario
-Venga, por aquí
Anna aun seguía inmóvil, cuando ambos
se alejaban hacia las celdas, no sabía todavía que era lo que había
pasado unos segundos atrás. Quizás el agente Carry no se dio cuenta
de un pequeño detalle pero ella escuchó perfectamente ¿Chicas?
Según dijo, el comisario Carry llamó una sola vez ¿Como sabía qué
eran dos chicas? ¿Qué intenciones tenia ese tipo? Ya no valdría de
nada entregarse, solo la tomarían por loca ¿Que debía hacer?
Comenzó a ir hacía la salida pero la voces de los dos hombres, cada
vez más cerca, la paralizó.
-...nunca pensé que en la dieta del
oso pardo entramos nosotros- la conversación cada vez más amena
entre el comisario y el joven llegó hasta la salida, donde Anna
rezaba por encontrar una escusa para irse de allí inmediatamente.
-Traeré refuerzos y nos dispondremos
a cazar ese animal, pero igualmente gracias por la ayuda agente
Evans, ¿Tiene un sitio donde alojarse?
-Si, no se preocupe. Solo asegúrese
de que nadie pisa el bosque- Su voz había cambiado, su rostro estaba
relajado y su mueca era totalmente diferente a cuando entró. Ofrecía
una cálida sonrisa, falsa seguramente, pensó ella. Lo miraba pero
no consiguió descifrar nada de él, tampoco tenía intención de
averiguarlo...
-Agente Carry, encuentre a mi hermano,
yo ahora tengo que irme...- Abrió la puerta decidida sabía que
estaba cerca de poder irse de ese sitio y no dudó en intentar
hacerlo rápido.
-Espere- El joven le había agarrado
del brazo impidiéndole salir, estaba acabada, este tipo la había
atrapado ¿Que iba a pasar ahora? -Disculpe, me han comentado que la
gente de aquí se conoce el bosque mejor que nadie ¿Es eso cierto?-
La soltó suavemente para que se sintiera libre de contestar.
-Así es, me lo conozco como la palma
de mi mano- El orgullo la hizo caer, quizás si hubiera dicho que no,
se lo hubiera quitado de encima, pero ¿Y si sabía cosas sobre lo
que era realmente ella? Si se trataba de un federal, las cosas
extrañas no le sorprenderían ¿O sí?
-Ha tenido suerte agente Evans, Anna
es una joven muy agradable, ella le dará toda la información que
desee- Parecía que a ese hombre se le pasaba por alto que minutos
antes le estaba gritando en la cara bastante alterada. No sabía el
porqué, pero ella decidió callar.
-¿Quiere tomar un café conmigo? Me
gustaría hacerle algunas preguntas Anna
La puerta de la cafetería se abrió y
los dos jóvenes entraron, los vahos que salían de sus bocas
heladas, reflejaban el frío que hacía esa mañana en ese maldito
pueblo. Aunque en la cafetería hacia casi el mismo frío, no tenían
para calefacción así que no se despojaron nada de lo que llevaban
puesto. Escogieron una mesa bastante alejada de las demás, no
estaban dispuestos de que su conversación la oyeran otros. Se
sentaron uno enfrente del otro, aunque Anna no paraba de mirar a
través de la ventana, se sentía presionada al estar ahí en contra
de su voluntad; no, eso no era cierto ella aceptó la invitación, él
podría decirle la verdad, ella podría sacarle información, pero
¿Qué era esa sensación? era como si pudiera controlarla y cambiar
su opinión con tan solo sugerirlo. Dos caminos... ¿Salir de ese
sitio sin más o arriesgarse para obtener información y poder
encontrar a su hermano? Optó por el segundo, ella ahora ya no
importaba...
-¡Uy! No es usted de por aquí
¿Cierto?- La camarera se les acercó con una sonrisa cálida en su
cara. Miró a Anna pero al verla con la mirada perdida hacia la
ventana, optó por mirar a Evans, al no resultarle conocido comenzó
su papel como lugareña amable que da la bienvenida a un forastero.
El tipo era muy atractivo y su mueca tornó divertida para llamar la
atención del desconocido.
-Así es, tráiganos dos cafés y algo
para acompañarlos, por favor- El tono seco de Evans molestó a la
muchacha que esperaba una sonrisa como respuesta a su amabilidad y
recibió un corte duro en su orgullo. Miró a Anna con desgana y
volvió a mirar al joven.- ¿Está sorda?
-No, no lo estoy. Ya mismo les traigo
los cafés- Se volvió sobre sus pasos aún volviendo la mirada,
furiosa, hacia el tipo. Su postura infantil hizo sonreír a Evans,
gesto que captó la atención de Anna ¿Fingía no prestar atención?
La cara de satisfacción del joven hizo que Anna volviera su rostro
hacia la ventana, con un sonido de molestia en sus labios.
-¿Qué tanto le molesta?- Evans
decidió romper el silencio que parecía empezar a molestarle a
ambos. Sus brazos estaba cruzados ahora encima de la mesa, aun
llevaba esos guantes de cuero.
-No sé, quizás su misma
presencia...- Solo lo miró de reojo sin moverse un ápice.
-No sea cruel, debería confiar en
alguien, ¿Qué mejor que en un agente de la ley?
-En quien deposite yo mi confianza no
es de su incumbencia, no me conoce ¿Qué es lo que quiere de mi?-
Cuando se quiso dar cuenta se encontraba mirándolo fijamente,
necesitaba una respuesta urgente. La postura de dejadez la sustituyó
por una insistente, estaba con sus codos hincados en la mesa y con
sus labios fruncidos en el enfado. Demasiado cerca, su mente se quedó
en blanco.
-Aquí tienen...- La joven camarera
soltó de mala gana ambos cafés, casi vertiendo el líquido,
obligándolos a apartarse. Sonrió al ver el efecto y también dejó
un plato con un par de croissants, bastante grandes.
-Gracias- Evans sacó de su bolsillo
una cartera y sacó un billete, la cara de la camarera se iluminó al
ver tal ofrenda. Era bastante más de lo que costaba el desayuno que
había pedido.- Quédate con la vuelta- El volvió a sonreír y
pareció que eso alegró el día a la muchacha que se alejaba
murmurando cosas alegremente.
-Tiene algo que hace no poder dejar de
mirarlo, esa pobre ha caído rendida- La mirada de Anna ya no parecía
perdida, ahora mismo clavaba sus ojos en los de él, desafiante.
-Suelo causar ese efecto entre las
mujeres, pero usted es la única que se ha dado cuenta antes de ser
cautivada por mí...
-Encima de mentiroso, presuntuoso, la
verdad es que lo tiene todo si- Hizo un gesto con las manos y se echó
hacia atrás en señal de desinterés
-Si, lo soy, pero usted también...
-¿Perdón?- Volvió a ponerse hacia
delante. No podía creer lo que había oído.
-Ocultar la verdad, también es
mentir, ambos hemos callado frente al comisario y ambos sabemos que
no ha sido un oso lo que atacó a esas chicas
-Usted no sabe nada, yo estaba ahí
para...
-No diga nada de lo que después se
arrepienta Anna, voy a confiarle lo que sé, lo que las mató...
-No sé qué las mató, pero sé
quién...- No sabía porqué estaba dispuesta a contarle la verdad, a
contarle lo que mas temía, pero ya no había vuelta atrás. -Fui yo,
yo las maté, todo me apunta, y recuerdo vagamente esas dos noches.
Dentro de mí, lo sé, se que hay algo, algo maligno que me da miedo
descubrir, pero que mató a esas dos muchachas y quizás... a mi
hermano- Ya estaba todo dicho, ya no tenía escapatoria, solo confiar
en el hombre que la miraba fijamente, sorprendentemente, sin cambiar
su reacción ni un segundo, es como si se lo esperara. Anna aguardó
a que dijera algo, lo más seguro es que la tomara por loca, o
incluso la encerrara por lo que había hecho. Era un federal, quizás
lo que ella estaba diciendo era algo normal para él. El silencio la
estaba matando...
-Voy a confiarle lo que sé...-
Inesperadamente prosiguió con lo que estaba diciéndole ¿Había
ignorado todo lo que le había confesado? Su cara cada vez más
fruncida por el enfado ¿La había ignorado totalmente? Pero entonces
pensó que él estaba apunto de decirle lo que mató a las chicas, en
que se convertía por las noches... Decidió callar y escuchar, por
muy molesta que estuviese. -Es una criatura que no se rige por el
orden natural, algo que mucha gente no creería, pero usted si,
incluso sabe perfectamente de que bestia se trata ¿No es así?- Anna
asintió. En el fondo de su alma ya sabía lo que era, una bestia que
por el día era como cualquier otro ser humano, pero que por las
noches se transformaba en una criatura capaz de devorar a un ser
humano sin contemplaciones. Algo maligno...
-Un hombre-lobo- un hilo de voz salió
de ella, fue más bien como un susurro desgarrado, le dolió tan solo
decirlo. Un par de lagrimas brotaron de sus ojos, pero al volver su
mirada al hombre que tenía en frente... algo la dejó helada por
dentro. Evans estaba mostrando una sonrisa...
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