Capítulo 5: ¿Coincidencias?
Capítulo 6: Cicatrices
-¿Estás segura que esta es la dirección?- Taemin fruncía el ceño al llegar al lugar de la entrevista. Cualquier signo de burla en el joven desapareció. Ahora lucía un tanto serio y a la vez curioso.
-Sí, aquí es ¿Cuál es el problema?- Claire tuvo que aguantar las bromas del tipo todo el camino, aunque por alguna razón su cuerpo no la obedecía riéndose por lo bajo de sus ocurrencias. Verle cambiar su mueca le llamó bastante la atención, intentó disimular su interés con aquella pregunta con aire descuidado.
-¿Eh? Nada, nada. Solo quería estar seguro que os he traído al lugar correcto- Su sonrisa volvió a hacer efecto en Young Mi. Se bajó rápidamente del coche para que no la descubriera con sus mejillas rosadas. Ya que esta había viajado en el asiento del copiloto, se dirigió a la puerta trasera para ayudar a Sung Hye pero Taemin se adelantó. -Dejame ayudar- Aquel comportamiento no era normal ¿Ahora demostraba su posición de caballero adinerado y rico? No entendía nada...
-Gracias...- Dijo Alice sonriendo hacia el joven que le había servido de apoyo al salir del vehículo.
-Taemin, Lee Taemin- Tanto Alice como su amiga Claire sonrieron en respuesta. Aunque esta lo mirara totalmente confundida. Su comportamiento después de que bajaran del coche había cambiado radicalmente. -Os guiaré, veo que estáis un poco desorientadas y yo me conozco Seúl como la palma de la mano- Lógico era un simple chófer, algo que no tenía intención de desvelar a esas mujeres y menos a la pelirroja que lo miraba incisivamente. Mejor aparentar ser alguien importante que un simple empleado, conquistarla sería más fácil así. Su cabeza maniobró una jugada que quizás la atraería más a él. -Y digamos que ese edificio es donde trabajo...
Los ojos de Young Mi se agrandaron, no porque se ilusionara ni mucho menos si no porque era imposible que alguien como ese muchacho estuviera a cargo de algo tan grande. Podría asegurar que era Taemin el que necesitaba que alguien se hiciera cargo de él. No podía imaginárselo en una oficina atendiendo fielmente una pila de papeles en su escritorio. Se veía más bien como un joven despreocupado que iba de fiesta en fiesta sin importarle si tenía responsabilidades o no. Le costó adivinar lo que sintió en ese momento... ¿Decepción o admiración por lo que acababa de descubrir?
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-¿Qué te pasa, hijo? ¿No te alegras de verme?- Tenía el descaro de hablarle como si no hubiera pasado el tiempo, como si Jonghyun hubiera perdido la memoria. Cuando rodeo su cuerpo con los brazos el joven se apartó para no permitirle el contacto. No lo permitiría y menos ahora. -Jonghyun, los accionistas nos están mirando...- Susurró levemente el hombre a su hijo.
-¡Me importa una mierda! Esta es ahora mi empresa, en la que he trabajado duro. La desenterré de lo más bajo, todo por tu culpa- Las miradas se centraron en él. Unas de asombro, otras de compresión y otras tantas de especulación. -¡¿Qué?! ¿No tengo razón?- Fue hacia la mesa con total indignación, paso su mirada por todos y cada uno de los asistentes a la reunión. Muchos bajaron su cabeza, solo uno lo miraba fijamente a punto de hablar.
-Señor Kim... Me temo que eso no es del todo cierto- Los ojos de Jonghyun se abrieron por completo, lo que estaba escuchando lo sacaba de sus casillas, igualmente lo dejó continuar. -Su padre acaba de adquirir el 30% de las acciones...
-¡¿Perdón?!-Aquello no podía estar pasando, era algo imposible. Su padre era ahora un pobre diablo ¿De donde había sacado el dinero para adquirir tal cantidad de acciones? -Eso es imposible ¡Esto no puede estar pasando!
-¡Jonghyun! Mejor vamos a tu despacho, tenemos mucho de que hablar- Ordenó su padre yendo hacia él.
-Yo no tengo nada que hablar contigo ¿De donde has sacado el dinero? ¿Sales de la cárcel y ya estás trapicheando de nuevo? ¡Maldito desgraciado!- La palma de la mano de su padre estampándose en su mejilla lo calló contundentemente. Girando lentamente la mirada hacia su progenitor con sus ojos inyectados en sangre y lagrimas. Ese tipo no había cambiado lo más mínimo era el mismo inútil que arreglaba cualquier cosa con la fuerza bruta. Todos los presentes observaron con incomodidad, el mayor al verlos intentó restarle importancia.
-Hijo... Tú me has obligado ¿Cómo puedes pensar así de tu padre? Yo estoy rehabilitado, ese dinero es la herencia que aun conservo. Solo quería invertirlo en nuestra empresa, juntos volveremos a ser grandes- Agarró los hombros de Jong con sus dos manos pero este rápidamente las empujó hacia fuera. Cualquier contacto de ese hombre lo hacía tener nauseas.
Clavó sus ojos en los de su padre. -Entonces yo dejaré esta empresa ¡¿Me escucháis?!-Tragó saliva y se volvió hacia la mesa, donde todos escuchaban atentamente. -¡Desde ahora yo no tengo nada que ver en esta empresa!- Sin previo aviso se apresuró a dejar la sala con la respiración agitada y las lágrimas brotando sin control. Corrió sin que nadie pudiera seguirle. Otra vez ese hombre derribaba todo lo que él había construido. Ahora era aquella empresa pero siempre estropeaba cualquier proyecto, ilusión e incluso los atisbos de esperanza que le llevaban a salir de aquella prisión mental que lo aferraba a seguir sus pasos. Desde pequeño cosa que ambicionaba cosa que se le negaba rotundamente, la idea de cantar era para él la forma de olvidar de quien era hijo pero desafortunadamente siempre había algo que lo devolvía a la realidad, recordándole lo que no deseaba. Ese individuo era el encargado de hacérselo saber, ya fuera por sus medios o por la propia mente de Jong que tontamente cedía débil ante todo lo que se refería a su padre.
Los gemidos acompañaron ahora a su desconsolado llanto, tanto esfuerzo se estaba yendo a la mierda en un segundo. Se puso las palmas de las manos en su rostro para ocultar el dolor de los fantasmas que rodeaban su mente ¿Qué habría hecho él para merecer esa vida tan miserable? Se encontró cantando entre sollozos en aquella escalera, eran las de la salida de emergencia. Su lugar secreto, así era. Ese lugar donde nadie pensaba para esconderse. Un sitio para liberar todo lo que le afligía. Siempre cantaba la misma canción, aquella que le recordaba que quizás había algo por lo que luchar entre tanto sufrimiento. Desde que tenía uso de razón el canto lo aislaba de todo, aunque fuera muy bajo, casi inaudible, su propia voz emitiendo esos tonos melódicos lo calmaban. Esta vez no, esta vez el llanto ganó. Volvió a sentir que su pecho se desgarraba.
Un ruido en el piso de abajo lo asustó, poniéndose de pie y para mirar por el hueco de la escalera. No vio nada, solo escuchó una puerta cerrarse. Ahora no importaba nada, seguramente solo lo escuchó sin saber de quien se trataba así que se limpió con un pañuelo las lágrimas y salió de aquel lugar.
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-¿Claire, donde se supone que es la entrevista?- Se estaba dejando guiar por su amiga ya que después de haber escuchado gritarle a Taemin que las dejara tranquilas parecía un tanto molesta. Desde que se bajaron del coche la había notado un tanto extraña. Y que decir del muchacho, había sido tan gentil que ella misma estaba asombrada. Dio a entender que trabajaba allí y según su amiga se había dirigido al ascensor después de exigirle que las dejara. Al parecer era un alto cargo en esa empresa, todos lo habían saludado cortesmente.
-Tranquila Alice, seguro deben llamarte para ello. Esperaremos aquí mientras- Estaban en la parte baja, varios grupos de personas como ellas esperaban impacientes. Algunos sostenían carpetas y otros simplemente papeles, Young Mi observó que se trataban de sus curriculum así que no había que ser muy inteligente para darse cuenta de que estaban en el lugar correcto.
-¡Señores, señoras! ¡Están todos seleccionados! Ahora pasarán por aquí, recibirán un pase y la información necesaria para su próxima entrevista, solo diez de ustedes trabajarán aquí ¡Muchas gracias por su tiempo!- Efectivamente Young Mi tenía razón, aquel lugar era donde debían esperar noticias. Lo sorprendente es que los entrevistarían a todos, algo que en un principio no era así. Quizás un cambio de planes los hizo modificar la selección de los nuevos trabajadores.
-Extraño ¿No?
-Es cierto, supongo que alguien está de humor hoy- Alice notó la sonrisa de su amiga al hablar.
Ya había recogido aquel pase, en dos días volverían allí para ser entrevistados. Young Mi solicitó un pase especial, uno que le daba el derecho de acompañar a Alice al trabajo como su acompañante. Al fin y al cabo era su asistente personal e incluso su sueldo era más alto que el que recibiría Sung Hye en aquella empresa. Aparte de ser su mejor amiga, ayudaba a la familia en todo lo que podía. Podría decirse que era una columna vital en el hogar de los Park, así se apellidaba Alice. Nunca tuvo la necesidad de pronunciar su apellido en América pero allí era distinto, todo lo insignificante para ella se volvía importante en Seúl.
-Debo ir al baño- Sin más Claire agarró el brazo de su amiga para guiarla hasta el servicio. La esperó fuera, nunca le permitía ayudarla más de lo necesario. Ante todo le gustaba demostrar su autonomía. Young Mi lo sabía perfectamente así que no rechistaba al respecto.
De pronto un joven llamó le llamó la atención, esta miró hacía el servicio temiendo un poco dejar sola a Alice pero solo serían unos metros y el muchacho parecía un tanto agitado. Quizás era importante lo que buscaba. Fue sin más, Alice se quedaría esperándola si no la encontraba ahí. Era su código para no perderse.
-Claire, ya está- Comentó al salir del baño. No obtuvo respuesta, Young Mi estaba demasiado concentrada para ver que su amiga ya había terminado. -¿Claire?- Avanzó un poco hacia el pasillo, era estrecho pero al no ver se posicionó en el medio interrumpiendo la entrada si alguien quería entrar a los lavabos.
Lo que no adivinó fue escuchar a dos hombres, se dirigían a ella riéndose y jugando. Sintió que su mundo caía al suelo cuando uno de ellos la rozó zarandeándola. Su tacto hizo que su mente se transportara al momento en que su vida había sido reducida a cenizas. Recordó la voz ronca de ese hombre mientras abusaba de ella.
-¡Ey tú, ten cuidado!- Espetó uno de ellos, el que la había empujado. Al ver la condición de esta sintió la necesidad de disculparse. -¡Oh! Disculpe, no sabía...- Le tocó ligeramente el hombro. El cuerpo de Alice respondió instintivamente al toque, golpeando la mano aquel hombre con asco. Casi cae al alejarse rápidamente de él. -Señorita... ¿Se encuentra bien?- Volvió a tocarla, haciendo que Alice volviera a apartar sus manos de ella de una manera brusca.
-¡No me toque! ¡No me toque!- Estaba mareada, se movía hacia los lados desorientada. Las escenas en su cabeza se repetían una y otra vez. Hacía tiempo que no le pasaba ¿Por qué ahora? ¿Qué había hecho recordarle ese día? Aquellos hombres siguieron su camino, supusieron que estaba loca así que simplemente la dejaron sola al ver que no quería su ayuda.
Estaba andando hacia ningún lado, solo quería que su mente dejara de pensar en eso. Notó una puerta y la abrió, quizás era la salida. Necesitaba aire. No lo era, se maldijo. Volvió a girarse para irse por donde había venido pero algo la debuto. Su sentido del oído le daba el privilegio de captar con claridad. Una voz melodiosa cantaba suavemente en el piso de arriba, era algo hermoso. Estaba totalmente inmóvil escuchando aquel sonido angelical, en ese momento su mente se alejó de cualquier recuerdo disfrutando de la melodía que se colaba por sus oídos. Adivinó que se trataba de un hombre. Jamás había escuchado a alguien cantar de esa manera, era una canción alegre pero esa persona no estaba contenta, al contrario. Algunos sollozos se colaban por cada estrofa, un tono desgarrado daba a entender que lo hacía solo para intentar alejar sus sentimientos más tristes. El llanto se apoderó de todo el espacio de la escalera, Alice escuchó en silencio. Tan profundo como el suyo. Al igual que ella, esa persona estaba sufriendo por cicatrices profundas del pasado.
Sintió la terrible curiosidad de ir hacia la voz para saber más de él, más de su tristeza. Algo que ahora compartían. Algo que los unía. Estaba hipnotizada completamente que no se molestó por tantear el terreno a su paso así que tropezó con el primer peldaño de aquella escalera. Al escuchar como esa persona se daba cuenta de su presencia corrió hacia atrás con la suerte de dar con su espalda en la puerta. La abrió y salió sin más de allí.
-¡Alice! ¡Por dios! No me vuelvas a dar estos sustos, siempre debes quedarte en el sitio si no estoy ¿Recuerdas?- La voz de Claire le devolvió el aliento, extasiada por lo que había escuchado todo lo demás se encontraba como en un plano lejano a ella.
-Lo siento pero tranquila, solo me despisté un poco- Aseguró la muchacha al sentir que su amiga le agarraba por los hombros preocupada.
-Anda, vámonos- Volvió a sostenerla con su brazo y juntas salieron del edificio.
La muchacha aun oía aquella perfecta melodía en su mente. Daría todo el dinero del mundo por volverlo a escuchar ¿El destino la dejaría conocer al portavoz de aquel precioso cántico?
Capítulo 7: Apariencias

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