Introducción
Capítulo 1:
El viaje hacia mi sueño
El viaje a su nueva vida comenzaba en esos instantes. Ya estaba todo pensado, premeditado. Eso no hubiera sido posible en la mente de Laura sin sopesar todos los pros y los contras para hacerlo. Era impulsiva en muchos casos, no pensaba muy bien las cosas que decía. Torpe para expresar sus sentimientos y emociones. A la hora de ser sincera, lo era, sí demasiado. Incluso había sido tachada de cruel, algo que daba prácticamente igual. Pero si se trataba de cuestiones importantes analizaba el más mínimo detalle para decidirse por un camino u otro.
Ya tenía todo listo. Las maletas a
rebosar. La ropa, los zapatos y mil cosas más. Hizo hueco para que
cupiera la playstation. Sí, solía ser una pirada de los
videojuegos, como le aseguraban muchos, pero lo que dijeran otros no
le importaba lo más mínimo. Si no se encontraba inmersa escribiendo
sus historias, lo estaba en los videojuegos. Más de una vez le
habían dado ideas para sus historias. Amaba escribir, y más, si se
trataba de estilos de suspense, acción y fantasía. Aquellos juegos
la ayudaban a inspirarse, como la música. Entonces buscó con la
mirada su móvil. No lo usaba mucho, rara vez llamaba y se comunicaba
por él. Aunque sus listas de canciones inspiradoras estaban ahí.
Más bien lo tenía como su mp3-smartphone ya que simplemente abusaba
de las aplicaciones por entretenimiento y no por intentar facilitar
sus interacciones personales. En cierto modo odiaba ser localizada en
cualquier parte con ese cacharro. La gente al no dar con ella, muchas
veces les ponía excusas básicas como: “estaba apagado”, “sin
cobertura” o directamente “en silencio”. Prefería conectarse
con el mundo sólo cuando le apeteciera, definitivamente no le
agradaba que los demás se contactaran con ella, tan fácilmente, las
veinticuatro horas del día. Si no fuera porque le daba cierta
seguridad llevar algo encima por si ocurría algo y ser localizada al
instante, lo habría dejado en cualquier rincón de su habitación
fingiendo haberlo olvidado.
-¡Laura! ¡Date prisa o el avión se
irá sin ti!- La voz de su madre la distrajo de sus reflexiones
acerca del dichoso aparatito y se lo guardó en el bolso. Este se lo
cruzó por el busto ya que nunca le gustó llevarlo simplemente
colgado de un lado, le parecía inseguro y propenso a caerse así.
Agarró ambas maletas llenas de sus pertenencias y se dispuso a salir
de la que había sido siempre su habitación hasta ahora.
Algo la hizo retroceder. Lo más
importante, su portátil recién comprado. Poseía uno de sobremesa
que en semanas llegaría a su nuevo hogar pero mientras necesitaba
ese pequeño tesoro para continuar con sus historias en ese pequeño
periodo de tiempo. Una persona normal vería excesivo que para unos
pocos días comprara un ordenador suplantando al otro. Laura no podía
estar ni un sólo segundo sin escribir al menos un párrafo de sus
historias. Sí, en plural. La tachaban de loca y enferma, riéndose
de ello en cierto modo. Aunque sinceramente le daba lo mismo, era
feliz sumergiéndose en cada una de esas lineas y su droga personal
dedicar cada rato libre a lidiar con su mente sacando las mejores
palabras en ellas. Un maletín en el escritorio guardaba su
herramienta de trabajo y todos sus accesorios, contando con tres
cargadores. Loco, muy loco. Pero su miedo enfermizo a quedarse sin
batería la hacía ponerse de los nervios poniendo su mente en
blanco, algo que no podía permitirse.
-¡Laura!-
-¡Ya! ¡Ya voy! Las prisas son peores
en estos casos, así que deja de presionarme ¿Quieres?- A simple
vista parecía una mala contestación pero la relación con su madre
era bastante buena. Quizás las confianzas daban asco en estos casos
pero agradecía poder contar con ella en cualquier ocasión. Sus
caracteres chocaban y muchas veces las voces se alzaban tanto que
hasta los vecinos oían de p a pa toda la conversación o más bien
la discusión. Daba lo mismo, a los cinco minutos, el mar enfurecido
volvía a la calma con una facilidad pasmosa. El día no era para
nada más que puros nervios y al no reflejarlos físicamente, Laura
lo hacía de esa manera.
-Una maldita hora para prepararte ¿Te
crees que el tiempo va detrás de ti?- Le ayudó de mala gana
agarrando una de las maletas que llevaba hasta ahora Laura.
-Ya ya. Venga vayámonos- No había
tiempo para ponerse a averiguar si el tiempo lo manejaba ella o si el
avión podría esperarla como a una marquesa. Debían darse prisa
antes de que la joven perdiera el vuelo. Se cercioró por unos
segundos si le faltaba algo y, al ver que no, echó el último
vistazo a su casa. Momentos divertidos, tristes, alegres y sobretodo
felices... Eso iba a cambiar, su vida iba a cambiar. Esperaba,
sinceramente, que lo que la esperaba allí fuera suficiente para
compensar todos esos recuerdos en su viejo hogar. Por un segundo se
preguntó si merecía la pena emprender ese viaje dejando atrás todo
aquello pero debía hacerlo. Por su sueño, por lo que había
anhelado hacía ya bastantes años. Sonrió por última vez en ese
lugar y cruzó el umbral de la entrada. Enterrando las sensaciones de
miedo y resquemor repentino. No podía dar marcha atrás ahora, si lo
hacía se arrepentiría por el resto de su vida. Adiós sueño, adiós
vida. Cerró los ojos al cerrar la puerta y correr hacía su coche
donde su padre había estado pitando todo un cuarto de hora antes.
Su nueva vida comenzaba en el momento
en que su progenitor pisaba el acelerador...
---
-¡No! ¡Onew porfa!- Gimoteaba
Jonghyun siguiendo de cerca a su mayor. Este pasaba del armario a la
cama y viceversa, colocando ropa en varias maletas. La habitación en
la que se encontraban era la de su hermano menor. Ese que ahora se
comportaba como un bebé haciendo una rabieta. Tiraba de vez en
cuando alguna que otra prenda al suelo que Onew, ya cansado, recogía
para volver a meterla en la maleta correspondiente. -Anda. Convence a
papá de que me deje quedarme ¡Venga hermanito! Te lo compensaré,
te lo prometo...
-Dios Jonghyun, odio cuando te pones
así. Te comportas como un crío, parece mentira que recién hayas
cumplido los veinticuatro...- Decía esto sin cesar lo que estaba
haciendo. El otro se paró con el ceño fruncido, totalmente molesto.
Onew se giró hacia él cuando no lo vio interrumpirle. -¿Qué pasa?
¿Ya lo has entendido?
-No. Sólo me preguntaba si te gustaría
que le dijera a mamá sobre tus salidas nocturnas...
-¡¿Qué?! ¿Qué demonios estás
insinuando?
-Nada. Sin embargo un rumor así
disgustaría mucho a mamá ¿Verdad? ¡Oh! ¡Espera! ¿Qué tal si
papá se entera de aquella vez cuando...
-¡Ya basta Jonghyun! No vas a
intimidarme con eso, di lo que quieras. Papá y mamá saben todo de
mí. Jamás creerían una mentira como esa- Vio como la mueca
divertida del menor se trasformaba a una de total fastidio. Se sintió
satisfecho al ganar. Raras veces permitía que lo sobrepasara y le
divertía saberse superior en esas cuestiones. Igualmente amaba a su
hermano por sobre todas las cosas, lo que estaba haciendo era por su
bien. Quería que se diera cuenta de que la burbuja en la que andaba
metido podría romperse de mala manera y caer sin rumbo fijo fuera de
ella. Tocaba hacerle salir por su propio pie sin tener que dañarlo
más de la cuenta. Al fin y al cabo era un buen muchacho, sólo
necesitaba encauzarse por el camino correcto. Onew apostaría toda su
fortuna a que llegaría a ser un empresario excepcional si
simplemente se dejara de comportar como un niño de quince años.
-Te detesto, detesto que seas tan
santurrón. No tengo por donde pillarte. Maldito...- Onew no pudo
redimir una carcajada bastante sonora. Jonghyun cuando quería era
muy gracioso y más cuando se frustraba o se daba por vencido.
Terminó de recoger todos los cajones con la ropa de su hermano y
cerró las maletas, sin ver que ahora Jonghyun se acercaba a él con
recelo. -Las tarjetas seguirán activas ¿Verdad?
-No- Sabía la reacción que
conllevaría haberle dicho eso, y no se hizo esperar.
-¡¿Qué?! ¡Estáis locos,
completamente locos! ¡¿Me vais a dejar sin un puto duro en la
calle?!- Sus gestos con las manos imitaban a los ofuscados
tertulianos de un programa de cotilleos en televisión. Onew reprimió
otra carcajada y intentó entrarlo en razón.
-Tendrás casa, un bonito bloque de
pisos a las afueras de la ciudad. Simplemente deberás usar tu
talento para encontrar trabajo. Sé que serás capaz de hacerlo,
tienes labia y muy buena presencia. No te va a costar nada sobrevivir
sin el dinero fácil de papá- La mirada incisiva de Jonghyun no
alentaba el éxito de haberlo convencido, al contrario, parecía aún
más cabreado con él.
-¡Aish! De verdad, no sé que he hecho
para merecer esto ¿Y tú? ¿Tú qué haces para que no te hagan lo
mismo? Sonreír como un estúpido siempre ¿Por qué demonios no me
funcionará esa técnica a mí?- Se sentó bruscamente en la cama y
Onew lo imitó posando su mano en el hombre de su hermano menor.
-Jonghyun... Además de mi “encantadora
sonrisa” me esfuerzo por ayudar a papá en la empresa. También
estudio mi carrera de medicina. Tú, prácticamente te rascas la
barriga, por no decir otras partes de tu cuerpo, todo el tiempo.
Debes entender que tanto papá como yo queremos lo mejor para ti
-¿Lo mejor para mí? ¿Dejarme tirado
como a un perro en dios sabe donde?- Le apartó la mano con un
movimiento veloz y lleno de ira. Onew no se dignó a corresponder con
la misma violencia. Entendía la frustración de Jonghyun pero debía
explicarle bien a que se estaba ateniendo.
-Sí, sólo hasta que entiendas el
valor de todo lo que posees. Papá trabajó mucho para formar este
imperio, no lo ganó de la nada Jonghyun. Eso debes entenderlo y la
mejor forma es esta...
-Me niego...- Cruzó los brazos sobre
su pecho y hizo un mohín.
-Anda Jonghyun... El chófer nos
espera- Palmeó un par de veces la espalda del otro y se levantó, no
sin antes recoger una de las maletas. -Coge la otra y date prisa. No
me hagas noquearte como aquella vez...
-Me las pagarás Onew, de una u otra
forma, me las pagarás...- Amenazó el menor agarrando la maleta
sobrante y siguiendo a su hermano hacia la puerta de la habitación.
-Déjate de amenazas que no puedes
cumplir y date prisa- Al verlo adelantarlo apoyó su mano en la nuca
del joven simulando una colleja para empujarlo levemente hacia
delante. Escuchó el bufido de Jonghyun y volvió a sonreír.
Esperaba que su idea de obligarlo a independizarse diera resultado
sacando de su interior al hombre trabajador y digno de que
seguramente se sentiría orgulloso. Había sido su idea por lo tanto
era responsable de todo lo que le sucediera fuera de su casa por ese
periodo de “prueba” al que iba a someterlo ¿Sería capad de
conseguir su propósito? Debía esperar un milagro y uno de los
grandes.
---
-Estate tranquila mamá, os llamaré
todos los días- Inesperadamente se vio abrazada con fuerza por su
madre. Ambas eran reticentes a los mimos pero al parecer, esta
ocasión lo requería. Se dejó achuchar con un nudo en la garganta.
No le gustaba llorar y mucho menos en frente de sus seres queridos.
Su amplia sonrisa daba ánimos siempre y no era partidaria de llantos
en momentos tristes. Prefería ver el lado bueno de todo aunque fuera
algo insostenible. Mierda. Una estúpida lágrima recorría su
mejilla haciéndola sentir débil. Rápidamente se separó de su
madre dándole la espalda para limpiar disimuladamente el agua en su
rostro y volver a hacia ella. Sus padres sonrieron, la habían
pillado, no era momento de fingir nada así les devolvió la sonrisa
y dejó escapar libremente un sollozo. La mano de su padre sobó su
brazo en señal de apoyo y recuperó la seguridad que había adoptado
esa mañana. Al escuchar el aviso de su vuelo habló con tono neutro.
-Ya me tengo que ir...
Retrocediendo por el pasillo de
embarque alzó su mano agitándola. Los vio diciéndole adiós,
imitando su gesto y sonriendo tristemente. Estaba doliendo más de lo
que había pensado pero su decisión estaba clara. Su sueño la
llamaba justamente desde Seúl. Al girar hacia su destino suspiró
tratando de entrar en calma y sus pasos se volvieron decididos.
Unas once horas más tarde se despertó
por el ruido de los demás pasajeros sacando sus bolsas de los
cajones de los compartimentos superiores. Jamás había viajado en
avión, tampoco pensó que fuera tan relajante como para terminar
dormida casi todo el recorrido. Sonrió al chocar contra un joven
igualmente adormilado que ella y le bajó amablemente el maletín
donde viajaba su portátil.
-Muchas gracias- Dijo Laura
amablemente. El chico era asiático pero sus grandes ojos la hacían
dudar. Entonces recordó que seguramente no la entendería en
castellano por lo que hizo utilidad de los meses que pasó estudiando
coreano para llegar preparada a Seúl. También sabía chino pero
siendo un vuelo de España a Corea el chico era de un país o del
otro. Y definitivamente, él, no era español por lo que quedaba que
fuera surcoreano. -Muchas gracias- Repitió en coreano.
-De nada- Se sorprendió al verse
correspondida con un “de nada” en un fluido español. Él notó
la mueca de Laura y le sonrió. -Soy de Seúl pero mis tíos son
españoles. Vengo de visitarlos y me encanta como sois. Espero que en
tu estancia aquí seas tan bien recibida como yo en tu país- El
“guapo” se alejó sin dejarla de observar, haciendo que sus
mejillas tornaran rojas. Carraspeó sonoramente antes de negar con la
cabeza y salir del, ahora, sofocante pasillo del avión. Buen
comienzo. Comenzaba a gustarle Seúl y sólo era su primer día.
¿Podría durarle la felicidad hasta
que alcanzara su sueño? Si todos los habitantes de esa enorme ciudad
iban a ser como ese muchacho, el buen ambiente para su inspiración,
y el éxito, estaban asegurados...
Capítulo 2: ¡¿Perdón?!

"Cariño... Eres un idiota" by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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