Reconocimiento – NoComercial – SinObraDerivada (by-nc-nd): No se permite un uso comercial de la obra original ni la generación de obras derivadas. |
- 1º No se puede sacar dinero de ella, ya que es mía y hecha sin fines lucrativos.
- 2º No se pueden hacer adaptaciones de ningún tipo sin el consentimiento del autor, o sea, yo. Una adaptación es toda aquella que tenga similitudes con la historia original en un 80% o la trama sea la misma. En caso de ambas es directamente un plagio.
- 3º No se puede compartir la obra o fragmentos de la misma sin los créditos pertinentes, sobretodo sin siquiera avisar al autor.
Aclarado esto, la entrada comienza ahora mismo...
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¿Holi?
Bueno, que os dejo esto por aquí... sé que dije hace mucho tiempo que lo iba a subir pero ya que era un regalo para Carla pues he preferido hacerlo justo hoy. Felicidades de nuevo, te quieroooooo <3
Y pues nada... espero que disfrutéis de esta pequeña precuela de Los hijos del Kraken y ¡¡¡FELICES FIESTAS!!!
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Recomiendo leer Los hijos del Kraken antes para entender esta historia.
El
comienzo de una arriesgada venganza
Las fiestas locales
estaban en auge y cientos de turistas se agolpaban por los
improvisados pasillos llenos de tiendas ambulantes y puestos. Estaban
ubicados a lo largo de la calle, repletos de clientes extranjeros y
también de los propios habitantes de Viena.
Una chica se había
sumado a esa iniciativa y había montado un pequeño puesto junto a
los demás, era su primera vez, a pesar de que hasta ese momento
nunca vio rentable vender en otro lado que no fuera su querida
tienda, este año se encontró siendo convencida por su nuevo
empleado. A primera hora de la mañana, ayudada por ese -su único
subordinado-, trasladó casi la mitad de las existencias de su local
al puestito. Ahora ella estaba terminando de colocar los expositores
unos encima de otros mientras que el muchacho había ido a recoger
las últimas cosas que faltaban; como algunos pasteles y dulces, que
irían justo detrás del mostrador de cristal. Después de darse
cuenta del ambiente creciente de la calle, se fue al fondo de su
improvisado quiosco y se detuvo para suspirar sonoramente, quizás sí
podrían sacar un buen balance al final del día. Después de todo,
no fue mala idea hacerle caso a su compañero.