Capítulo 3: Ideas fijas y situaciones variables
Capítulo 4: ¿Un sueño o una
jugarreta del destino?
-¡¿Hana?!- Preguntó Onew desde abajo en el salón. Ella aún giraba su rostro de la habitación a él con una expresión de total desconcierto. Y por fin fijó su mirada en él. -¿Hana?- Comenzó a subir las escaleras hacia ella, algo no iba bien. -Si estás así por lo de antes, ya deberías saberlo, yo... yo no te quiero. Solo vengo a por un par de cosas, me quedaré en casa de Jonghyun por unos días, hasta que entiendas que no somos nada. A partir de ahora solo seremos prometidos de cara a los demás...- Después de lo dicho esperaba una reacción por parte de Hana pero esta aún seguía con la misma expresión. -¿Has visto un fantasma?- Movió su mano delante de la cara de Hana y esta por fin reaccionó.
-¿Eh? No nada ¿Qué... Qué decías?- No podía articular bien las palabras pero por fin pudo volver en si. Observó como la mueca de Onew cambiaba a una de total fastidio.
-Debo recoger mis cosas, me voy- Estaba totalmente molesto ¿Era la primera vez que lo ignoraba? Se dirigió a la habitación con rapidez y con actitud altiva.
-¿Qué? ¡No!- No podía dejar que entrara allí, ese hombre estaba dentro. Por alguna razón su cuerpo le decía que debía ponerse delante de él para detenerlo. Tenía que impedir que esos dos se encontrasen, no sabía el por qué pero haría lo que fuera por que aquello no sucediese. Sin más se puso enfrente de Onew impidiendo que avanzara.
-¿Te has vuelto loca? ¿Qué demonios te sucede? ¿Lo de antes te ha hecho perder la razón?- Esas palabras eran como puñales clavándose en el pecho de Hana, casi se suicida por esa persona que tanto la maltrataba... ¿En qué estaría pensando? Lo amaba pero ahora se daba cuenta que quizás eso había sido demasiado. Además ahora tenía que averiguar quien era ese desconocido y por qué era tan parecido a su prometido...
-Yo... Yo te traigo lo que sea. Dime ¿Qué es lo que quieres?- La forma en que insistía la joven hizo que por un segundo Onew sospechara de que había algo en la habitación que no quería que viese pero luego más lógicamente pensó que lo hacía todo para impedir que se fuera.
-¿Eh? No nada ¿Qué... Qué decías?- No podía articular bien las palabras pero por fin pudo volver en si. Observó como la mueca de Onew cambiaba a una de total fastidio.
-Debo recoger mis cosas, me voy- Estaba totalmente molesto ¿Era la primera vez que lo ignoraba? Se dirigió a la habitación con rapidez y con actitud altiva.
-¿Qué? ¡No!- No podía dejar que entrara allí, ese hombre estaba dentro. Por alguna razón su cuerpo le decía que debía ponerse delante de él para detenerlo. Tenía que impedir que esos dos se encontrasen, no sabía el por qué pero haría lo que fuera por que aquello no sucediese. Sin más se puso enfrente de Onew impidiendo que avanzara.
-¿Te has vuelto loca? ¿Qué demonios te sucede? ¿Lo de antes te ha hecho perder la razón?- Esas palabras eran como puñales clavándose en el pecho de Hana, casi se suicida por esa persona que tanto la maltrataba... ¿En qué estaría pensando? Lo amaba pero ahora se daba cuenta que quizás eso había sido demasiado. Además ahora tenía que averiguar quien era ese desconocido y por qué era tan parecido a su prometido...
-Yo... Yo te traigo lo que sea. Dime ¿Qué es lo que quieres?- La forma en que insistía la joven hizo que por un segundo Onew sospechara de que había algo en la habitación que no quería que viese pero luego más lógicamente pensó que lo hacía todo para impedir que se fuera.
-¿Qué te pasa Hana? ¡Sal de mi camino! Nadie impedirá entrar a mi habitación- La empujó tan fuerte que la joven notó un duro golpe en su hombro al chocar contra la pared. La situación era algo demasiado surrealista pero aún con todo el dolor del mundo tenia que impedirle entrar al cuarto. Con esfuerzo y tocándose el brazo adolorido llegó a tiempo para agarrar su mano que ya estaba en la manilla de la puerta impidiéndole moverla hacia abajo. -¡Demonios Hana! Si creer que me quedaré por comportarte así, estas muy equivocada- Giró la manilla, la fuerza que ejercía Hana no era la suficiente como para forzarlo a no hacerlo.
-¡No!- La puerta se abrió bruscamente por el empuje de Onew, la joven se cubrió el rostro con las manos ante la escena que se avecinaba.
-¡Qué infantil eres! ¿Todo este teatro para impedir que me vaya?- La pregunta de Onew la hizo que Hana se descubriese la cara, miró rápidamente dentro de la habitación en busca de aquel hombre idéntico a Onew. No estaba. ¿Lo había soñado? ¿Había sido un sueño solo para calmar su tristeza y restaurar sus ganas de vivir?
-Yo... Yo solo- Entonces recordó la carta de despedida y al ver a Onew entrar a la habitación su cara volvió a reflejar angustia ante la idea de que él la descubriera, allí encima de la mesilla. Corrió hacia ella antes que él pero algo inquietante la dejó inmóvil, la carta no estaba. Miró a su alrededor ¿La puso en otro lado y no la recordaba? No, estaba segura que la dejó allí.
-¡No!- La puerta se abrió bruscamente por el empuje de Onew, la joven se cubrió el rostro con las manos ante la escena que se avecinaba.
-¡Qué infantil eres! ¿Todo este teatro para impedir que me vaya?- La pregunta de Onew la hizo que Hana se descubriese la cara, miró rápidamente dentro de la habitación en busca de aquel hombre idéntico a Onew. No estaba. ¿Lo había soñado? ¿Había sido un sueño solo para calmar su tristeza y restaurar sus ganas de vivir?
-Yo... Yo solo- Entonces recordó la carta de despedida y al ver a Onew entrar a la habitación su cara volvió a reflejar angustia ante la idea de que él la descubriera, allí encima de la mesilla. Corrió hacia ella antes que él pero algo inquietante la dejó inmóvil, la carta no estaba. Miró a su alrededor ¿La puso en otro lado y no la recordaba? No, estaba segura que la dejó allí.
-Creo que con esto y un pijama bastará- Comentó Onew mientras colocaba un par de camisetas en la mochila que había cogido segundos antes. Algo en la cabeza de Hana se activó, el pijama se encontraba en el armario pero ¿Por qué esa sensación? Debía impedir que lo abriera, quizás y solo quizás ese era el escondite perfecto para alguien que quisiera ocultarse.
-Yo te doy el pijama Onew- Fue lo primero que le vino a la cabeza, sabía que allí dentro no habría nadie, que todo había sido un sueño pero su intuición la estaba torturando en esos momentos. El joven solo asintió y ella fue torpemente hacia el ropero. Al abrirlo no se atrevió a mirar a ningún lado pero justo en frente de ella una mano le ofreció una prenda, no era un pijama pero si unos pantalones cómodos que con una camiseta podrían hacer de perfecto atuendo para dormir. -Toma, esto servirá- Fue hacia él para meter la prenda dentro de aquella mochila, él parecía sorprendido por el comportamiento raro y ahora autoritario de la que pasaba a ser su ex-prometida. Notó como la mano de la muchacha, en su brazo, lo guiaba hacia fuera ¿Qué había sido de la Hana sumisa que conocía? ¿Estaba traumatizada por la forma en que dijo las cosas hacía una hora antes? Sin comprender se dejó llevar hasta la puerta.
-En unos días regresaré, pero que te quede claro que jamás volveremos a estar en la misma habitación juntos, solo quiero que al llegar esté toda mi ropa en la habitación de invitados- Seguía intentando hacer reaccionar a la joven con palabras cueles, intentando que le suplicara para que se quedara, pero solo recibió una sonrisa falsa por su parte.
-Bien, lo tendré todo preparado para ese día- Ahora sin expresión observó como Onew abría la puerta y ya fuera se giraba a mirarla. Todo lo que hacía le dolía pero la situación ahora no la dejaba preocuparse por esos detalles insignificantes ahora. Ante la cara de sorpresa de Onew agitó su mano despidiéndose y cerró la puerta dejando a un hombre bastante trastornado fuera, mirando la puerta ahora cerrada ¿Qué había sido eso?
Llegó a la habitación en un suspiro, debía comprobar que todo aquello no era real, tenía que asegurarse si todo aquello fue solo su imaginación tras el golpe de tal separación. Sin detenerse en ningún otro lado abrió de par en par aquel armario que había abierto cuidadosamente minutos antes. Y ahí estaba, encaramado entre los cajones de abajo y la barra que sostenía toda la ropa, para no caer tenía extendidas todas sus extremidades agarrándose a las paredes laterales. Parecía una pegatina a punto de despegarse de aquella superficie, sus piernas temblorosas hicieron que una pequeña risita saliera de la boca de Hana.
En tal situación alguien pudo sacarle una sonrisa, tan pronto como se escuchó se sintió avergonzada pero no tanto como Jin Ki que al ver que era ella la que había abierto aquel instrumento del infierno se relajó. Algo que no entrevió es que sus piernas entumecidas no lo dejarían tenerse en pie por lo que calló hacia delante, Hana pudo esquivarlo y este cayó de cara al suelo. Eso ya era demasiado, Hana sin más soltó una carcajada, el cuerpo de Jin Ki quedó de frente al suelo con sus brazos abiertos, sus rodillas ligeramente dobladas y su culo en pompa.
-¿Tiene gracia? Yo la verdad es que no se la encuentro- Expresó con esfuerzo, la posición en la que estaba era bastante incomoda y moverse le era casi imposible. Parecía un animalillo recién nacido intentando ponerse de pie por primera vez.
-Lo siento, pero es que... A eso se le llama una buena salida del armario Jajaja- Volvió a reír, ahora aún más fuerte.
-¿Cuando termine de reírse a costa mía puede ayudarme?- Ahora por fin pudo colocar sus brazos para levantar un poco su torso.
-Sí, sí. Lo siento- Se colocó al lado de él y lo ayudo a sostenerse en ella para poder ponerse en pie.
-Gracias- Le estaba agradeciendo pero su cara era de total enfado, jamás se habían reído de él, a parte de su gran amigo Sung Hyo, nadie. Quizás su posición noble lo alejaba de cualquier burla, caía muy seguido pero nunca nadie se había mofado así de él, su orgullo estaba herido.
-¡Ah! Yo venía a exigirte que te vayas de mi casa ¡Ahora!- Era verdad, su intención era esa ¿Qué hacía ayudándolo y riéndose de él? La cara de Jin Ki tornó a una sorpresiva. -No sé quién eres ni que haces aquí, pero debes irte ahora mismo
-Yo ya se lo dije, yo me llamo Jin Ki. Estoy igual de confundido que usted, necesito su ayuda para volver de donde he venido, no conozco nada de este mundo solo quiero volver. Tampoco quiero estar aquí, por si aún no se ha dado cuenta- Sus brazos se cruzaron con total indignación.
-Yo te doy el pijama Onew- Fue lo primero que le vino a la cabeza, sabía que allí dentro no habría nadie, que todo había sido un sueño pero su intuición la estaba torturando en esos momentos. El joven solo asintió y ella fue torpemente hacia el ropero. Al abrirlo no se atrevió a mirar a ningún lado pero justo en frente de ella una mano le ofreció una prenda, no era un pijama pero si unos pantalones cómodos que con una camiseta podrían hacer de perfecto atuendo para dormir. -Toma, esto servirá- Fue hacia él para meter la prenda dentro de aquella mochila, él parecía sorprendido por el comportamiento raro y ahora autoritario de la que pasaba a ser su ex-prometida. Notó como la mano de la muchacha, en su brazo, lo guiaba hacia fuera ¿Qué había sido de la Hana sumisa que conocía? ¿Estaba traumatizada por la forma en que dijo las cosas hacía una hora antes? Sin comprender se dejó llevar hasta la puerta.
-En unos días regresaré, pero que te quede claro que jamás volveremos a estar en la misma habitación juntos, solo quiero que al llegar esté toda mi ropa en la habitación de invitados- Seguía intentando hacer reaccionar a la joven con palabras cueles, intentando que le suplicara para que se quedara, pero solo recibió una sonrisa falsa por su parte.
-Bien, lo tendré todo preparado para ese día- Ahora sin expresión observó como Onew abría la puerta y ya fuera se giraba a mirarla. Todo lo que hacía le dolía pero la situación ahora no la dejaba preocuparse por esos detalles insignificantes ahora. Ante la cara de sorpresa de Onew agitó su mano despidiéndose y cerró la puerta dejando a un hombre bastante trastornado fuera, mirando la puerta ahora cerrada ¿Qué había sido eso?
Llegó a la habitación en un suspiro, debía comprobar que todo aquello no era real, tenía que asegurarse si todo aquello fue solo su imaginación tras el golpe de tal separación. Sin detenerse en ningún otro lado abrió de par en par aquel armario que había abierto cuidadosamente minutos antes. Y ahí estaba, encaramado entre los cajones de abajo y la barra que sostenía toda la ropa, para no caer tenía extendidas todas sus extremidades agarrándose a las paredes laterales. Parecía una pegatina a punto de despegarse de aquella superficie, sus piernas temblorosas hicieron que una pequeña risita saliera de la boca de Hana.
En tal situación alguien pudo sacarle una sonrisa, tan pronto como se escuchó se sintió avergonzada pero no tanto como Jin Ki que al ver que era ella la que había abierto aquel instrumento del infierno se relajó. Algo que no entrevió es que sus piernas entumecidas no lo dejarían tenerse en pie por lo que calló hacia delante, Hana pudo esquivarlo y este cayó de cara al suelo. Eso ya era demasiado, Hana sin más soltó una carcajada, el cuerpo de Jin Ki quedó de frente al suelo con sus brazos abiertos, sus rodillas ligeramente dobladas y su culo en pompa.
-¿Tiene gracia? Yo la verdad es que no se la encuentro- Expresó con esfuerzo, la posición en la que estaba era bastante incomoda y moverse le era casi imposible. Parecía un animalillo recién nacido intentando ponerse de pie por primera vez.
-Lo siento, pero es que... A eso se le llama una buena salida del armario Jajaja- Volvió a reír, ahora aún más fuerte.
-¿Cuando termine de reírse a costa mía puede ayudarme?- Ahora por fin pudo colocar sus brazos para levantar un poco su torso.
-Sí, sí. Lo siento- Se colocó al lado de él y lo ayudo a sostenerse en ella para poder ponerse en pie.
-Gracias- Le estaba agradeciendo pero su cara era de total enfado, jamás se habían reído de él, a parte de su gran amigo Sung Hyo, nadie. Quizás su posición noble lo alejaba de cualquier burla, caía muy seguido pero nunca nadie se había mofado así de él, su orgullo estaba herido.
-¡Ah! Yo venía a exigirte que te vayas de mi casa ¡Ahora!- Era verdad, su intención era esa ¿Qué hacía ayudándolo y riéndose de él? La cara de Jin Ki tornó a una sorpresiva. -No sé quién eres ni que haces aquí, pero debes irte ahora mismo
-Yo ya se lo dije, yo me llamo Jin Ki. Estoy igual de confundido que usted, necesito su ayuda para volver de donde he venido, no conozco nada de este mundo solo quiero volver. Tampoco quiero estar aquí, por si aún no se ha dado cuenta- Sus brazos se cruzaron con total indignación.
-No sé que pretendes y tampoco por qué me salvaste la vida antes. Te estoy agradecida pero de verdad que no quiero acosadores que se hacen la cirugía plástica para parecerse a sus idols. No sé lo que quieres y que haces vestido así pero desearía que te fueras de esta casa ahora- Efectivamente era lo que quería pero ¿Por qué se sentía tan culpable al decirlo? Era un desconocido ¿Por qué sentirse así? ¿Era porque la había salvado?
-¿Ciruj... Qué? En este mundo solo la conozco a usted, sin reclamarle nada por lo de salvarle la vida antes, ya que eso lo hubiera hecho por cualquiera. Solo quiero que me ayude hasta que pueda regresar a mi hogar- Sus palabras salieron con seguridad pero la cara de aquella joven aún tenía su ceño fruncido.
-¿No sé como han conseguido que sea tan real? Te pareces tanto...- Estaba en frente de él examinando sus facciones, sin darse cuenta estaba admirando aquel rostro. Siempre le había encantado aquella cara, la cara de la persona que más amaba. Notó como la sangre le subía a las mejillas, Jin Ki la miró algo extraño, ella solo esperaba que no se hubiese dado cuenta. Demonios, ese no era Onew solo un acosador operado para hacer no se sabía que cosas. -¡Por favor, sal de mi casa!
-Yo, yo no sé donde ir. Por favor solo le pido que me ayude a encontrar el camino de vuelta ¡Por favor!- Suplicaba Jin Ki mientras sentía las manos de aquella mujer empujándolo desde su espalda. Ya estaban bajando las escaleras cuando se dio por vencido, aquella muchacha seguía detrás de él insistiendo en que se fuera de esa casa. -Por favor...- Jamás había suplicado por ayuda, era demasiado orgulloso pero estar en aquel mundo sin nadie de su lado daba miedo, bastante miedo. Esa mujer era la única que quizás podía saber como regresarlo a casa ¿Por qué sintió entonces que lo había llamado antes de aparecer en ese mundo extraño?
-Vete a casa y piensa en recuperar tu identidad, me parece no estás muy cuerdo amigo...- Jin Ki ya estaba fuera, enfrente de la puerta, Hana la cerró pero por alguna extraña razón le dolía haberlo hecho.
-¿Ciruj... Qué? En este mundo solo la conozco a usted, sin reclamarle nada por lo de salvarle la vida antes, ya que eso lo hubiera hecho por cualquiera. Solo quiero que me ayude hasta que pueda regresar a mi hogar- Sus palabras salieron con seguridad pero la cara de aquella joven aún tenía su ceño fruncido.
-¿No sé como han conseguido que sea tan real? Te pareces tanto...- Estaba en frente de él examinando sus facciones, sin darse cuenta estaba admirando aquel rostro. Siempre le había encantado aquella cara, la cara de la persona que más amaba. Notó como la sangre le subía a las mejillas, Jin Ki la miró algo extraño, ella solo esperaba que no se hubiese dado cuenta. Demonios, ese no era Onew solo un acosador operado para hacer no se sabía que cosas. -¡Por favor, sal de mi casa!
-Yo, yo no sé donde ir. Por favor solo le pido que me ayude a encontrar el camino de vuelta ¡Por favor!- Suplicaba Jin Ki mientras sentía las manos de aquella mujer empujándolo desde su espalda. Ya estaban bajando las escaleras cuando se dio por vencido, aquella muchacha seguía detrás de él insistiendo en que se fuera de esa casa. -Por favor...- Jamás había suplicado por ayuda, era demasiado orgulloso pero estar en aquel mundo sin nadie de su lado daba miedo, bastante miedo. Esa mujer era la única que quizás podía saber como regresarlo a casa ¿Por qué sintió entonces que lo había llamado antes de aparecer en ese mundo extraño?
-Vete a casa y piensa en recuperar tu identidad, me parece no estás muy cuerdo amigo...- Jin Ki ya estaba fuera, enfrente de la puerta, Hana la cerró pero por alguna extraña razón le dolía haberlo hecho.
-Entonces ¿Por qué me llamaste? ¿Por qué allí arriba sentí que me llamabas?- Jin Ki sintió que debía preguntarle sinceramente, aún así se dio cuenta que era la primera vez que hablaba de tu a alguien que no era Sung Hyo. Las palabras de Jin Ki se clavaron en Hana. Sus ojos se abrieron completamente ¿Lo había llamado? ¿Cuando? ¿De qué hablaba aquel extraño hombre? Vino a su mente la imagen donde le pedía al reloj aquél deseo, justo después escuchó la voz de ese hombre ¿Tenía algo que ver con lo que ahora preguntaba Jin Ki? Con pesar se fue hacia si habitación debía dormir para aclarar sus ideas. Quizás despertara viendo que todo ese día fue un horrendo sueño.
Eran las tres de la mañana cuando se despertó al escuchar ruido abajo, parecía provenir de la cocina. Un escalofrío recorrió su espalda al ver que Onew no estaba dormido a su lado, el día anterior había sido real. Mierda. Otro sonido la hizo dar un respingo aún sentada en la cama. Sin más, salió de la habitación con una camiseta de tirantes y unos pantalones demasiado cortos, se maldijo no recoger su bata antes de salir del cuarto ya que hacia bastante frió. Al llegar a las escaleras se incorporó un poco para ver si veía algo, estaba completamente asustada ¿Sería aquel tipo desquiciado? ¿Como había entrado en su casa? Vio el interruptor y lo presionó, todas las luces del comedor, el salón y la cocina se encendieron. Todo estaba continuo, sin muros, lo que Hana agradeció ya que podía ver todo sin necesidad de bajar del primer piso.
Lo vio, aquel dichoso gato que compraron días atrás, se olvidó de él por completo. Estaba comiendo de la cena anterior que había dejado en el mostrador de la cocina. El pobre llevaba un día sin comer.
-Aish, lo siento Nano. Ayer no fue un buen día para mi. No tengo escusas para dejarte olvidado ¿Me perdonas?- Ahora cargaba al gato hacia la cocina, abrió el frigorífico y sacó de él un tarro que contenía la comida especial para Nano. Recogió el cuenco donde puso varias cucharadas de aquel potaje y dejó que el animal comiera tranquilamente. Estaba por irse cuando escuchó un golpe leve en la puerta ¿Y ahora qué? Se acercó a ella y miró por la mirilla sin observar nada extrañó. Otro golpe. Sin más abrió la puerta, algo cayó a sus pies... Era Jin Ki que al recibir el golpe se quejó levemente pero algo no iba bien, estaba empapado en sudor y tiritando ¿Como podría dejarlo ahí?
-Por favor, ayudame...- Susurró el hombre que ahora le agarraba del tobillo.
Eran las tres de la mañana cuando se despertó al escuchar ruido abajo, parecía provenir de la cocina. Un escalofrío recorrió su espalda al ver que Onew no estaba dormido a su lado, el día anterior había sido real. Mierda. Otro sonido la hizo dar un respingo aún sentada en la cama. Sin más, salió de la habitación con una camiseta de tirantes y unos pantalones demasiado cortos, se maldijo no recoger su bata antes de salir del cuarto ya que hacia bastante frió. Al llegar a las escaleras se incorporó un poco para ver si veía algo, estaba completamente asustada ¿Sería aquel tipo desquiciado? ¿Como había entrado en su casa? Vio el interruptor y lo presionó, todas las luces del comedor, el salón y la cocina se encendieron. Todo estaba continuo, sin muros, lo que Hana agradeció ya que podía ver todo sin necesidad de bajar del primer piso.
Lo vio, aquel dichoso gato que compraron días atrás, se olvidó de él por completo. Estaba comiendo de la cena anterior que había dejado en el mostrador de la cocina. El pobre llevaba un día sin comer.
-Aish, lo siento Nano. Ayer no fue un buen día para mi. No tengo escusas para dejarte olvidado ¿Me perdonas?- Ahora cargaba al gato hacia la cocina, abrió el frigorífico y sacó de él un tarro que contenía la comida especial para Nano. Recogió el cuenco donde puso varias cucharadas de aquel potaje y dejó que el animal comiera tranquilamente. Estaba por irse cuando escuchó un golpe leve en la puerta ¿Y ahora qué? Se acercó a ella y miró por la mirilla sin observar nada extrañó. Otro golpe. Sin más abrió la puerta, algo cayó a sus pies... Era Jin Ki que al recibir el golpe se quejó levemente pero algo no iba bien, estaba empapado en sudor y tiritando ¿Como podría dejarlo ahí?
-Por favor, ayudame...- Susurró el hombre que ahora le agarraba del tobillo.

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