Capítulo 11: Desde dentro
Capítulo 12: ¿Momento de debilidad?
-¿Buscas algo?- Preguntó Lara al acercarse por detrás a aquel tipo. Este se quedó inmóvil y ella pudo entrever que comenzaba a tantear la situación antes de voltearse.
Segundos después el derechazo del extraño casi roza la cara femenina, sin embargo, un movimiento así era demasiado básico como para pillar desprevenida a Lara.
-¿Para quién trabajas?- Volvió a cuestionar mientras esquivaba otro de los golpes.
Ella retrocedía tranquilamente; el otro, ofuscado, intentaba acertar con alguno de sus rápidos ataques.
-¿No estás dispuesto a colaborar?- Insistió la joven, ahora encogiendo su cuerpo y pasando del frente a la espalda del sujeto, algo que lo despistó por un instante. Cuando quiso girar se encontró con la certera patada de Lara en el costado. -Veamos si ahora cambias de opinión. No me gusta hablar sola-
Después de fingir un puchero se dirigió al tipo para propinarle otro golpe, esta vez en la cara, cerca de la mejilla. No obstante, el oponente seguía en pie así que se valió de su táctica más utilizada, y por tanto efectiva; consistía en levantar la cabeza de su contrincante, clavando sus nudillos en un movimiento ascendente; al tenerlo aturdido, darle una patada en la boca del estómago; y al final, cuando estuviera en el suelo, hincarle la rodilla en entre sus omóplatos quedando atrapado entre su cuerpo y la superficie donde estuviera abatido, no sin antes asegurarse de agarrar sus brazos y cruzarlos por encima, haciendo un torniquete bastante doloroso.
-¡Ah!- Satisfecha de escuchar por fin algo que no saliera de su propia boca repitió la acción. -¡Ah, dios!
-Vale, dime ¿Por qué me sigues?- Ordenó Lara con aparente calma.
-No voy a decirte nada, mátame si quieres- Le aseguró entre gemidos.
-Sabes que no lo haré pero desearás estar muerto cuando termine contigo- Amenazó contundentemente, por si aún no le había quedado claro, volvió a reforzar el torniquete con los adoloridos brazos del hombre.
-¡Ah!-
-Quedarás inválido como no des tu brazo a torcer. Vaya ironía, ¿verdad?- Alzó la parte superior de su cuerpo hacia ella ejerciendo más presión, escuchando como los huesos del tipo crujían. Sólo faltaba el golpe de gracia y sus extremidades superiores serían gelatina.
-¿Qué se siente al ser un simple peón?- Se atrevió a preguntar aquel tipo. En su posición y aún tenía el valor de insinuarle cosas así, la rabia por escuchar aquello hizo que Lara le dislocara el hombro derecho. El grito ahogado inundó los alrededores mientras que el hombre se retorcía de dolor, la joven se apartó de él un tanto arrepentida, jamás se había dejado llevar por los impulsos en una misión
¿Le estaba afectando demasiado el saberse traicionada?
-¡Agg! ¡Hija de puta! ¡Agg! ¡Las pagarás todas juntas cuando...- La ansiedad de Lara por que continuara hablando se vio interrumpida por un ruido sordo, sangre y una persona muerta: ese mismo que estaba por decirle algo importante, estaba segura. Todo fue en segundos, tan rápido que Lara no habría podido reaccionar ante un posible ataque contra ella. Sin más corrió de aquel callejón. Un cuerpo, un cadáver ¿Cómo podría librase de aquello? Esperaba que nadie la viera salir de allí o estaría perdida. Cerró los ojos mientras aceleraba hasta el bar que Jonghyun le había dicho. ¡Diablos! ¿Podría su vida destruirse más de lo que ya estaba?
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Jonghyun estaba afinando su guitarra mientras la gente se preparaba para su mini-concierto, sentado al borde de la superficie que formaba el escenario, vio llegar a Lara. Esta entró en el establecimiento y antes de hacer nada más, fue a la barra pidiendo un ron añejo del fuerte. El joven confundido por la forma de actuar de ella se acercó para averiguar de donde venía, sus fachas no anunciaban nada bueno y debía saber qué le había pasado.
-¿Lara?- Se sentó en el taburete de al lado, ella parecía ignorarlo hasta que la escuchó.
-¿Qué es esto?- Jonghyun la miró confundido. La muchacha se giró hacia él con una mueca fruncida, estaba fuera de si. -¿Qué esto?- Señaló al escenario, la gente se asustó cuando comenzó a alzar la voz. -¡Os dije que nada de conciertos hasta que yo lo aprobara o estuviera presente ¿Queréis morir? ¿Es eso? ¡Maldita sea, Jonghyun! ¡¿Quieres morir?!- Cuando quiso darse cuenta tenía agarrado al susodicho por las solapas de su chaqueta, de pie y conteniéndose por no golpearlo.
-Lara, ¿qué demonios te pasa?- Susurró Jonghyun para que sólo ella lo escuchara, había demasiada gente prestándoles atención y no necesitaban ningún escándalo en la situación que se encontraban.
Al fin reaccionó, soltó la prenda de su ex e incluso se la alisó distraídamente. -¿Donde está Yonghwa?-
-Estamos apunto de comenzar, ya no podemos cancelarlo Lara- Afirmó Jonghyun
-¡Joder, he dicho que dónde está Yonghwa!- Vociferó de nuevo. Esta vez agarró el vaso que le había sido ofrecido segundos antes y tragó desmesuradamente. El joven sólo podía mirar atónito el comportamiento insólito que mostró Lara desde que había llegado ¿Qué demonios le había pasado?
-En el camerino pero no...- No le dio tiempo a decir más cuando la joven voló cruzando el bar, paró en seco cuando un hombre habló por el micro arriba de la superficie del escenario.
-¡Señoras y señores! ¡Esta noche tendremos el privilegio de deleitarnos con la música de CNBLUE!- Yonghwa, Jungshin y Minhyuk salieron de la parte derecha del tablado.
-Luego me debes contar qué demonios te ha pasado para estar así- Le susurró Jonghyun después de sobarle con dulzura la espalda e irse hacía el frente.
Con soltura, subió de un salto y se unió al resto de CNBLUE. Lara bufó enviando una mirada de furia a Yonghwa. Este le sonrió sabiendo de más el motivo de porqué lo miraba así: Había desobedecido sus indicaciones y pronto la escucharía en un torbellino de insultos, todos dirigidos hacia él. Pero eso sería después de disfrutar de un rato en donde lo demás no le importaba lo más mínimo. El escenario, siendo el centro de todas las miradas, inmerso en la música que tanto amaba.
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Cruzó sus brazos esperando a que aquello terminara, Yonghwa no se escaparía de un buen escarmiento y más llegando de un altercado tan desconcertante como el de presenciar un asesinato.
Sintió un leve empujón y una disculpa casi inexistente. Al girarse para decir que no pasaba nada su corazón se encogió. Esa persona era guiada por otra, otra que sostenía su mano fuertemente por la muñeca, como si la obligara y entonces lo vio, entre tanto jaleo, entre tanta confusión. Lo vio. Jamás lo habría reconocido si no fuera por su tatuaje de la muñeca. Esa criatura legendaria de la mitología escandinava. La manga sólo dejaba ver sus poderosos tentáculos que llegaban hasta las falanges de aquella mano. El Kraken. Ese desgraciado estaba ahí y arrastraba consigo a una mujer que no llegaba a distinguir. No se trataba de una alucinación, por las filtraciones de la policía había sabido que se encontraba en Seúl y, aunque pareciera mentira, se había atrevido a acudir allí ¿Qué pretendía? ¿Quién era esa mujer?
No dudó en seguirlos por la multitud. Temía perderlos ya que el sitio era inmenso y estaba lleno de gente pero afortunadamente se dirigían al piso de arriba, por las escaleras sería menos costoso seguirles el rastro. Sorteando vasos en alto, codos vitoreando la actuación y personas que no cedían en moverse terminó observando que ambos entraban en una de las habitaciones privadas. Allí arriba había menos gente, algo peligroso si no sabía disimular bien. Fingió estar un tanto borracha para dejarse deslizar por la pared, al lado de la puerta, se aseguró que nadie la viera pegar la oreja fuertemente en ella y se dispuso a escuchar con atención.
-¡Vete! ¡Lárgate o llamaré a la policía! ¿Cómo te atreves a venir aquí? ¡Y encima me traes contigo! Yo no quiero tener nada que ver contigo, jamás lo quise ¡Vete! ¡Largo!- Espetó la voz femenina, por el ruido incesante era difícil analizarla y mucho menos reconocer a su portadora así que decidió captar sólo el tema de la conversación.
-Deberías sentirte halagada, he venido exclusivamente para verte a ti ¿No estás contenta de verme?- Alardeó el Kraken, sin duda era él. Esa desfachatez lo delataba.
-Eres un demonio, siempre lo supe ¡Vete de mi vida de una vez! ¡Por favor!-
-¿Qué tal tu vida? ¿Todo bien? Él... ¿Está bien?-
-¡Oh dios! ¡Tú! ¡Tú, maldito hijo de perra! ¡¿Cómo has podido?! ¡¿Cómo?!- Al escuchar a la mujer sollozando sintió la necesidad de entrar y partirle la cara a su mentor, porque aún lo era. Desgraciado ¿Qué había hecho esta vez? La curiosidad por saber quien era esa mujer la obligó a aviárselas para abrir la puerta en un movimiento lento e imperceptible. Sin embargo el maldito se dio cuenta y logró incitar a la mujer que saliera por una puerta trasera. Él fue detrás, pero no sin antes dirigir sus ojos directamente a los de Lara y huir. ¿Se había dado cuenta desde el principio que estaba ahí? ¿Lo había orquestado todo para que lo oyera hostigar a esa pobre mujer?
-Hijo de...- Se levantó dispuesta a encararlo, olvidando que era el mejor ocultándose. Cuando atravesó la salida de emergencia el callejón colindante estaba desierto. -Algún día sabré de qué va tu juego querido mentor, algún día...
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Pidió otro vaso de ron, la frustración y la rabia contenida comenzaban a llenarle la cabeza de preocupaciones que no la dejaban pensar. Igualmente no quería pensar, necesitaba un momento ajeno a todo y sólo el alcohol podría proporcionárselo. Sonrió al recordar que aún le quedaba dar su merecido a Yonghwa por lo que, sin soltar, su vaso fue hacia el camerino del muchacho. Faltaban minutos para que terminara el mini-concierto, cuando entró y vio el sofá no dudo en tirarse en él, quizás el alcohol comenzara a hacer efecto porque su mundo tambaleó al hacerlo. ¿O tal vez era la saturación por tantas cosas en su mollera? Daba igual, ya daba igual. Negro fue lo que encontró minutos después de dormirse, ni siquiera durmiendo tenía ganas de fantasear. Su mente estaba derrotada, su cuerpo le seguía muy de cerca ¿Y ella? Ella estaba harta.
Yonghwa abrió la puerta riéndose de las ocurrencias de Jonghyun, no se dio cuenta de la presencia de Lara hasta que ya dentro comenzó a quitarse la chaqueta. Una enorme ternura se apoderó de él, haciendo que se agachara a la altura de ella. Tan cerca de su cara que pudo observar cada pequeño detalle del rostro femenino. Nunca lo había negado, le atraía, y mucho. Lara era bastante guapa, no era su tipo pero algo en ella le parecía interesante. ¿Quizás su permanente actitud altiva? ¿Su atrevimiento al tratarlo como a un igual? Había sido alabado desde pequeño, todo eran críticas buenas, que si era un prodigio de la música, que si era alguien especial, importante, imponente... Pero ella, ella lo trataba como alguien más; sí a veces como a un tonto, no obstante eso lo hacía poner los pies sobre la tierra de nuevo. Siempre había deseado tener a alguien que le aclarara que seguía siendo como todos los demás. Se mordió el labio inferior por el atrevimiento, sabía que si despertaba en ese instante lo acribillaría a patadas y quien sabe si a golpes con algo más duro. Acomodó un mechón que le caía por los ojos para tener la libertad de acariciarle cada parte del rostro le alivió el hecho de que estuviese lo bastante dormida como para no darse cuenta de lo que estaba haciendo.
-¿En un mundo paralelo lo nuestro habría podido funcionar?- Le preguntó en un susurro. No esperaba respuesta ya que quizás se dirigía a él mismo.
En ese momento Lara abrió los ojos completamente, a Yonghwa no le dio tiempo a disimular y ella lo empujó viendo como caía de culo. Se incorporó cuando ella también lo hizo. -¿Qué demonios hacías?- Espetó la muchacha, se notaba tanto en el habla como en sus gestos que se había pasado con las copas.
-Espera ¿Estás... Estás borracha? ¡Se supone que estás de servicio!- Recriminó Yonghwa intentando ayudarla a sostenerse.
-No no, espera tú- Le apartó las manos con un fuerte movimiento, después de todo no estaba tan ebria. -¿Te crees en el derecho de hacer lo que te plazca y ahora vienes a recriminarme a mí que lo haga? Tú solito te has puesto en peligro yo he completado la hazaña ¡Yujú! ¡Venid, venid todos a matarnos ahora!- Levantó los brazos invitando a gente imaginaria a golpearla.
-Eso no era lo que...- Lara lo interrumpió, esta se le acercó y apoyó una mano en su pecho.
-¿No querías morir?- Bajó su rostro y el joven casi cae en la tentación de agarrarla para que no cayera pero de pronto grito girando sobre si misma. -Pues ¡venga! vamos a hacer todo lo posible por que nos encuentren ¿No?- Sus ojos se cruzaron. Algo que ninguno de los dos pudo evitar. -¿No te das cuenta Yonghwa?
-¿De qué Lara? Mira, será mejor que vuelvas al sofá y descanses-
Tenía intenciones de forzarla a ir hacía allí pero Lara se lo impidió con algo que jamás vio venir. Se le abalanzó rodeándole el cuello con sus brazos. Yonghwa tuvo que regular para no caerse, la mesa del tocador lo ayudó a sostenerse, sin embargo esto hizo que el cuerpo femenino se apegara por completo al suyo.
-Mandemos todo a la mierda Yonghwa. Que nos maten aquí si es preciso pero hagamos lo que ambos deseamos desde el principio, mañana podemos arrepentirnos- Por un momento la notó más sobria de lo que parecía. Que le murmurara aquello cerca de sus labios tampoco reforzó su idea de separarse, mucho menos cuando Lara rozó provocativamente su mejilla. Volvieron a cruzar miradas y ya no encontró ninguna excusa para no atrapar esa boca que le pedía a gritos la suya.
El alcohol podría estarle afectando un poco, sólo un poco. A pesar de ello su cuerpo le pedía fieramente lo que estaba pasando. ¡Oh sí! Como, buenamente había dicho, al día siguiente podrían arrepentirse ¿Qué más daba? ¿Qué importaba? Toda su vida era una vil mentira, porque una vez obedeciera a su instinto no pasaría nada ¿O sí?
Minutos después notó las manos de Yonghwa jugando por el borde de su camisa, ninguno de los dos se opuso. Él sonrió al notar el respingo de Lara por el frío de la yema de sus dedos. Siguió devorando sus labios para despistarla, sin embargo esta los apartó. Por un momento temió que se estuviera arrepintiendo hasta que la vio reírse. Ella misma le ayuda a descaerse de la prenda.
-Te toca- Se escapó de la boca de la joven al sentir los ojos de Yonghwa recorrerle el busto.
-Me vuelves loco- Dijo Yonghwa obedeciendo a los anhelos de la joven, quitándose la chaqueta seguida de la camiseta. Observó que lo examinaba, por primera en su vida se sintió cohibido. Esa mujer era la única que lo hacía sentir vergüenza hasta ese límite. Pareciera que ambos habían recordado el día en que lo vio semidesnudo por primera vez puesto que sus muecas tornaron divertidas.
Ahí, los dos con un calor que los incitaba a terminar de desnudarse, comenzaban a tantear lo que en verdad estaba sucediendo. No era una simple noche, no era lujuria, bueno no en su mayoría. Estaban disfrutando de algo más, esa cosa que se instalaba fuertemente en sus pechos ¿Podría ser verdad? ¿El destino sería tan cruel como para enfrentarlos después de saberse enfrentados? En ese momento todo daba igual, sólo la intención de darse placer el uno al otro.
La lengua de Yonghwa perdió la primera batalla contra la de Lara pero no estaba dispuesto a perder la guerra. La agarró por la cintura y fuertemente se giró para sentarla sobre la mesa en un sólo movimiento, la rudeza con la que lo hizo no molestaba a Lara, al contrario, la excitaba aún más, incluso gimió al sentir que él también lo estaba en el instante que volvió a juntar sus cuerpos. Las manos de Yonghwa le acariciaban los muslos con total parsimonia mientras volvían a encararse en un beso lleno de deseo. Todo parecía ser una especie de liberación, necesitaban con ansias lo que estaba aconteciendo. Lo habían negado, lo habían cuestionado millones de veces pero en el fondo se atraían enormemente. La cuestión ahora era ¿Había algo más que atracción? Lara llenó de besos en el cuello masculino mientras lo escuchaba quejarse, esperó la pequeña venganza en forma de caricias más que candentes cerca de su abdomen y parte del muslo interno.
-Yonghwa ¡Por dios!- Oyó su risa cerca del lóbulo de la oreja y sintió escalofríos que acentuaban su ansia por acabar lo que habían comenzado.
Despojados de cuanta ropa les fue posible se encontraron simplemente cubiertos por sus prendas interiores. Lara rodeó la cintura de Yonghwa con las piernas al intuir sus intenciones de llevarla hacia el sofá. Lo besos no cesaban, ni el aire que necesitaban les impedía prolongarlos al máximo. La tumbó delicadamente y se puso encima de ella, volvieron a gemir cuando sus cuerpos chocaron. Él repartió besos por su abdomen, ella buscó acariciarle lo que alcanzara, como si lucharan por quien gemía más por las atenciones del otro. Ya no podrían dar marcha atrás, nada les impediría lo inminente ¿O sí?
De pronto la puerta del camerino se abrió y la persona menos indicada vio la escena. Completamente avergonzados se separaron y comenzaron a taparse con lo que pillaban esparcido por el suelo. Esa persona seguía sin articular palabra...
Capítulo 13: Nada cuadra
Los hijos del Kraken by Laura Ramírez Patarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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