Capítulo 4: Límites
Capítulo 5: ¿Coincidencias?
-No mamá, sabes que si acepto la propuesta de papá me sentiré mal. Quiero subir por mis propios medios no porque sea la hija del jefe...- Explicaba la joven mientras por teléfono su madre intentaba convencerla para trabajar en la empresa de su padre. Jamás había aceptado ese tipo de apoyo y menos si la hacían parecer favorecida por su posición e incluso por su minusvalía. Todo, absolutamente todo quería ganárselo con su esfuerzo. Si para esto debía trabajar aun más que los demás no le importaba, haría lo que fuera por destruir cualquier barrera que se le cruzara. Su madre, por el contrario, intentaba protegerla de cualquier exposición al mundo real, Alice odiaba eso ya que no la dejaba avanzar como alguien normal. Normal eso es lo que anhelaba ser. -Sí, lo sé pero no quiero. Justo ahora me preparo para la entrevista. Es una de las empresas más importantes del país y sabrán apreciar mis virtudes... Sí, tranquila. Young Mi me acompañará... No, todo irá bien no te preocupes. Seré la mejor asistente de Seúl, te lo aseguro- Por fin daba su brazo a torcer dejándola al menos con menor presión para afrontar su entrevista.
-¡Alice! ¡No te lo vas a creer!- Claire apareció por la puerta de la habitación de la muchacha, al parecer había corrido hasta allí, su respiración agitada la delataba.
-¡¿Qué?! ¿Qué sucede?- Alice aun seguía al teléfono pero la entrada eufórica de su amiga la hizo brincar del susto. Se escuchó la voz de la preocupada madre a través del auricular. -Ah, mamá tranquila es Young Mi, bueno cuelgo. Luego te llamo. Te quiero- Para colgar pasó su mano por la pantalla de aquel teléfono. No era uno cualquiera, se activaban casi todas sus opciones por la voz y otras también al tacto. Todo pensado para una persona ciega. Perfecto para ella. -Claire ¿Qué pasa? A mamá casi le da un infarto al oírte
-Es mejor que bajes y lo compruebes tú misma- Fue hacia ella y la agarró por el brazo guiándola hasta el salón. En la mesa central había tres ramos de rosas, uno blanco, otro rosa y el otro rojo. Young Mi comenzó a describírselos y la joven frunció el ceño, no entendía nada. -Son preciosos...
-Pero ¿Quién los ha mandado? No entiendo- Alice se dejó guiar hasta que su mano fue acomodada entre los pétalos, para que pudiera tocarlos. Eran tan suaves que no pudo resistirse a olerlos, aquellas rosas en su imaginación estaban vivas. Se podía descubrir que aquellos ramos habían sido sacados de un jardín demasiado pulcro. El que las compró no debía dolerle mucho el bolsillo, seguramente alguien con suficiente dinero como para regalar algo así sin preocuparse por su alto coste.
-No sé pero tengo una ligera sospecha...- Sin ni siquiera tener que mirarla, Sung Hye adivinaba la mueca que estaba haciendo su amiga en esos momentos. Estaba privada de su sentido de la vista pero los demás le proporcionaban otras habilidades que para ella eran aun más importantes. Como saber leer a la gente con una simple charla, descubrir la intencionalidad detrás de una palabra o el poder adivinar gestos y ademanes según el tono de voz, cosas que otros pasarían por alto.
-A ver... Ilumíname- Dijo, con desgana, sin dejar de oler aquellas flores.
-El tipo del café, con el que te peleaste. Estoy segura- Lucía una amplia sonrisa, por alguna razón su tono era bastante divertido algo que hizo a Alice fruncir el ceño. Comenzó a buscar entre las flores -Voy a ver si hay una nota, mi intuición nunca falla debe ser él
-¿Por qué... Por qué iba ese idiota a mandarme esto?
-Quizás quiera disculparse... ¡Ah, no me digas! Se quedó totalmente flechado por ti- Su voz se volvía cada vez más burlona.
-Al parecer así es. Al final todos son iguales...
-Espera... Suenas como si estuvieras ¿Decepcionada? Por una milésima de segundo me ha parecido entender que... ¿Esperabas que fuera diferente? Oh, dios. Alice “La dama de hierro” ha pensado en un hombre de distinta forma ¡No puedo creerlo!- Sus manos se hallaban en alto exagerando sus palabras, en realidad estaba alucinada por su propia deducción pero Sung Hye irrumpió en todo su teatro.
-¡Estás loca! Jamás he dicho eso, solo que esto confirma lo que siempre he pensado ¡Nada más!
-Vale, vale como tú digas. ¡Ajá! ¡Aquí está!- Por fin dio con un sobre. Era de un tono rojizo con bordados dorados. Sin querer Alice se mostró curiosa ante el hallazgo de su amiga que al darse cuenta comenzó a dar más suspense al asunto. -Wow, tiene dinero. Bastante diría yo, el sobre tiene clase. Me gusta... Veamos su letra, si está escrito a mano dirá mucho de él ¿No crees?
-Solo dirá que sigue siendo un cretino. Seguramente sea un mujeriego como todos los demás, no le importa lo más mínimo si es una muñequita, una zorra o una ciega. Ambas sabemos como son- Espetó Sung Hye con ímpetu. Young Mi simplemente la ignoró recitando el contenido de aquella pequeña carta.
-Mm preciosa letra...- Comentó antes de empezar a leer...
“Me gustaría disculparme por lo sucedido hace un par de días, sé que las flores no compensan aquel mal trago pero me agradaría que nos encontráramos de nuevo. No empezamos con buen pie ¿Lo intentamos de nuevo? Nos creamos malas impresiones. Creo que ninguno de los dos somos así.
Si no es molestia ¿Podríamos encontramos mañana allí donde comenzó todo? A las 7 de la tarde. Seguramente me quede solo esperando pero no pierdo nada por intentar arreglar las cosas ¿No?
Atentamente: Jong”
-No voy a ir- Se adelantó Alice con total seguridad.
-Pero si yo misma me he emocionado. Sé que no me escucharás pero no pierdes nada por tener un “nuevo amigo”. El psicólogo te lo aconsejó
-No me ha gustado nada como ha sonado eso de “nuevo amigo” y sí, lo sé pero no quiero tener nada que ver con “amigos”, tú lo sabes mejor que nadie- Hizo el amago de voltear hacia la puerta ya llevaban tiempo ahí y podría llegar tarde a la entrevista.
-Lo que te pierdes... Encima de todo es educado- Dejó la nota donde estaba y imitó a su amiga, en la entrada agarró su abrigo y el de ella. -No como su amiguete... Imbécil...
-¿Encima de todo?- Se arrepintió de haber preguntado aquello, sabía la reacción por parte de Claire.
-¡Ah! Sabía que querías saber... Es guapo y sumamente atrayente. Sus facciones son duras y sus ojos sonríen por si solos. Cuando se nos acercó, antes de verterle tú el café, su aura era totalmente seductora. Wow creo que si dejaras ese “problema” de lado podrías tener algo bastante interesante, por no decir intenso, con él- Lo había descargado todo, la cara de su amiga denotaba total atención. Sí, lo sabía. Ese tipo había sacado de sus casillas a Sung Hye pero extrañamente sabía que se sentía, de alguna forma, atraída por él. Solo necesitaba un pequeño empujoncito por parte suya.
-Debe tenerlas todas a sus pies, pero yo no caeré en su juego. Ni hablar Claire- Esperó que esta le abriera la puerta y ambas salieron de casa.
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-Uf, creo que tendré que darme prisa ¡Taemin!- Jonghyun estaba terminando con su nudo de la corbata. Llegaba tarde al trabajo y jamás podría perdonárselo hoy. Era día de ampliar la plantilla, siempre había sido muy meticuloso al escoger gente nueva, debían estar preparados al máximo y con gran capacidad para afrontar cualquier reto empresarial. En una hora decidiría el futuro de un numeroso grupo de personas así que su mente debía estar lúcida y fresca. Taemin era su compañero del grupo pero fuera de las presentaciones y todo lo relacionado con él, siempre había vivido en su casa, la madre del menor era la ama de llaves de la familia Kim. Habían crecido juntos como hermanos pero al crecer la realidad les golpeó brutalmente a ambos. Ahora Taemin era su chófer sin dejar de ser como de su familia. -¡Taemin!- Al no obtener respuesta salió de su habitación poniéndose ya la chaqueta con rapidez. Nada, bajó al piso bajo y ni rastro de él.
-Señor ¿Qué sucede? ¿Qué ha vuelto a hacer mi hijo?- Era la empleada de la casa, la madre de Taemin que sabiendo la actitud de su hijo temía de nuevo una trastada.
-No lo encuentro, tía- Era como una tía para él y la confianza era grande aunque ella se resistía a llamarlo de tú lo adoraba como a su propio hijo. Cuando el padre de Jong fue encarcelado ella fue un apoyo tanto para él como para su propia madre. Su estancia lejos de ellas y Taemin fue la peor época de su vida, volver viendo como lo recibían con los brazos abiertos fue lo que lo ayudó a no volverse loco. Jamás les contó lo que había sufrido allí dentro, los juicios contra el internado los llevaba lo más discretamente posible aunque su nombre resonaba en los periódicos nunca dejó que su madre sufriera por ello. Bastante tenía con el desgraciado de su progenitor. -Necesito que me lleve rápido a la empresa. Hoy es un día muy importante. Nada, déjalo. Cogeré mi coche- Se dirigió a la entrada para abrir la caja que contenían las llaves, no estaban las de su coche... Adivinó lo que estaba pasando. -Cuando vuelva lo mataré tía, te lo juro. Te quedarás sin hijo- Estaba enfurecido pero no tenía tiempo para eso así que agarró las llaves del coche común de la familia y salió disparado de casa. La mujer simplemente sonrió viéndolo marchar.
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-Debimos coger un taxi- Comentó Alice mientras se paraban en el semáforo, iban andando pero al parecer no sabían por donde ir, había mucho jaleo por ser hora punta y estaban un tanto perdidas. California era igual de ajetreada pero tantos años fuera de Seúl las tenía despistadas a ambas.
-Aish, tienes razón. Lo siento Alice, espero que no lleguemos tarde si no, te doy permiso para matarme- Young Mi se pasó una mano por la frente en señal de frustración por lo que no vio como un Ferrari descapotable totalmente rojo se paraba justo enfrente.
-Anda subid- Era la voz de Taemin, estaba enfrente de ellas invitándolas a entrar en su coche. Espera no, el coche de Jonghyun. Sonrió triunfante cuando Claire lo miró dándose cuenta de su presencia.
-¡¿Perdón?!- Estaba totalmente sorprendida, aquel estúpido estaba enfrente de ella como si la conociera de toda la vida. Invitándola a algo que no tenía intención de aceptar.
-Siento lo del otro día, anda deja que te haga este favor para quedar en paz ¿Quieres?- Sin salir del coche la observó detenidamente. Pensaba en la apuesta con Jonghyun, debía ganar aunque seguro disfrutaría antes. Aquella muchacha era hermosa y reconocía que le atraía lo bastante como para volverse loco por ella pero necesitaba centrarse en el “juego”. Pestañeó un par de veces para convencerla, era matador. Demasiado adorable para resistirse pensaba él.
-Eres increíble, lo tuyo es descaro y encima ni disimulas. Lo siento pero no, seguiremos andando- Agarró fuerte el brazo de Alice y comenzaron a caminar. Taemin no lo dudó, se volvió a la carretera y las siguió conduciendo justo al lado de ellas.
-Te molestaré hasta que subas, venga no seas así. Al parecer tu amiga tiene prisa, llegareis tarde...- Sonreía, esta vez no podía negarse. Había descubierto que el Talón de Aquiles de esa chica era su amiga.
-Claire, tiene razón. Además no pierdes nada por tener un “nuevo amigo”- La venganza se hacía presente, Alice soltó una risilla que la molestó pero había caído en su propias palabras. Se mordió el labio inferior.
-Si intentas algo raro yo misma te daré una paliza- Dicho esto paró en seco para dirigirse al coche. Ahora se fijó, por el vehículo que conducía se notaba que tenía dinero, su forma de actuar no le pegaba. Era totalmente maleducado y grosero. Reconocía que era el tipo más guapo que había visto pero su actitud lo degradaba. No podía con él, solo su comportamiento la llenaba de ira. Su cuerpo la traicionaba ya que físicamente era totalmente su estilo, se maldijo cuando su piel se erizó al ver que Taemin le dedicaba una sonrisa picara. Lo había complacido y él estaba eufórico. Maldición. Se autoconsoló, después de esta no volvería a verlo o por lo menos evitaría encontrárselo de nuevo. Sin más el coche arrancó hacía su destino.
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Pon fin había llegado a la oficina, las escaleras las saltaba de dos en dos con facilidad. Su cuerpo se lo permitía. Al llegar rezó porque la reunión aun no hubiera comenzado. Se encontró con algo aun más grotesco...
Todos los socios estaban reunidos muchas caras habituales menos una. Esa cara que le recordaba los peores años de su vida. Esa cara que tanto odiaba. Ahí estaba su padre, participando en una reunión en la cual él no debería estar. Su mundo calló a sus pies como un saco de plomo. La sonrisa un tanto retorcida que su padre le ofreció le produjo nauseas. Se le olvido que ya habían pasado ocho años, ocho años de “libertad” que ahora se quebrantaba frente a él. Aun así no tenía derecho a reaparecer, no en esa empresa, no en su vida...
-¡Hijo! ¿No le darás un abrazo a tu padre?
Capítulo 6: Cicatrices

No puedo verte by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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