Emm bueeeeno. Es laaaaaaaargo, muyyyy laaaaaargo. Pero sobretodo quiero que os guste, he terminado llorando de mi propias escenas... Es que verlo así, sufriendo tanto... El nudo en la garganta está asegurado así que perdón de antemano :S
Y ahora, os dejo con el capitulito...
Capítulo 24: No puedo verte
Capítulo 25: Al fin veo tu voz...
-Sí, Kim Jonghyun. Tu novio ¿o tu ex? ¿Qué pasa?-
No. No podía ser lo que comenzaba a sopesar, había muchos Kim en Seúl. Eran tan abundantes como el pan vendido en la calle por las mañanas. Estaría loca por sospechar una cosa así. Casi sonrió por la estupidez que acaba de abarcar sus pensamientos. Jonghyun podía ser cualquier cosa pero no un mentiroso. Además ¿qué importaba? Ya no iba a tener nada que ver con él ¿Qué más daba quién fuera?
-Nada, es que me había parecido escuchar otra cosa. No me hagas caso- Se excusó.
-A ver si ahora que has recobrado tu vista vas a perder el oído- Bromeó Onew obteniendo el efecto deseado: la sonrisa de Alice.
-Jajaja no tranquilo-
-Pero dime ¿cómo puede ser posible que vuelvas a ver? Según Jonghyun era algo irreversible ¿no?- Le sonsacaba delicadamente, tanto que no pudo resistir verlo como la persona a la que iba a contarle sus más oscuros secretos. A él, prácticamente un desconocido. Igualmente necesitaba desahogarse, no tenía a nadie que no la fuera a abordar con reproches y recriminaciones. Onew no lo haría, de hecho, estaba segura.
-Eso parecía... ¿Te puedo contar una cosa?- Onew asintió y ella se irguió en el asiento. -Por favor, que no salga de aquí-
-No te preocupes, hoy seré tu “comodín” ¿te vale?- Alice notó las manos cálidas sobre las suyas.
-Sí, me vale- No podía negar que su sonrisa se contagiaba. Sus pensamientos estaban mucho más claros, todo estaba más claro. Suspiró fuertemente, confiando en ese hombre sentado a su lado. -Un golpe hace diez años me habría provocado esta ceguera de no ser psicológica- El joven tragó fuertemente y tapó su boca disimuladamente. No quería mostrarse compasivo cuando Alice se estaba descubriendo tanto ante él. Esa mujer necesitaba un apoyo, un oído que simplemente la escuchara, nada más. -Por lo visto ese mismo golpe es el que ha estado formando algo en mi cabeza que ahora obstruye mi nervio óptico. Justo cuando mi trauma me dejaba contemplar mi alrededor ese maldito tumor amenaza con arrastrarme a la oscuridad por siempre- Un par de lágrimas inundaron su rostro impidiéndole seguir. Onew sobaba la espalda femenina intentando calmar un poco la tristeza inevitable de aquella muchacha.
-¿Pueden intervenirte?- Distrajo el chico.
-Está en una zona delicada, si me opero correré el riesgo de quedar ciega para siempre pero si no lo hacen puedo... puedo...
-Oh, ya ya. Ya está, no tienes que decirlo porque no va a pasar ¿está bien?- Onew la alentaba mientras la rodeaba con sus brazos en un doloroso abrazo.
-Lo peor es que he mentido. He hecho el teatro más horrible de mi vida frente a mi amiga, sólo para que no sospeche nada. Se piensa que aún están por salir los resultados, unos resultados que serán negativos porque yo así lo he orquestado. Me maldigo Onew, soy una desgraciada que no sabe afrontar y hablarle con claridad a sus seres queridos. Ahora entiendo porque Jong...- De nuevo se rompía, el llanto no la dejaba avanzar aunque tampoco quería avanzar. Aquello dolía demasiado, independientemente de que se sintiera culpable por lo que ocultaba.
-Has hecho lo que creías correcto, estás intentando proteger a tu amiga. Pero esto es algo que deberías compartir con los que te quieren, sin su apoyo se volverá aún más difícil afrontar tu desgracia ¿lo entiendes?-
Toda la razón, tenía toda la maldita razón. Sin embargo, Young Mi no se merecía un disgusto así, no ahora que su trabajo la llenaba haciendo que se sintiera completamente independiente. -Lo sé Onew pero no puedo arrastrar a la gente que amo conmigo, no es justo-
-Nada es justo en esta vida, los sacrificios son parte de ella. Piénsalo-
Y así es como, después de un último abrazo, dejó a Onew para encaminarse a casa. Necesitaba descansar, olvidar por un momento todo lo que se le venía encima. Olvidarse de Jong, olvidarse de su nefasta vida...
---
Young Mi la había visto cruzar el salón y subir las escaleras como alma que llevaba el diablo. No pudo evitar ir a su habitación e intentar que le abriera. Se encontró con un muro impenetrable a parte de la puerta cerrada con llave. Escuchó sus sollozos desconsolados que no cesaron hasta bien entrada la noche, esperó.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que se había quedado dormida apoyada en la entrada de su habitación. Diablos, le dolía todo. Al desperezarse vio entonces que Alice abría la puerta. La miró neutra, sin una expresión legible.
-¿Alice? ¿Irás a trabajar? Puedes no hacerlo, puedes llamar y que te den el día libre-
La había ignorado por completo. Siguiéndola por el pasillo hacia la entrada decidió que era hora de interceptarla.
-¡Alice!-
-Todo ha cambiado pero a la vez nada lo ha hecho. Claire, la vida sigue...- Dicho esto miró fijamente la mano que apretaba su antebrazo y la chica la soltó anonadada, dejándola ir.
Aún en la oficina, Young Mi, le daba vueltas al comportamiento de su amiga ¿qué había sido eso? Jamás se había desinteresado tanto en temas tan graves ¡Maldición, le contaba todo! Y cuando hacía las cosas mal, como en aquel caso, la reprendía con ella. Esa mañana nada, ni una mala palabra, ni un gesto más grotesco que otro. Nada. Algo se había roto en ella, algo que dudaba se pudiera arreglar.
-¡Bu!-
El toque juguetón de Taemin, en su cintura, la sobresaltó. Los papeles que estaba organizando cayeron al suelo en una ráfaga que no pudo detener. Se dispuso a recogerlos olvidando todo que tenía en la cabeza. Ese mocoso siempre le hacía lo mismo: llegaba sigilosamente por detrás y cuando más despistada estaba exclamaba algo con su voz más grave y el corazón casi salía de su pecho. Tampoco ayudaban esos pequeños atrevimientos que se tomaba con ella. Vale que la asustara de vez en cuando para despejarla del trabajo pero que la tocara tan a la ligera comenzaba a molestarle sobremanera.
-Te he dicho mil veces que no hagas eso- Le espetó al muchacho sin conseguir que desapareciera esa sonrisa lasciva de su rostro.
-Es que me encanta hacerlo- Se ganó una merecida mirada fulminante. -Pero no vengo por eso. Necesito que bajes a mi oficina a por un par de planos. El ricachón del otro día quiere remodelar el estúpido diseño. Ya lo habíamos acordado ¿cambiarlo de nuevo? ¿está jugando conmigo?-
Young Mi no lo entendía, que siendo también un ricachón (además de malcriado), se refiriera a sus semejantes de forma tan despectiva. Lo había escuchado muchas veces en esas semanas que llevaba trabajando como su socia. La forma de afrontar los negocios, su inmadurez para tomar decisiones y elegir las propuestas indicadas. Era un niñito de papá, eso estaba claro pero si se había criado en ese ambiente ¿no se le tendrían que haber quedado las mañas de sus progenitores?
Industrias Kim era famosa por sus grandes inversiones, no obstante, se hablaba mejor de sus trabajadores, presumían de ellos ¿qué pintaba ese muchacho ahí? No le cabía en la cabeza ¿o sí? La influencia, el ser hijo de, eso lo explicaba todo.
-¿Por qué no vas tú? Tengo cosas que hacer aquí, como recoger el estropicio que has montado por jugar-
-Yo también tengo cosas que hacer, sin embargo soy tu superior, que no sólo tu socio, y te ordeno que vayas a por los planos- Se sentía atrapada, era injusto pero la oportunidad de su vida podía irse si lo desobedecía. Quería estrangularlo hasta que una extraña sonrisa se formó en la cara de Taemin. -Yo recogeré esto...
No faltó nada más. Odiaba que, con una simple muestra de amabilidad, cayera en sus manipulaciones consiguiendo lo que quería. No sería bueno en su trabajo pero manejándola a ella era un maestro. Una de cal y otra de arena, como una tonta comenzaba a entender qué le pasaba con ese muchacho. Maldito, nunca sabría en que momento se había dejado llevar sin embargo sabía que lo odiaba con la misma intensidad que comenzaba a quererlo a su lado. ¡Maldito! No iba a aceptarlo, por supuesto que no, antes muerta. Desvió su mirada y con paso firme se fue a hacer el dichoso recado.
Ya estaba por salir de aquella oficina cuando escuchó el tono del contestador. Su curiosidad era poderosa así que extendió su dedo travieso hasta dar con el botón “play”. Esa voz le era conocida, sí, era de Hyo Jo. Sonrió tontamente en el momento que este le decía mocoso. Al fin alguien que opinaba lo mismo que ella. Decidió dejar de atender hasta que algo la hizo fruncir el ceño:
-Si te pierdes tienes las "instrucciones" en el cajón de arriba. Recuerda que se lo debes a Jong, si esto sale mal muchas cosas se hundirían con él ¿lo entiendes? Piensa en que podemos desbancar de una vez a su padre, estamos muy cerca de conseguirlo y Young Mi debe estar lejos para que todo marche a la perfección. No me hagas llamarte y responde de una vez mocoso- Y colgó.
La chica intentaba digerir todo lo que acababa de escuchar. Quizás había entendido mal, sí, seguramente era eso. Cerró los ojos fuertemente, resistiendo a la tentación de ir a ese susodicho cajón y averiguar de que hablaba Hyo Jo pero ¿y si sólo era imaginaciones suyas? ¿Y si perdía su trabajo por hurgar en donde no debía? La manilla de la puerta estaba entre sus dedos mientras su cabeza daba vueltas. La había nombrado, había nombrado a Jonghyun. No, ahí algo no cuadraba.
-¡Que demonios!- Espetó alejándose de la entrada y abalanzándose hacia el escritorio, justamente al cajón superior. Lo que sacó le corroboró precisamente lo que no encajaba: su contrato era falso. Esas oficinas no eran tales, ese proyecto no era nada. No existía, había sido engañada por entero. El nombre de Jonghyun con “Kim” delante la devastó aún más. Cedía aquel local para algo totalmente distinto: una distracción, una mentira. ¿Para qué? Para alejarla de Alice ¿Qué pretendía aquel desgraciado? ¿Quería embaucarla? No, la tenía como un simple puente, eso era.
Comenzó a recordar la rivalidad entre las “Empresas Park Shin” y las “Industrias Kim” ahora todo estaba claro. Era una macabra estrategia para engañar a la familia de su mejor amiga ¡Claro! Las habían manipulado desde el principio y ella creyendo que el mocoso era un simple estúpido malcriado. El intercambio en sus identidades, las confusiones y las supuestas relaciones entre ellos ¡todo! Todo formaba parte de ese plan. Dios mío.
-¿Cómo he sido tan estúpida, cómo?- Se dejó caer en el suelo.
Sus lágrimas no la dejaron ver como Taemin la abordaba con preocupación. -¡¿Young Mi?! ¡Young Mi, ¿qué ocurre, qué te pasa?!- Quiso tomarla de los hombros y cerciorarse que estaba bien, sin embargo el manotazo de la joven casi le roza la cara.
-¡¡No me toques!!- Taemin palideció ante su comportamiento y esperó a que ella misma explicara por qué estaba así. -¿Desde cuándo teníais planeado esto? ¡¿Desde cuándo?!- Arremetió contra él dejando un reguero de golpes en su pecho.
-Young Mi, yo no sé de qué...- Agarró las muñecas femeninas sin apretar demasiado.
-No te atrevas a decirme que no sabes de lo que te hablo- En un arrebato se alejó consiguiendo soltar sus manos de las de Taemin. Este la siguió con la mirada, estaba encolerizada. Todo en ella se había vuelto enérgico y descontrolado. La vio coger algo del suelo, al lado del escritorio. -¡Desgraciado! ¡Mira, mira de lo que te hablo!- Dos carpetas repletas de papeles se estamparon en la cara del joven. Por el color de estas sabía perfectamente de que documentos se trataban. Ahora entendía todo.
-Yo... Young Mi...-
-Sólo quiero saber desde cuándo, Taemin ¿desde cuándo teníais planeado todo esto?- Dejó de echarse el flequillo hacia atrás para poner los brazos en jarra, esperando la explicación que, estaba segura, ni creería.
-Mierda. Todo esto comenzó por esa maldita apuesta, yo nunca pensé que...-
-¿Ah, que tú eras el de la apuesta? Cómo no me sorprende...-ahora lo entendía todo mejor, seguro él fue quien tuvo la idea de apostar, sin embargo, no era el momento de cantarle las cuarenta sobre eso-. Pero dejemos eso de lado: sé perfectamente porqué lo hacéis, sé que Jong quiere destrozar las empresas Park Shin desde dentro- Espetó Claire volviendo a despeinar su pelo.
Taemin abrió sus ojos completamente ante aquella afirmación, debía aclarar que eso no era cierto. -¡¿Qué?! ¡No! Por supuesto que no. Por favor, déjame que te lo explique, deja que Jong personalmente te lo diga pero por nada del mundo vayas donde Alice, por favor-
-Al salir de aquí iré directamente a las empresas Park Shin y les contaré todo. Nadie me lo va a impedir- Al gritar esto fue hacia la puerta pero Taemin se interpuso con rudeza.
-Necesito que te calmes y que me escuches atentamente. Puedo probar absolutamente todo lo que intento decirte- Los ojos de Young Mi se clavaron en los suyos, tenía claro que la verdad era lo mejor para convencerla. -Si sales por esa puerta desencadenarás un infierno en el que Alice se verá sumergida- Sintió que el puño de la mujer se aferraba fuertemente al pomo. -Te pido, no, te suplico que me escuches. Lo que Jonghyun intenta hacer nos involucra a todos, no para haceros daño si no todo lo contrario. Quiere borrar a su padre del mapa, quiere que pague por todo lo que ha hecho ¿lo entiendes?-
-¿A-a su propio padre? ¿Quién se cree eso?- Se excusaba Young Mi confundida ahora.
-Tú te lo tendrás que creer porque es la verdad, la verdad que ha estado atormentando a Jonghyun desde que era un crío. Por favor, deja que te explique qué está pasando aquí. No pierdes nada si me escuchas-
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Necesitaba un respiro. Fingir su ceguera estaba siendo demasiado agotador pero mucho más lo era fingir que en el día anterior no había pasado absolutamente nada. Miró hacia los lados y disimuladamente observó que aún quedaba un vaso en dispensador de agua. Con una dejadez pasmosa lo agarró y, después de colocarlo debajo de una de las boquillas, apretó el botón del agua fría. Bebió soltando un gemido al terminar, estaba completamente derrotada, con calor y con la mente en otra parte. Quizás un poco de frescor en las sienes y el cuello la despejaban levemente. Volvió a echarse más.
Se quitó las gafas de sol que casi nunca usaba pero que ahora le servían para que los demás no se fijaran mucho en sus ojos. Los cerró al sentir el líquido en la nuca, que previamente había sacado del vaso mojando sus dedos. Ese pequeño detalle la evadía por completo de lo que pasaba en el pasillo colindante...
-¿Cómo te has portado? Seguro que muy bien ¿verdad?- Casi se ahoga cuando bebía otra vez.
No, aquella voz... No, imposible que estuviera allí ¿la habría seguido? Corrió ocultándose en la esquina. Tembló al inclinarse un poco para mirar de quien se trataba y el alma se le cayó a los pies. Era Jonghyun. Estaba agachado y de espaldas pero era él. Su voz inconfundible se colaba por todo el sitio, sin dejar indiferente a nadie. Y menos al pequeño con el que hablaba.
-Bien, señor Kim- Contestó el pequeño.
-Me alegro ¿quieres que juegue contigo?-
Después de ver asentir a aquel niño Alice pudo observar como, sin ningún tapujo, Jonghyun se sentaba en el mismo suelo haciendo que el crío lo imitara. Entonces algo dentro de ella se activó. Esos ojos avellanados sonreían por si solos. Su mueca inocente le trasmitía algo que le daba miedo averiguar. Ese niño tenía una extraña forma de hacerla sentir unida a él. Quizás sus instintos fueran avivados por la manera en la que Jong amenizaba con él. Sí, lo más seguro es que fuera eso, simplemente eso.
Sus pensamientos fueron barridos por la voz femenina, el rostro de Jong giró hacia ella y Alice quiso cerrar sus ojos. No, no quería verlo, aún no. Tragó fuertemente saliva mientras se ocultaba de nuevo apoyándose en la pared.
-Ya puede entrar, señor Kim-
Espera ¿señor Kim? Dios, con la distracción del niño no se había dado cuenta de donde estaba, y de qué significaba ese apellido allí donde se encontraban. No podía ser. Jonghyun no podía ser hijo de ese hombre. ¿Le había engañado entonces? ¿Le había hecho creer que era un pobre diablo siendo el hijo de un magnate de los negocios? No, no ¡No! No podía ser cierto. Quería llorar, quería desahogarse y dejar de pensar para siempre. Había sido engañada por el que hasta la fecha había sido el único hombre capaz de entrar en su cerrado círculo. Quiso retroceder el tiempo, quiso dejar todo atrás y que nada de esos diez años fuera real.
-Sung Hye ¿dónde estás? Te necesito- Sí, ella podía darle fuerzas.
Entonces sintió una mano, una mano muy pequeña. En su breve locura pensó que se trataba de ella, de ella hacía diez años atrás. Sonrió.
-Has venido-
-Señora ¿está usted bien?- Una dulce voz se coló entre Alice y su fantasía.
No era Sung Hye, era la voz de un niño. El mismo niño con el que había estado jugando Jong segundos antes. Lo observó plenamente, era la criatura más hermosa que había visto. De cerca parecía un angelito, sólo le faltaba su par de alas. La sonrisa de la muchacha no desapareció en ningún momento. Aquel pequeñajo tenía el don de hacerla sentir bien, en paz ¿Era eso humano? ¿Podía hacer eso un simple crío?
-Sí, y más con la compañía de un chico tan guapo como tú- Se arrepintió al instante de haberle correspondido. ¡Debía fingir que estaba ciega! ¿Cómo se había descuidado tanto? Entonces vio una tonta solución. -¿Me guardas un secreto?- Se agachó para tenerlo a su altura, lo vio asentir. El niño seguía aferrado a su mano como si no quisiera dejarla marchar. -Para todo el mundo, yo no puedo ver. Es un juego-
-¿Como la gallinita ciega?-
-Exacto. Debes decir a los demás que yo no puedo ver ¿está bien?-
-Hm- Contestó enérgico.
-¿Y si te lo preguntan?-
-La señora guapa no puede ver- Se sentía orgullosa de la inteligencia de ese crío ¿por qué? No encontraba razón alguna.
-Aw muy bien, eres un niño listo, muy listo-
Picó con la yema de sus dedos esa nariz chata. Se dejó llevar por esos orbes negros que desprendían una inocencia sin igual y lo abrazó, lo abrazó tan fuertemente que se resistía a soltarlo. Y ahí recordó que si podía tener algo por lo que seguir adelante, quizás sonaría rastrero o tal vez malévolo pero la venganza comenzaba a ser una buena razón para ella.
-Ahora me tengo que ir. Si nos vemos no dudes en pedirme que juegue contigo-
Sin más soltó esa mano menuda que se aferraba a la de ella. Le dolió dejarlo ahí vigilado por un guardia jurado que ni sabía si era bueno en su labor. Negó con la cabeza, cogió las gafas casi olvidadas del dispensador de agua y se dispuso a ir hacia la oficina del señor Kim, su jefe.
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Comenzó a escuchar las voces desde bien entrado el pasillo. Los empleados parecían hacer oídos sordos pero Alice sabía perfectamente que todos y cada uno de ellos tenía sus cinco sentidos en la discusión que adornaba toda la planta. Terminó por sentarse fingiendo frotarse la pierna supuestamente dolorida.
-¡Eres un maldito desgraciado! ¡Lo he perdido todo por tu culpa, por tu grandísima culpa! ¡Yo la amo ¿entiendes eso?! No, como lo vas a entender si lo único verosímil en ti es el odio, la maldad y la pudenda. ¡Te desprecio enormemente! ¡Me avergüenza ser tu hijo!- Sin duda, era la voz de Jonghyun.
-Cuidado con tus palabras, pequeño insolente. Estás hablando con tu padre- Y ese su jefe, el señor Kim.
-¡Me importa una mierda! ¡Me has destrozado la vida! Ya no sé quién soy, no quiero convertirme en lo que tú. No quiero ser alguien tan vil y despreciable. Cuando te aburras de mangonearme quiero que por una vez en tu vida me dejes en paz. Haré lo que me digas hasta que los inversionistas extranjeros firmen el acuerdo, después de eso no quiero saber nada de ti, nada de esta empresa, ¡nada de nadie! ¡¿Me has entendido?!-
A Alice le dolió descubrir que estaba equivocada. La imagen que se estaba formando de Jonghyun era completamente equívoca. En cierta manera no le había mentido, sólo le había ocultado su triste realidad. Su padre parecía ser el demonio y lógicamente no quería que pensara que era igual a él. Cuando saliera le daría la oportunidad de hablar otra vez. ¿Podrían tener otra oportunidad? Al escuchar las palabras concluyentes del padre, su mundo cayó de nuevo. Todas las ilusiones que se alzaban en un simple instante de felicidad, caían sin remedio en el más resbaladizo lodo.
-¿Y qué vas a hacer sin mí, eh? Eres un impotente de esos que no pueden satisfacer a ninguna mujer ¿de dónde vas a formar una familia, eh? ¿del aire? Jajajaja-
Se oyó un estruendo. Alice imaginó lo peor, sin embargo un fuerte aire le dejó ver que se le había cruzado Jonghyun corriendo hacia no sabía dónde. Ni tiempo le dio a cerciorarse de que se trataba de él pero su perfume lo delató. Desapareció por el fondo y la muchacha sintió que debía ir en su busca.
No le importó que la vieran correr, que descubrieran que no estaba ciega. Lo único que importaba era saber que el hombre que amaba no fuera a hacer una locura. Lucharían juntos, lo harían. Quizás habían tenido muchos obstáculos y no habían sabido enfrentarlos. Ahora era distinto, ahora esa mujer sabía en qué debían centrarse para seguir adelante.
Lo perdió de vista. No, maldita sea, no. ¿Donde podría haber ido? Se apoyó en la puerta de la escalera recuperando el aliento. Respiró hondo tres veces y fue entonces cuando lo escuchó. La melodía más hermosa volvía a entrar por sus oídos para alcanzar su corazón, su alma. Recordó el instante cuando se había perdido, cuando se había sentido perdida en sus peores recuerdos. Ese maravilloso sonido la salvó como lo estaba haciendo ahora. La estaba salvando de la desesperación más absoluta y sabiendo de ante mano el portador de esa melodiosa voz. Era Jonghyun, cuando abrió esa puerta sin reparos lo comprobaba. Era él. El hombre por el que daría su felicidad, su vida, todo.
Aún llorando podía avistar unos ojos de cachorro que jamás imagino que tuviera. Lo había dibujado en su mente como un chico de facciones duras, sí, tenía mucho en ellas pero esos ojos, esa nariz y esa boca lo hacía el ser más atractivo del mundo. Quedó inmóvil. No lo odiaba como había pensado si conocía su cara. No lo aborrecía. Lo adoraba. Lo amaba, lo amaba tanto...
Él se dio cuenta de su presencia y cesó en su canto. La miró incrédulo, no creía que la tuviera en frente, acompañándolo en su tristeza, con sus ojos clavados en él. Era ciega ¿cómo era posible que sus pupilas lo examinaran tan detenidamente? Estaba fascinado con esa imagen ¿podría ser que...

No puedo verte by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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