lunes, 24 de septiembre de 2012

Elemental I

El primer capítulo de esta historia espero que os enganche y disfruteis con ella en unos días publicaré el siguiente. Cuando presente a todos sus personajes subiré bocetos de los principales; Si os gustan, los terminaré de dibujar. Bueno os dejo con la historia.

Prólogo

Capítulo I: El viaje

Había tocado ese diario infinidad de veces... Si fuera capaz de ver a través de él, si pudiera tan siquiera saber lo que el autor presenció... Debía hacerse más fuerte, sabía que su don podría ser ilimitado. Siempre estaba ese temor que la frenaba a explorar su poder, a maximizar sus posibilidades. Pero tenía que hacerlo, debía descubrir la entrada al Eras a como diera lugar.
Cerró sus ojos, podía sentir el miedo de su propietario escribiendo las primeras lineas pero no visualizaba el aspecto de este ni el lugar donde lo escribió. Tenía que conseguirlo, sin sucumbir a su poder... Siempre había sido demasiado cautelosa en lo que se refería a su don, era una joven que siempre pensaba antes de actuar, aunque por su apariencia pareciera lo contrario. Su cabello cano, que caracterizaba a los de su especie, lo llevaba atado en dos recogidos, alborotados, pero bien sujetos, su vida no era como para estar mirando su peinado continuamente. De diadema llevaba unas gafas de aviador y en su cuello, un pañuelo; siempre a mano para las tormentas de arena, que cada pocas horas asomaban por el horizonte, quizás fueran tan seguidas porque el planeta era un desierto en el ochenta por ciento de su extensión. No conocían otro clima que no fuera el calor extremo o el frío intenso.
Siendo essens sus cuerpos estaban adaptados para el clima extremo pero lo que más destacaba de ellos era su agilidad; eran altos y de figura muy delgada, dándoles ligereza para cualquier movimiento. Ella podría estar en la media de esas características si no fuera por sus ojos, normalmente los Essens lucían tonos claros, verdes, azules e incluso gris, pero ella los tenía marrones como el café, eran tan inusuales como la altura del joven que la acompañaba.

-Lynx ¿Aún no puedes ver nada?

Esa voz la distrajo de sus pensamientos. Era Aldahir, podría decirse que era su compañero de viaje, un viaje que hace años comenzó, bruscamente, en busca de algo que les permitiera entrar al Eras. Siempre estaba a su lado y le brindaba el apoyo que necesitaba. Giró su cabeza hacia él, siempre tenía esa expresión que la tranquilizaba pero ahora su rostro mostraba insistencia, llevaban dos días perdidos entre paredes, ya casi inexistentes, de lo que parecía haber sido una biblioteca cientos de libros, ahora ilegibles, se amontonaban por estanterías destrozadas por el paso del tiempo. El edificio derrumbado mostraba el cielo de la noche en esa colina donde se encontraba, era una zona abierta a ataques de animales salvajes, por tanto quedarse allí más tiempo era algo peligroso...

La joven negó con la cabeza pero su mirada se trasladó a las botas desgastadas de su compañero. Era demasiado bajo para ser un essens, ella era varios centímetros más alta que él, parecía más un humano si no fuera por el color de pelo que detonaba claramente su raza. Aunque pensándolo bien le compensaba el ser de cuerpo atlético como de facciones bastante atrayentes. Pero lo que más destacaba del joven, era su comportamiento de niño ante algo que no le gustase.
Mirando sus botas podía ver que le hacían un flaco favor, al quedarle grandes, parecía aun más pequeño. Sonrió ante tal evidencia.

-Por ahora me llevo este diario, creo que tiene mucho en su interior, aunque sea ilegible para cualquiera yo podré leer a través de él, sé que podré hacerlo, solo necesito más tiempo. Aquí ya no hay nada más que tenga alguna relevancia. Esta noche dormiremos aquí, mañana al amanecer podremos movernos- Ante lo dicho Aldahir asintió y siguió ojeando un par de libros más antes de salir del edificio. Lynx sabía que no estaba conforme, no podían pararse mucho en un mismo lugar. Después de guardarse el diario en su mochila imitó a su amigo, salió del edificio sorteando lo que quedaba de las bigas caídas del techo, los escombros y los montones de libros esparcidos por todo el suelo.
Tenían un par de mantas alrededor de una fogata que se mostraba muy débil, no debía llamar mucho la atención, así que bastaba con qué les diera un poco de calor. Se sentó en frente de ella, observó que Aldahir ya estaba recostado de cara al fuego, así que la joven puso la mochila a sus pies y se dejó caer sobre su espalda para poder observar el cielo. Las estrellas se veían claramente, algo que la tranquilizaba cuando se sentía inquieta, por lo que no tardó en coger el sueño.

-¡Lynx! ¡Despierta Lynx!- La voz de Aldahir la hizo despertarse bruscamente de su ensoñación, no gritaba, al contrario susurraba con insistencia. Observó que ya era de día, la luz del sol la cegó por unos segundos. Giró su rostro hacia el joven que señalaba al frente, centró su mirada en ese punto. Entre los arbustos secos se podía diferenciar una figura, se movía lentamente pero podía adivinar que era. Un Desertor, híbrido de los leones y lobos de la antigua civilización. Destacaban por su gran agilidad para cazar todo tipo de presas, su inteligencia y sobretodo su rapidez. Los miraba fijamente mientras se movía tranquilamente entre las sombras. Un desertor adulto podía llegar a medir un metro y medio de alto sobre sus cuatro patas, su piel grisácea con tonos purpuras lo hacían camuflarse perfectamente por la poca vegetación que imperaba en las zonas del desierto. Antiguamente los vegetales eran de tonos verdosos pero al pasar los milenios sus colores cambiaron para adaptarse al ambiente. Idóneos para que esta como las demás especies pudieran sobrevivir en esas extremas condiciones.

-Ve hacia tu izquierda para despistarlo mientras yo alcanzo mi mochila, solo si es necesario habrá sangre ¿Entiendes Aldahir?- Sabía que Aldahir no dudaría en usar sus habilidades pero la joven evitaba todo tipo de conflicto innecesario. La culpa era toda suya y no del animal, así que tenía que resolver el problema ella misma.

-Entiendo- Contestó mientras se movía con sigilo captando la atención de la bestia que los acechaba. Lynx muy lentamente se incorporó y alargó su brazo hacia su mochila, desgraciadamente el desertor giró su cabeza en dirección a la joven y sin más dilación se abalanzó hacia ella. Aldahir no pudo reaccionar a tiempo por lo que el animal ya estaba a centímetros de Lynx. Por unos segundos su mundo se vino abajo pero, al ver la escena que tenía delante, recordó de qué estaba hecha su compañera.

La criatura estaba inmóvil encima de la joven. Esta estaba con medio cuerpo debajo del animal y su rostro a un centímetro del de este. Sus ojos marrones ahora eran blancos fijos en los de la bestia. Se apoyaba en sus codos por lo que no estaba del todo recostada en el suelo. Aldahir observó como poco a poco Lynx volvía en sí tornando sus ojos al color habitual.

-¿Me ayudas?- Expresó la muchacha mientras intentaba salir de debajo de la figura aún inmóvil. Con cuidado el joven la ayudó a ponerse en pie, observando al animal con recelo.

-Da miedo aún inmóvil ¿Cuanto durará así?

-No lo sé, mientras más lo hago más dura el efecto, supongo que dentro de unos minutos volverá en sí- Su voz sonaba cansada, se podía observa que esa habilidad la dejaba sin fuerzas.

-Vamos a darnos prisa pues. Yo recogeré todo esto, toma y bébete esto- El joven sacó una cantimplora de un compartimento de su cinturón. Un cinturón que le servía de soporte para todo lo que colgaba de él. Parecía una tienda andante, pero en numerosas ocasiones esos utensilios los habían sacado de más de un apuro.
Al beber el liquido del interior pudo identificar que era zumo de Cetra, el fruto que daban algunos arboles del sur, de donde provenían ambos. Su sabor era amargo pero valía la pena ya era un remedio muy eficaz para curar cualquier herida o dolencia en unos minutos. Su color siempre era amarillento y el olor dejaba mucho que desear, pero cualquier viajero tenía a mano un poco de este zumo, siempre era conveniente llevar un poco allá donde se fuera. -¿Crees que algún día podremos encontrarla?- Esa pregunta la sacó de sus pensamientos. El joven ya estaba frente a ella y su rostro lucía débil.

-No lo dudes Aldahir, sé que en alguna parte habrá algo que nos lleve a ella. Solo hay que seguir buscando- La joven se levantó y puso su mano en el hombro de él. -No puede ser que sea yo quien te anime ahora ¿Donde está ese crío molesto que siempre está de buen humor eh?

-Está bien, está bien, volveré a molestarte con mis niñerías- La sonrisa volvió al rostro de Aldahir pero aún sentía lo dicho anteriormente.

No pudieron actuar más ya que sin previo aviso el animal volvía en sí. Solo podían correr sin mirar atrás, comenzando un nuevo viaje...

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