Ya le queda poquito a esta historia espero que esteis disfrutando, un abrazo!!
Prev/ Oscuridad: Capítulo 5
Prev/ Oscuridad: Capítulo 5
-¡Anna!-
Era la voz de Jessica, la llamaba desde la otra punta de la calle,
agitaba una mano por encima de su cabeza saludándola, entonces
comenzó a correr hacia ella. Anna simplemente sonrió al verla
llegar. -¿No ibas a abrir la tienda? He ido a ayudarte y estaba
cerrada. Por cierto...¿Quién era ese?
-Lleva
el caso de las chicas muertas. Solo estaba preguntándome sobre el
bosque, para saber donde está ese maldito oso, bueno algo rutinario-
No sabía por qué le mintió, pero quizás porque no quería
preocuparla. Con que ella llevara esa carga era suficiente, mejor
callar y ver que sucedía.
-¡Ah!
¿Y por eso te ha invitado a tomar algo en la cafetería? Anda y
parecías tonta- Había un tono juguetón en su voz. Jessica dio dos
golpes con su codo en el costado de Anna.
-¡Auch!
No insinúes eso, y menos con un presuntuoso como ese- Su cara
fruncida en señal de protesta hizo reír a Jessica que lo dejó
estar.
-Vamos
a la tienda ¿No?
-Si,
vamos, tenemos mucho que hacer...
Por
fin llegó la tarde. El tiempo pasó demasiado lento para Anna no
simplemente porque solo entraron dos clientes en toda la mañana,
sino también porque debía encontrar un modo de hallar a Evans. En
la noche esa bestia volvería a cazar. Una idea descabellada rondaba
por su cabeza. Quizás si iba al bosque y esperaba a que esa criatura
buscara alimento, ella podría hacer de cebo y descubrir donde estaba
su hermano. Necesitaba la ayuda de aquel hombre para que la siguiera.
Debía tener un lugar donde tenía encerrado a su hermano, no sabía
el porqué lo tendría capturado. Pero ese hombre, por muy extraño
que le pareciera, tenía razón, su hermano no estaba muerto por
tanto debía haber un sitio donde ese monstruo lo ocultaba.
-Bueno
creo que tendríamos que cerrar ya, no creo que de repente venga la
gente que no ha entrado en todo el día- Había sido un fracaso, la
gente pasaba de largo por la tienda y ni se molestaban a entrar, y de
los que entraron, la mayoría, no compró nada...
-Si,
Jessica voy al almacén a ordenar un par de cosas vete a casa yo
llegaré más tarde
-Yo
te espero, la situación no es como para que te vayas sola
-Jessica,
si no salimos al bosque no ocurrirá nada. Vete tranquila
-Esta
bien, eres demasiado cabezota. Yo ya te doy por imposible- La joven
asintió sonriendo y Jessica comenzó a sacar el dinero de la caja
registradora. Ni la cuarta parte de lo que tenían que haber
recaudado en el día.
Demasiada
mercancía para después no ser vendida, se lamentaba por perder el
dinero así. Mientras ordenaba los estantes, comenzaba a sopesar todo
lo ocurrido en apenas dos días. Jamás pensó que viviría tantas
emociones en tan pocas horas. Era una situación surrealista pero
ahora estaba en calma. Había recuperado la seguridad que la
caracterizaba, estaba decidida a encontrar a su hermano y descubrir a
esa bestia. Algo la hizo acercarse a la puerta de almacén para
escuchar mejor...
-...en
la cafetería han dicho que se ha caído por unos dolores en la
cabeza y en la peluquería, la mujer de pescadero, ha dicho que
estaba con un agente federal...- No reconoció la voz pero provenía
de la salida, quizás alguna vecina hablaba con Jessica antes de que
llegara a irse. No alcanzó a escuchar nada más así que volvió a
terminar lo que estaba haciendo. Algo volvió a llamar su atención,
en una de las estanterías había un bote. Estaba demasiado al fondo
y le costó llegar a él. Tenía una etiqueta, sobrepuesta, escrita a
mano:
“Mareos”.
Pero
observó que se transparentaba un poco la de abajo, alcanzó a leer:
“Escopolamina”
Su
cejo se frunció. No sabía de que medicamento se trataba, así que
al verlo vacío lo tiró a la papelera junto a la puerta de almacén.
Se
tocó las muñecas, las tenía doloridas. Cargar con esas cajas no
fue buena idea, su cuerpo lo estaba lamentando ahora. Al salir del
almacén resopló, se alegró de haber convencido a Jessica de que se
fuera a casa sin ella, pues no tenía intención de volver a esta,
así podría buscar a Evans sin dar ninguna explicación.
Estaba
enfrente de la cafetería, ya había preguntado en la peluquería, en
la pescadería e incluso en la tienda de ultramarinos... Solo le
quedaba ese lugar, dudaba si entrar, pero no perdía nada por hacerlo
en un sitio más, así que se inclinó por entrar.
La
chica que les había servido esa misma mañana estaba apoyada en la
barra intentando sacar una moneda de un bote lleno de ellas...
-¡Phoebe!
¡Te he dicho mil veces que no saques dinero del bote de donaciones!-
Alguien asomó la mitad de su cuerpo por el hueco que conectaba la
cocina con la parte de la barra, el tipo estaba sudando como un
pollo, y debido a la obesidad, su enorme barriga caía, poco
elegante, encima del mostrador. Su cara estaba roja del calor de los
fogones y sobretodo de ira, agitaba la mano para que la chica dejara
de enredar con el bote.
-¡No
tenemos cambio, y ese cliente tiene que irse, así que cierra esa
bocaza que tienes estúpido! Si no fuera por mi, tu negocio se iría
a la mierda, lo sabes bien gordo- Por fin alcanzó sacar una moneda
del bote, y lo dejó en su lugar.
-¡Estás
colmando mi paciencia muchacha estúpida, algún día te encontrarás
en la calle!
-Me
necesitas viejo asqueroso- Lo miraba desafiante, estaba tan segura de
su lugar que su postura lo decía todo.
-Haz
lo que quieras niña del demonio, pero quedas avisada- El hombre hizo
un gesto de dejadez con la mano y volvió dentro de la cocina, la
sonrisa de triunfo de la joven cesó al girarse hacia donde estaba
Anna.
-¿Qué
deseas?- Preguntó con altivez mientras la miraba también con cierto
desprecio.
-¿Te
acuerdas del tipo que me acompañaba esta mañana?
-Si
¿Cómo olvidarlo?- La joven sonrió al recordar a Evans, le lanzó
una mirada retándola, pero Anna no estaba para memeces.
-¿Sabes
donde se aloja?
-No,
¿Porqué tendría que saberlo?
-Quizás
alguien comentara algo en la barra o en alguna mesa, algo que tú
pudieras haber alcanzado a escuchar
-Alcanzo
a escuchar muchas cosas querida, pero si hubiera escuchado donde se
aloja ese hombre no estaría aquí ahora mismo...- Phoebe se fue a
darle el cambio al cliente que lo necesitaba, ya que Anna no preguntó
nada más. Era bastante para saber que no sabía nada así que se
dirigió a la puerta...
-En
el Hostal de Magie- fue casi como un susurro, pero esa voz estaba tan
cerca de ella que lo escuchó perfectamente, el hombre estaba ahora a
su lado mirándola, se le veía un poco inquieto como si hubiera
dicho algo que no debería.
-¿Perdón?-
Anna lo había escuchado, con incredulidad, pero volvió a mirarlo y
lo reconoció, era el ex-marido de Magie, la que llevaba el hostal
hacía más de treinta años. Tantas deudas acabó con su matrimonio,
pero el negocio tiempo después, salió a flote.
-Pagó
por adelantado, se notaba que le sobraba el dinero porque lo que
soltó le valía para que se quedara un mes entero- Él estaba
igualmente asignado como el gerente del lugar, así que a Anna no le
quedó duda de que decía la verdad, era un hombre muy respetado en
el pueblo y siempre destacaba por su amabilidad. La joven le regaló
una amplia sonrisa. -Gracias señor Daniels- él le devolvió una aún
más cálida.
Lo
recordaba mucho más colorido, pero la fachada del hostal tenía
ahora un tono grisáceo que no lo hacía muy agradable a la vista.
Entró sin más dilación y tocó una campanilla que estaba encima de
la mesa de recepción... No apareció nadie, volvió a tocar...
Nada... No podía perder el tiempo quedaban un par de horas para que
anocheciera... Miró bien hacia los lados y se dispuso a mirar la
libreta con el registro... Lo encontró...
“Dan
Evans --- Habitación: 14 --- Tiempo de estancia: indefinido --- Tipo
de pago: Efectivo por adelantado
Sonrió
al leer lo que había tachado el señor Daniels, cerró la libreta y
se dispuso a subir a la habitación indicada. La puerta de la número
catorce estaba entreabierta, una sensación extraña tocó su nuca,
no quería pensar el porqué de que estuviera así, solo vio como su
mano, desobedeciéndola, empujaba la puerta hacia dentro,
lentamente... Estaba oscuro, pero justo al entrar a la derecha,
destacaba la entrada que daba al cuarto de baño. Más al fondo se
encontraba la cama y justo en frente, un escritorio. Pudo comprobar
que no había ningún interruptor así que supuso que, la lámpara
que yacía en ese escritorio, era el único foco de iluminación,
pero le llamó la atención algo más... Encima de la mesa había
algo, parecía una especie de libreta forrada de cuero. Pensó en los
guantes de Evans y supuso que el cuero era algo que atraía a este
hombre. Se acercó al mueble y encendió la lámpara para poder
curiosear el cuaderno...
Era
la letra más ilegible que había visto, solo alcanzó a entender
palabras y algunas frases sueltas. Bastó para entender lo que había
en esas paginas abiertas...
“Personas desaparecidas... Cada semana...
La
gente... interrogué... Nadie
sabe nada...
Ritual...
Calaveras... Sacrificios... Luna... Mujer...”
Estaba
investigando algo, pero no era nada relacionado con lo que estaba
pasando ¿O sí? Al volver la página encontró una lista con
nombres, uno en concreto llamó su atención...
“...Ariel Davis --- 3 días desaparecido...”
¿Tendrían
algo que ver esos dos casos? Quizás Evans se lo aclarara mas
adelante... El sonido de la puerta cerrarse la obligó a girarse.
Quizás Evans ya había llegado y necesitaba una escusa de porqué
estaba hurgando en sus cosas, pero no había nadie. Lo más seguro
fuese una corriente de aire la que cerró la habitación, se volvió
para seguir leyendo...
Sintió
algo a su espalda... Antes de que pudiera girarse alguien la agarró
por su cintura con una mano y le tapó la boca con la otra, comenzó
a luchar para liberarse, pero el individuo era mucho más fuerte que
ella, se le hizo imposible...
Estaba
segura, era la bestia. Venía a por Evans y al verla allí,
arruinaría su caza así que la estaba quitando del medio. Anna
notaba como la mano del tipo la estaba asfixiando ¿Podría acabar
todo así? Morir con la incertidumbre de no saber si su hermano
estaba bien... No, eso no podía permitirlo. Comenzó a mirar a su
alrededor, algo serviría como arma para defenderse... No sabía si
era real o no pero no podía comprobarlo solo quería alcanzar ese
revolver que veía en el cajón ahora abierto por el forcejeo, sus
dedos intentaban cogerlo en la perspectiva pero en realidad estaba
más lejos de lo que pensaba ¿Qué hacer para alcanzarlo? Miró la
mano de su atacante y mordió unos de sus dedos tan fuerte que sintió
la carne ceder entre sus dientes.
-¡Agg!-
el sujeto gritó y soltó a Anna por atender al dolor de su mano, era
su oportunidad. Se abalanzó hacia el escritorio, agarró el arma, se
volvió hacia la persona que le había atacado y le apuntó
firmemente con la pistola.
Pasara lo que pasara, ahora podría ver el rostro humano de esa bestia...
Pasara lo que pasara, ahora podría ver el rostro humano de esa bestia...
Next/ Oscuridad: Capítulo 7
Oscuridad por Laura Ramírez Patarro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
No hay comentarios:
Publicar un comentario