Prólogo
Capítulo I: El viaje
Había tocado ese diario infinidad de
veces... Si fuera capaz de ver a través de él, si pudiera tan
siquiera saber lo que el autor presenció... Debía hacerse más
fuerte, sabía que su don podría ser ilimitado. Siempre estaba ese
temor que la frenaba a explorar su poder, a maximizar sus
posibilidades. Pero tenía que hacerlo, debía descubrir la entrada
al Eras a como diera lugar.
Cerró sus ojos, podía sentir el miedo
de su propietario escribiendo las primeras lineas pero no visualizaba
el aspecto de este ni el lugar donde lo escribió. Tenía que
conseguirlo, sin sucumbir a su poder... Siempre había sido demasiado
cautelosa en lo que se refería a su don, era una joven que siempre
pensaba antes de actuar, aunque por su apariencia pareciera lo
contrario. Su cabello cano, que caracterizaba a los de su especie, lo
llevaba atado en dos recogidos, alborotados, pero bien sujetos, su
vida no era como para estar mirando su peinado continuamente. De
diadema llevaba unas gafas de aviador y en su cuello, un pañuelo;
siempre a mano para las tormentas de arena, que cada pocas horas
asomaban por el horizonte, quizás fueran tan seguidas porque el
planeta era un desierto en el ochenta por ciento de su extensión. No
conocían otro clima que no fuera el calor extremo o el frío
intenso.
Siendo essens sus cuerpos estaban
adaptados para el clima extremo pero lo que más destacaba de ellos
era su agilidad; eran altos y de figura muy delgada, dándoles
ligereza para cualquier movimiento. Ella podría estar en la media de
esas características si no fuera por sus ojos, normalmente los
Essens lucían tonos claros, verdes, azules e incluso gris, pero ella
los tenía marrones como el café, eran tan inusuales como la altura
del joven que la acompañaba.
-Lynx ¿Aún no puedes ver nada?
Esa voz la distrajo de sus
pensamientos. Era Aldahir, podría decirse que era su compañero de
viaje, un viaje que hace años comenzó, bruscamente, en busca de
algo que les permitiera entrar al Eras. Siempre estaba a su lado y le
brindaba el apoyo que necesitaba. Giró su cabeza hacia él, siempre
tenía esa expresión que la tranquilizaba pero ahora su rostro
mostraba insistencia, llevaban dos días perdidos entre paredes, ya
casi inexistentes, de lo que parecía haber sido una biblioteca
cientos de libros, ahora ilegibles, se amontonaban por estanterías
destrozadas por el paso del tiempo. El edificio derrumbado mostraba
el cielo de la noche en esa colina donde se encontraba, era una zona
abierta a ataques de animales salvajes, por tanto quedarse allí más
tiempo era algo peligroso...
La joven negó con la cabeza pero su
mirada se trasladó a las botas desgastadas de su compañero. Era
demasiado bajo para ser un essens, ella era varios centímetros más
alta que él, parecía más un humano si no fuera por el color de
pelo que detonaba claramente su raza. Aunque pensándolo bien le
compensaba el ser de cuerpo atlético como de facciones bastante
atrayentes. Pero lo que más destacaba del joven, era su
comportamiento de niño ante algo que no le gustase.
Mirando sus botas podía ver que le
hacían un flaco favor, al quedarle grandes, parecía aun más
pequeño. Sonrió ante tal evidencia.
-Por ahora me llevo este diario, creo
que tiene mucho en su interior, aunque sea ilegible para cualquiera
yo podré leer a través de él, sé que podré hacerlo, solo
necesito más tiempo. Aquí ya no hay nada más que tenga alguna
relevancia. Esta noche dormiremos aquí, mañana al amanecer podremos
movernos- Ante lo dicho Aldahir asintió y siguió ojeando un par de
libros más antes de salir del edificio. Lynx sabía que no estaba
conforme, no podían pararse mucho en un mismo lugar. Después de
guardarse el diario en su mochila imitó a su amigo, salió del
edificio sorteando lo que quedaba de las bigas caídas del techo, los
escombros y los montones de libros esparcidos por todo el suelo.
Tenían un par de mantas alrededor de
una fogata que se mostraba muy débil, no debía llamar mucho la
atención, así que bastaba con qué les diera un poco de calor. Se
sentó en frente de ella, observó que Aldahir ya estaba recostado de
cara al fuego, así que la joven puso la mochila a sus pies y se dejó
caer sobre su espalda para poder observar el cielo. Las estrellas se
veían claramente, algo que la tranquilizaba cuando se sentía
inquieta, por lo que no tardó en coger el sueño.
-¡Lynx! ¡Despierta Lynx!- La voz de
Aldahir la hizo despertarse bruscamente de su ensoñación, no
gritaba, al contrario susurraba con insistencia. Observó que ya era
de día, la luz del sol la cegó por unos segundos. Giró su rostro
hacia el joven que señalaba al frente, centró su mirada en ese
punto. Entre los arbustos secos se podía diferenciar una figura, se
movía lentamente pero podía adivinar que era. Un Desertor, híbrido
de los leones y lobos de la antigua civilización. Destacaban por su
gran agilidad para cazar todo tipo de presas, su inteligencia y
sobretodo su rapidez. Los miraba fijamente mientras se movía
tranquilamente entre las sombras. Un desertor adulto podía llegar a
medir un metro y medio de alto sobre sus cuatro patas, su piel
grisácea con tonos purpuras lo hacían camuflarse perfectamente por
la poca vegetación que imperaba en las zonas del desierto.
Antiguamente los vegetales eran de tonos verdosos pero al pasar los
milenios sus colores cambiaron para adaptarse al ambiente. Idóneos
para que esta como las demás especies pudieran sobrevivir en esas
extremas condiciones.
-Ve hacia tu izquierda para
despistarlo mientras yo alcanzo mi mochila, solo si es necesario
habrá sangre ¿Entiendes Aldahir?- Sabía que Aldahir no dudaría en
usar sus habilidades pero la joven evitaba todo tipo de conflicto
innecesario. La culpa era toda suya y no del animal, así que tenía
que resolver el problema ella misma.
-Entiendo- Contestó mientras se movía
con sigilo captando la atención de la bestia que los acechaba. Lynx
muy lentamente se incorporó y alargó su brazo hacia su mochila,
desgraciadamente el desertor giró su cabeza en dirección a la joven
y sin más dilación se abalanzó hacia ella. Aldahir no pudo
reaccionar a tiempo por lo que el animal ya estaba a centímetros de
Lynx. Por unos segundos su mundo se vino abajo pero, al ver la escena
que tenía delante, recordó de qué estaba hecha su compañera.
La criatura estaba inmóvil encima de
la joven. Esta estaba con medio cuerpo debajo del animal y su rostro
a un centímetro del de este. Sus ojos marrones ahora eran blancos
fijos en los de la bestia. Se apoyaba en sus codos por lo que no
estaba del todo recostada en el suelo. Aldahir observó como poco a
poco Lynx volvía en sí tornando sus ojos al color habitual.
-¿Me ayudas?- Expresó la muchacha
mientras intentaba salir de debajo de la figura aún inmóvil. Con
cuidado el joven la ayudó a ponerse en pie, observando al animal con
recelo.
-Da miedo aún inmóvil ¿Cuanto
durará así?
-No lo sé, mientras más lo hago más
dura el efecto, supongo que dentro de unos minutos volverá en sí-
Su voz sonaba cansada, se podía observa que esa habilidad la dejaba
sin fuerzas.
-Vamos a darnos prisa pues. Yo
recogeré todo esto, toma y bébete esto- El joven sacó una
cantimplora de un compartimento de su cinturón. Un cinturón que le
servía de soporte para todo lo que colgaba de él. Parecía una
tienda andante, pero en numerosas ocasiones esos utensilios los
habían sacado de más de un apuro.
Al beber el liquido del interior pudo
identificar que era zumo de Cetra, el fruto que daban algunos arboles
del sur, de donde provenían ambos. Su sabor era amargo pero valía
la pena ya era un remedio muy eficaz para curar cualquier herida o
dolencia en unos minutos. Su color siempre era amarillento y el olor
dejaba mucho que desear, pero cualquier viajero tenía a mano un poco
de este zumo, siempre era conveniente llevar un poco allá donde se
fuera. -¿Crees que algún día podremos encontrarla?- Esa pregunta
la sacó de sus pensamientos. El joven ya estaba frente a ella y su
rostro lucía débil.
-No lo dudes Aldahir, sé que en
alguna parte habrá algo que nos lleve a ella. Solo hay que seguir
buscando- La joven se levantó y puso su mano en el hombro de él.
-No puede ser que sea yo quien te anime ahora ¿Donde está ese crío
molesto que siempre está de buen humor eh?
-Está bien, está bien, volveré a
molestarte con mis niñerías- La sonrisa volvió al rostro de
Aldahir pero aún sentía lo dicho anteriormente.
No pudieron actuar más ya que sin
previo aviso el animal volvía en sí. Solo podían correr sin mirar
atrás, comenzando un nuevo viaje...

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